Crítica de Legado en los huesos, la segunda entrega de la Trilogía del Baztán

Un buen peldaño por encima de su predecesora El guardián invisible que vio la luz en 2017, Legado en los huesos es un thriller basado en la novela homónima de Dolores Redondo, adaptada por Luiso Berdejo y dirigido con solvencia por Fernando González Molina (Palmeras en la nieve).

Se trata de la segunda entrega de la adaptación cinematográfica de la saga conocida como la Trilogía del Baztán en la que se recuperan figuras del folklore vasco, que se mezclan con una serie de asesinatos y con algunos toques de drama familiar.

Si en la primera entrega la figura mítica rescatada era el basajaun ahora le toca el turno al tarttalo, una suerte de monstruo que podríamos asimilar a un cíclope de gran tamaño y costumbres antropófagas que era el señalado como responsable cuando desaparecían niños.

¿Te ha gustado la película? No te pierdas el libro en el que se inspira

Cronológicamente, en Legado en los huesos nos encontramos un año después de que se resolvieran los crímenes del Baztán. Con la firme convicción de dejar atrás lo vivido en Elizondo, Amaia Salazar emprende una nueva etapa en la recta final de su embarazo. 

Pero, poco después de dar a luz, su vida se ve alterada por el suicidio de varios presos que dejan una única pista a seguir: la palabra "tarttalo" escrita en sus celdas.

A pesar de que sus esfuerzos por no implicarse de forma personal, la inspectora tendrá que enfrentarse a una investigación absorbente y vertiginosa que la implica tanto a ella como a su familia en la resolución del caso.

Como sucedía con película anterior, uno de los grandes puntos a favor de Legado en los huesos es que consigue muy pronto hacer de la atmósfera su gran aliado con una fotografía oscura y una climatología muy adversa en la que las lluvias, el barro y la fuerza de la naturaleza se convierten en poderosas amenazas.

Otro de los aciertos es haber sumado un gran número de intérpretes de primer nivel al reparto original como son Leonardo Sbaraglia interpretando al Juez Markina, Imanol Arias como el Padre Sarasola o Ana Wagener como Fina Hidalgo. Repiten Pedro Casablanc, Elvira Mínguez, Nene y Benn Northover.

La película también lima una de las asperezas que hicieron un tanto difícil de digerir El guardián invisible: la asimilación de un lenguaje cinematográfico muy estadounidense que a veces cantaba un poco por la falta de medios. En esta ocasión se busca una mayor naturalidad, que, salvando un par de momentos puntuales, no llama tanto la atención.

Ver galería

Legado en los huesos - Galería de imágenes (5 imágenes)

En el plano del drama familiar, no es habitual encontrar en este tipo de thrillers cierto tipo de historias relacionadas con la maternidad, la entrega que supone a nivel físico y mental y la forma en la que se aborda la reincorporación al mundo profesional tras la baja correspondiente y que suele conllevar cierto nivel de cargo de conciencia por separarse del bebé o las tensiones que aparecen por la forma en la que se distribuyen las cargas familiares entre los progenitores. En este sentido es muy realista sin cargar nunca las tintas.

Cierto es que a nivel plástico hay deficiencias notables como prótesis que no alcanzan el nivel de naturalidad necesario (pechos y barriga), pero Marta Etura es tan buena actriz que consigue que el espectador sencillamente no lo tenga demasiado en cuenta.

Por otra parte, en esta entrega hay más acción, algo que se agradece, aunque también somos testigos de algunas secuencias calcadas de propuestas anteriores, como una que nos lleva de cabeza a recordar El segundo nombre. No daremos muchas pistas más, para no reventaros la sorpresa.

Legado en los huesos es en suma una película recomendable que ha sabio superar algunos de los problemas que arrastró la primera película. Además se ha rodado de forma simultánea a Ofrenda a la tormenta, que se estrenará en 2020 cerrando la saga, así que la continuidad la tenemos asegurada.