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Crítica de McGregor Forever: Aunque la mona se vista de seda, mona se queda

McGregor Forever

Crítica de McGregor Forever, el documental de Netflix dirigido por Gotham Chopra y Darragh McCarthy. Un repaso a los últimos años de la carrera de "The Notorious" en el mundo de las artes marciales mixtas. El estreno de McGregor Forever en Netflix España fue el 17 de mayo de 2023.

La UFC ha golpeado fuerte en la última década. Los deportes de contacto, liderados por el noble arte del boxeo, se habían mantenido a la sombra de éste último hasta la irrupción en el mainstream de las artes marciales mixtas.

Gran parte de la culpa se la debemos achacar a su principal representante: el insoportable y carismático irlandés Conor McGregor. El vulgar, insultante y extremadamente estoico luchador que durante años convirtió la jaula octogonal en su coto de caza privado. Pero el reinado llegó a su fin.

McGregor Forever, la nueva serie documental de Netflix, viene a contarnos, precisamente, el descenso al ostracismo del que otrora fuese una fuerza imparable de la naturaleza. Porque no es su primera vez; McGregor ya había plasmado sus orígenes y sus filias en Notorious (Gavin Fitzgerald, 2017).

Esta vez han querido despegarse de la figura egoísta, clasista y superficial. Nótese lo de «han querido»; aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Pero esa contradicción es la nota más interesante de Conor McGregor como figura del deporte.

Netflix se ha lanzado a exprimir las últimas gotas con McGregor Forever. A lo largo de sus cuatro episodios de 50 minutos asistiremos, derrota tras derrota, a los últimos golpes del luchador: Khabib, Cerrone y Poirier.

Quieren llevarnos al lado más humano y sentimental del personaje. Un ejercicio que podría verse como el blanqueamiento necesario de su imagen para los muchos años que le quedan por delante sin guantes, pero también como una oportunidad única para ver sangrar al león herido.

Los dioses también sangran

McGregor Forever comienza en el hospital. El irlandés, al borde del retiro, reconoce el miedo que le provoca la idea de alejarse de la jaula. El documental empieza por el final; con la rotura de su pierna en el combate contra Poirier en 2021, sentando la base temática que va a dominar la narración: el dolor, el fracaso y la negativa a la rendición.

Veremos a Conor McGregor entrenar, lesionarse, insultar, luchar y perder. En bucle. Episodio tras episodio, agradeciendo cada vez que las cámaras se cuelan en la sala cerrada donde el luchador, paradójicamente rodeado de amigos, sufre la derrota en soledad.

 

"He sido derrotado y ya está", respondía McGregor cuando le hablaban sobre el altercado tras la pelea con Khabib. "He sido derrotado donde importaba, fin de la cuestión". El luchador había recibido un puñetazo de un asistente de Khabib al finalizar la pelea.

Sin medias tintas. No las demuestra para lo malo, pero tampoco para lo bueno. Juega bajo sus propias reglas, pero acepta la exacta retribución de la calle. McGregor lucha, gana y monta un espectáculo bochornoso. Cuando pierde y lo sufre en sus propias carnes, digiere y sigue adelante. Uno de los pocos aprendizajes a extraer de su carácter.

Aun así, nunca se ha considerado a sí mismo una figura en la que los jóvenes deban fijarse. "Me anima y me inspira, pero también me da miedo ser un modelo a seguir, no creo que sea ese tipo de persona."

Y como no hay apunte sin su contradicción, el propio McGregor explica en el documental cómo echaba en falta referentes natales en las MMA cuando empezaba su carrera.

McGregor Forever

El gran pecado del documental, además del timing, es la poca capacidad que tiene para profundizar en su objetivo de ofrecer una imagen más íntima del irlandés. Lo consigue a cuentagotas y, cuando lo hace, tendremos que saborear rápidamente la miel antes de que nos la quiten de los labios.

La calidad del metraje propio, al peso, queda descompensada con respecto a la documentación en vídeo pública. Hoy en día tenemos a nuestro alcance tal hemeroteca que YouTube ya cuenta con vídeo-ensayos que recorren gran parte de la idea de McGregor Forever.

Son los momentos con su familia, con sus hijos, cuando veremos la cara desconocida del luchador. Un McGregor genuinamente feliz de ver a su hijo sujetándose en los aros intentando una dominada o realizando servicios a la comunidad en los que, por primera vez, escucha en vez de hablar.

Todos esos momentos, como las lágrimas en la lluvia de Roy Batty, se pierden entre el ruido de su pasado, su presente y su futuro en el combate. Sólo escucharemos sus pensamientos ante las lesiones, repitiendo estructura y mensaje hasta destruir nuestro interés.

La cuenta atrás de Conor McGregor

A McGregor se le han dado bien dos cosas en su vida: combatir y dar la nota. Características que, de la mano, lo han convertido en un arma comercial que ha aprovechado cada segundo de pantalla para hinchar su leyenda, su ego... y su bolsillo.

Cuando la primera de ellas falla, el propio McGregor reconoce el abismo que se abre ante sí. Esa es la gran paradoja de su carrera: su boca lo hizo trending topic, pero sin el combate sólo queda el joven inmaduro de barrio pobre que ha llenado su vida de lujos y la ha despojado de valores.

VALORACIÓN:

Una serie documental que trata de ofrecer una visión más íntima de Conor McGregor, pero lo consigue a cuentagotas; es incapaz de acercarse lo suficiente como para que escuchemos su propia voz fuera del ruido y el esperpento del que suele rodearse.

LO MEJOR:

Los pequeños momentos íntimos con su familia, sus hijos y sus reflexiones tras la derrota.

LO PEOR:

La escasez de metraje nuevo con McGregor y la pesada reiteración en la estructura de cada episodio.
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Etiquetas: Netflix