Crítica de Medianoche en el Pera Palace: la serie de viajes en el tiempo en Turquía

La producción turca sigue demostrando sus posibilidades en el mundo de las series después del gran boom sufrido en los últimos años con sus telenovelas. Hoy le toca el turno a Medianoche en el Pera Palace, la nueva serie de estreno en Netflix.

Una historia de misterio en la que sus escritores han intentado mostrar su cariño hacia la celebérrima Agatha Christie y sus novelas, con tintes de comedia y viajes en el tiempo en el hotel más bello de Estambul: el Pera Palace.

Son muchos los viajeros que hablan de cómo poner un pie en el Pera Palace es un viaje instantáneo al pasado. Que sus estancias, que recorreremos en la primera temporada de la serie, son un recorrido preciosista del pasado del país y de su arte.

Y esta es, de hecho, su razón de ser. Medianoche en el Pera Palace nos cuenta la historia de la periodista Esra (Hazal Kaya), una joven a la que asignan un reportaje sobre la historia del hotel. Ahmet (Tansu Biçer), el gerente del hotel, será su guía en el recorrido por su historia, pero una noche en sus habitaciones cambiará su destino para siempre.

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El Pera Palace esconde un secreto que sólo Ahmet conoce: sus habitaciones se convierten en un portal en el tiempo cuando el reloj marca la medianoche. En su espíritu periodístico y apasionado habitual, Esra cometerá un error que hará tambalear la estabilidad democrática del país y tendrá que remediarlo junto a Ahmet para regresar al camino original del destino.

La principal fortaleza de Medianoche en el Pera Palace salta a la vista en los primeros minutos del piloto: su fotografía hace un trabajo absolutamente espléndido con los escenarios y con un vestuario absolutamente en su sitio.

El nivel de la producción es encomiable; es el verdadero motivo que nos hará desear que nos guste la serie. Si a su trabajo con la escenografía le sumamos el siempre atractivo añadido de los viajes en el tiempo y el interés por Agatha Christie, ¿qué podría salir mal? Pues, por desgracia, el resto.

En cuanto la historia empieza a rodar y sus personajes comienzan a sentir el peso de la narrativa la serie se viene completamente abajo. No sólo deben enfrentarse a la problemática de las paradojas temporales, sino que sus actuaciones, el desarrollo de la historia y sus soluciones son un lastre.

Hazal Kaya es lo suficientemente histriónica en su actuación como para que no queramos saber nada de su personaje, dando lugar a situaciones que, sacadas de contexto, servirían de mofa para Michael Scott.

Su actuación está fuera de lugar, más cerca de una telenovela con comedia gentil que de la serie de misterio y drama a la que apunta inicialmente. Tampoco podemos tirar cohetes con el resto de sus compañeros en el reparto, a pesar del buen trabajo que los vestuarios hacen en su credibilidad.

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Es como una mezcla de agua y aceite. Tenemos una atmósfera de lo más atractiva y un contexto histórico interesante — que no novedoso — para justificar los viajes en el tiempo, pero unos personajes que no facilitan su ya pobre desarrollo narrativo.

Los primeros capítulos apuntan a una revuelta maniqueísta en la que identificar al «malo» es un juego de niños, lo que se mantendrá durante sus ocho capítulos de 45 minutos con diálogos infantiles que te sacarán a cada poco de la serie.

En el enredo de mitad de temporada terminaremos perdiendo el hilo y la coherencia sobre lo que saben y lo que no sus personajes, e incluso sus propios guionistas se tenderán trampas con errores insalvables que afectan directamente a la trama principal. Jugar con las paradojas temporales tiene su riesgo, sobre todo si tu intento es alejarte de la etiqueta de «telenovela turca».

Lo verdaderamente sangrante, sin embargo, es la falta de perspicacia y sutileza de los nudos de acción. Sus personajes se exponen de formas incongruentes por necesidades del guion e incluso sus paredes se convierten en papel a través del que escuchar en función de sus intereses. Ojalá un trabajo tan fácil para Hércules Poirot.

Medianoche en el Pera Palace es una oportunidad perdida: una producción excelente que termina en el cesto de las olvidables por un guion que no sabe sacar partido a su atmósfera y unas interpretaciones que confunden aún más que los viajes en el tiempo.

Errores de ejecución que se pagan, a pesar de que aguante el tipo hasta el desenlace final que vuelve a ser todo lo rocambolesco que podrías esperar de una telenovela... que no lo es.