Crítica de Mi crimen, una comedia peculiar de François Ozon

¡Qué tendrá el oficio de la interpretación que tanto nos inspira! En la nueva película de François Ozon (El amante doble) es el eje central en el que se mueve el relato en el que se aúna comedia, misterio y, claro, una crítica social feroz a la sociedad de mediados de los años 30, centrada en el universo masculino.

Mi crimen se vale de un ardid para imaginar una sociedad en la que la exoneración de un asesinato supusiera no solo un espaldarazo de cara a la opinión pública sino una verdadera ola de popularidad para una mujer que enarbola la bandera de haber sido capaz de llegar a matar para salvaguardar su virtud. 

Puede que no estemos ante una comedia descacharrante, de las que hacen reír a carcajadas, pero sí que cuenta con algunos aciertos dignos de ser reseñados: una sorna solapada que pone en tela de juicio en todo momento las convenciones de género, una puesta en escena exquisita y un reparto interpretativo que no solo ha abrazado el reto sino que lo ha degustado, ¡queda patente!

Madeleine Verdier es una joven actriz sin blanca que vive con su mejor amiga, Pauline, abogada sin éxito... Y están a punto de desahuciarlas. 

Cuando es acusada del asesinato de un famoso productor al que acaba de visitar y que ha tratado de propasarse con ella, decide seguirle la corriente a la policía y preparar su primer gran papel: un mediático juicio en el que es absuelta al alegar defensa propia.

A partir de ese momento comienza a vivir días de gloria, gozando de la popularidad soñada y recuperando al amor de su vida. Sin embargo, Madeleina y Pauline van a encontrarse en dificultades cuando la verdad salga a la luz.

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No hay que esforzarse demasiado para darse cuenta de que el guión de Francois Ozon y Phillippe Piazzo bebe de una obra teatral, en este caso escrita por Georges Berr y Louis Verneuil.

Todo en ella rezuma teatralidad: desde la concepción del espacio hacia hasta cómo se aborda la filmación de las escenas, que en su mayoría transcurren en lugares cerrados y muy escenografiados.

Sin embargo, Ozon le suma varios enteros al jugar con el formato para "imaginar" todas las posibles formas en las que se cometió el asesinato (blanco y negro, grano y estética casi expresionista) y sobre todo al valerse de un elenco sensacional para poner en pie la película.

Hay que poner en valor en primer lugar el trabajo de las dos estrellas emergentes del cine francés Nadia Tereskiewicz y Rebecca Marder (ganadora y nominada al Cesar a la mejor actriz revelación 2023 por sus papeles en La gran juventud y Une jeune film que va bien). Ambas empastan fenomenal, tienen presencia, garra y complicidad en pantalla.

Pero es que además están muy bien acompañadas por algunos de los rostros fetiche del cine de Ozon como son la grandísima y divertidísima Isabelle Huppert, Fabrice Luchini o Danny Boon que dan la sensación que habérselo pasado en grande participando en esta producción.

Veredicto: Ozon es culpable

Puede que le falte algo de mordacidad y de mala uva en determinados momentos, algo que le habría dado más empaque a los diálogos y sin lugar a dudas más hilaridad a las situaciones, pero con todo y con eso, es divertida a su manera.

Mi crimen es, a fin de cuentas, una comedia atípica, peculiar y extravagante. Una rara avis que puede desconcertar por el tono (cuesta un poco cogerle el pulso, porque se acerca al vodevil, aunque luego añade un subtexto que la lleva a volar por otros derroteros) pero que en cualquier caso, termina cumpliendo a la hora de ofrecer un entretenimiento muy digno.