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Crítica de Mientras dure la guerra, la nueva película de Amenábar

Mientras dure la guerra
Crítica de Mientras dure la guerra, la nueva película de Alejandro Amenábar. Protagonizada por Karra Elejalde, Santi Prego, Patricia López Arnaiz y Eduard Fernández. En cines a partir del 27 de septiembre de 2019.

Hay que ser muy valiente para dirigir una película tan lúcida como Mientras dure la guerra y más a día de hoy, teniendo en cuenta el momento de volatilidad política que vive nuestro país. Una señal positiva para saber hasta qué punto estamos ante un buen relato es el hecho de que a nadie ha contentado, porque no se ha hecho para contentar a nadie.

Y esto en un momento como el actual en el que todo es frentismo, partidismo y oposición a cual más rastrera y embustera, dice mucho de un director como Alejandro Amenábar (Los otros), que sin nada que demostrar ya, puede dedicarse a hacer lo que le dé la real gana (qué bien que así sea).

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Mientras dure la guerra nos desplaza a la Salamanca de 1936 en el momento la sublevación militar que derrocaría la Segunda República prometiendo traer orden a la convulsa situación del país. Tras apoyar dicho alzamiento e incluso contribuir a él monetariamente, el gobierno republicano destituye a Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca, si bien pronto es restituido en el cargo.

Entre tanto, Franco, con la ayuda alemana e italiana, suma sus tropas a la causa y termina siendo nombrado primero generalísimo y posteriormente Jefe del Estado con la consiguiente disolución de la Junta de Defensa Nacional, que le traspasa todos sus poderes y atribuciones, permitiéndole no solo aferrarse al poder "mientras dure la guerra" sino instaurando una larguísima dictadura militar que solo finalizaría con su muerte.

A medida que Unamuno ve caer a sus amigos y compañeros, desde Casto Prieto, el alcalde de Salamanca, hasta el pastor evangélico Atilano Coco, por quien trata de interceder, empieza a replantearse su posición, huérfano ya de unas ideas a las que aferrarse. El escritor griego Nikos Kazantzanis recogió por entonces estas declaraciones suyas: "Todo lo que está ocurriendo en España es porque los españoles no creen en nada. ¡En nada! Como no creen en nada, están desesperados y actúan con salvaje rabia... El pueblo español se ha vuelto loco". [Júzguese si no es esto pura actualidad y no retrato del pasado solo, porque para colmo los argumentos de las dos Españas que siguen tratando de despellejarse la una a la otra, no han cambiado ni un ápice].

Si analizamos el subtexto, en realidad, no cuenta nada que no estuviera ya bien trazado en Ágora, una de sus joyas menos valoradas. Con aquellos largos planos en los que se alejaba de la realidad hasta salirse del globo retratándonos a los pequeños humanos como hormiguitas batalladoras, dejaba bien claro lo poco que habían cambiado nuestros conflictos. Que las guerras fratricidas seguirían asolándonos... ¿qué puede haber en la historia de nuestro país más cainita que la Guerra Civil que no solo arrasó con todo sino que abocó a la sociedad española a una brutal represión?

En un claro paralelismo con aquella película, Mientras dure la guerra nos muestra a dos eruditos enfangados en una agria discusión: ellos son don Miguel de Unamuno y uno de sus amigos, escena de la que también Amenábar se aleja. Los argumentos, las palabras, sobran. Es la apasionada defensa de cada uno lo que importa y el hecho de que sus posiciones parecen irreconciliables. Todo en esta película parece hablarnos de un momento muy particular y puntual, pero lo cierto es que no podría ser más actual aquello que se nos narra: la película nos pone ante el espejo para que nos veamos hoy en el ayer.

Lo que la hace diferente es el retrato íntimo de Unamuno, un abuelo ya de hombros cargados, paso ligero y que con el paso del tiempo se acaba entrampando en sus propias contradicciones, tanto políticas como religiosas, íntimas por tanto. Es un hombre que cambia, que evoluciona y no se calla, lo que nos llevará a la conmemoración del Día de la Raza del 12 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en el que su atrevimiento al tildar la guerra de "incivil" y su "vencer no es convencer" pasarían a los anales de la historia. Fue su forma de expresar públicamente su arrepentimiento por haber apoyado la sublevación y evidentemente también una forma de confrontar la soflama de Millán-Astray en la que se proclamaba contra la inteligencia y exaltaba la muerte.

Mientras dure la guerra
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Amenábar compone un guión excepcional y encima lo pone en manos de un elenco en estado de gracia al que sabe dirigir de maravilla. Ni que decir tiene que la contención de Karra Elejalde (Que baje dios y lo vea) como el filósofo y escritor es digna de elogio, pero no lo es menos la transfiguración de Santi Prego en el dictador o Eduard Fernández (Criminal) prácticamente irreconocible como Millán-Astray. Los personajes secundarios no son menos importantes: tenemos Patricia López Arnaiz y a Inma Cuevas dando vida a las hijas de Unamuno, a Mireia Rey como Carmen Polo, a Tito Valverde como Cabanillas y a Luis Zahera como Atilano Coco, por nombrar algunos de los roles imprescindibles.

Huelga decir que a nivel técnico la cinta es irreprochable: diseño de vestuario, caracterizaciones, puesta en escena, fotografía... todo es de diez, con el único desliz de una serie de flashbacks que nos llevan a la juventud de Unamuno sin llegar a aportar demasiado a la narración.

En fin: hacen falta más películas como Mientras dure la guerra. Tanto se ha prejuzgado la película sin verla, que asombra que Amenábar haya sabido taparse los oídos y coescribir, junto a Alejandro Hernández, una historia que, con sus licencias, sabe destilar aquello que es más importante para el espectador de hoy que no es ni mucho menos el revisionismo histórico sino el hecho de que el ser humano tiende a caer no una, sino mil veces en la misma piedra.

VALORACIÓN:

Amenábar te atrapa por la razón y el corazón con el retrato íntimo de un Unamuno en el ocaso de su vida, preso de sus propias contradicciones políticas y religiosas y vencido por el peso de la culpa.

LO MEJOR:

Las maravillosas interpretaciones y lo coherente que es la película a la hora de abordar las distintas sensibilidades políticas.

LO PEOR:

Su virtud es su mayor defecto: muchos la tacharán de equidistante al repartir a cada parte su porción de responsabilidad en la Guerra Civil.
Hobby

80

Muy bueno

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