Crítica de Monster Hunter: Leyendas del Gremio, la película animada de los videojuegos para Netflix

Este año está siendo un gran año para la saga Monster Hunter, empezando por los lanzamientos en Switch de los juegos Monster Hunter Rise y el spin-off Monster Hunter Stories 2: Wings of Ruin, pero también por las adaptaciones cinematográficas que ha recibido en 2021, una de acción real protagonizada por Milla Jovovich y esta película animada que acaba de lanzarse en Netflix.

Los videojuegos han intentado ir un paso más allá dentro de sus propias fórmulas con las últimas entregas, añadiendo mecánicas nuevas y mejorando en el apartado visual, mientras que sus adaptaciones, especialmente en la de Monster Hunter: Leyendas del Gremio, nos llevan al pasado en un ejercicio de nostalgia bastante peculiar.  

Desde el primer tráiler, su estética ya nos despertaba melancolía con esos escenarios que podían retrotraernos a las cinemáticas de títulos como el Monster Hunter Tri original de Wii, y cuando te pones a ver la cinta completa descubres que la riqueza de la película posiblemente resida ahí, anclada al pasado, ya que el propio gameplay de Monster Hunter: World está a años luz de lo que encontramos en Legends of The Guild.

Leyendas del Gremio continúa ofreciéndonos esos colores apagados del videojuego que pretendían hacerlos más realistas, sigue haciendo ese despliegue de bosques sin vegetación para que las consolas fueran capaces de moverlos en escenas de acción y tiene un elenco de personajes con unos modelos que parecen directamente extraídos de un editor de avatares.

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Tras hacer producciones de Lego, Pure Imagination Studios logra superar un desafío que poca gente ha conseguido: hacer que una película basada en un videojuego sea fiel al material original, pero ya no hablamos solo de alcanzar un buen acercamiento estético y de nutrir la banda sonora con sus épicas melodías clásicas que destacan especialmente al obtener una victoria. También logra mantener la esencia de la saga a nivel narrativo. 

El héroe es Aiden, un personaje que aparece en algunas entregas de la serie. Es torpe y sin carisma y se empeña en hacer reiteradamente juegos de palabras sin gracia, pero aspira a convertirse en cazador. Para sorpresa de nadie, un temible dragón anciano amenaza con destruir el poblado del joven, lo que le llevará a conocer a su mentor y a un puñado de aliados y a un Felyne con los que aprender a luchar para enfrentarse a Lunastra.

Aiden no tiene una evolución significativa a lo largo de la cinta, pues sus móviles siempre son los de defender a su pueblo y ponerse a prueba como guerrero que aspira a entrar en el gremio de cazadores. La paulatina incorporación de personajes que se unen a su lucha ayuda a que haya variedad entre los arquetipos de guerreros que representan y a agilizar esta contenida historia.

Por un lado tenemos al mentor accidental que en un principio ignora las ideas imprudentes del chico pero que termina por verse reflejado en él cuando tenía su edad. También encontramos a una cazadora que con sus diarios es la pieza clave para despertar la curiosidad de Aiden o a un herrero que tiempo atrás había decidido apartarse de ese peligroso camino pero que vuelve por una buena causa. 

En su búsqueda de la excelencia, el equipo se las verá con una surtida variedad de monstruos de todos los tamaños y diversas habilidades, que tienen algunas rutinas reconocibles importadas de los juegos: los monstruos más pequeños pueden atraer a otros más grandes, y dos monstruos juntos luchan entre sí por dominar el territorio.

Pero cuando llega el momento de que los humanos se enfrenten contra las bestias, también lo harán provistos de un completo arsenal de armas que va de las clásicas espadas dobles o el martillo hasta algunas de las más recientes incorporaciones como el glaive insecto, e incluso armaduras que se fabricarán con los restos de presas derrotadas.

Aunque desde la presentación del conflicto sea fácil adivinar cómo se desenvolverá la película, el mayor acierto de Pure Imagination con ella ha sido el de crear un mediometraje para que no te llegue a dar tiempo de aburrirte y saturarte con su duración, como muchas otras producciones de acción que no saben cuándo parar ni cuándo introducir secciones más pausadas.

La Monster Hunter de Jovovich se alejaba demasiado del videojuego y no llegaba a culminar con una batalla final ni a ofrecer la suficiente cantidad de monstruos para lucir su fuerza técnica y el anime de Monster Hunter Stories era la adaptación lógica para un título con ese apartado visual. 

En este caso, al final, queda la sensación de que hemos visto una película con una historia de lo más plana y previsible, que no consigue enganchar, a lo que se une que la animación anticuada que comentábamos impida que queramos quedarnos por el mero placer estético.

Como Monster Hunter: Leyendas del Gremio parece una cinemática de un videojuego de hace diez años, casi echamos en falta no poder matar monstruos entre una secuencia de vídeo y la siguiente. Lo bueno es que con Netflix Party puedes montarte tu propia cacería con amigos para disfrutar la película en compañía.