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Crítica de Montaña Homicida: el imperio del cannabis en el documental de Netflix

Montaña Homicida
Crítica de Montaña Homicida (Murder Mountain), la nueva serie-documental de Netflix. Garret Rodríguez será el eje de una investigación que narra cómo una comunidad hippie y el cultivo de la marihuana terminaron por convertir Humboldt en el principal productor de marihuana de todos los Estados Unidos. Su estreno en Netflix España es el 4 de enero de 2019.

Un infierno infinito de árboles en lo más profundo de California del Norte. Uno de esos lugares que parecen formar parte de la fotografía de paisajes que a todos conquista en las redes y que, a su vez, esconde una realidad tan oscura como la que nos cuentan las películas. Arropados en la lejanía y el calor de nuestras casas, observamos cómo el imperio de la droga esconde tras de sí un peligro al que también podrían enfrentarse nuestros vecinos, nuestros amigos o nuestros familiares. Porque no estamos viendo ficción: es la realidad de la Montaña Homicida (Murder Mountain), en Estados Unidos, y su escalofriante cercanía.

Seis episodios nos guian a través de la investigación sobre la desaparición de Garret Rodríguez, un joven que, como un ciudadano cualquiera, decide lanzarse al despiadado mundo del oro verde. El nuevo documental de Netflix, una apuesta al género después del éxito de Ícaro, narra el nacimiento y desarrollo de la Montaña Homicida, en el condado de Humboldt, California del Norte; cientos de hectáreas de bosque que acogieron el nacimiento de una comunidad hippie en los años 70 hasta evolucionar en un paraíso para el cultivo de la marihuana. Un lobo con piel de cordero, dirían sus habitantes. La codicia, la violencia y la muerte no tardarían en adueñarse de ella.

Shangri-La

El triángulo esmeralda. Un lugar libre y autosuficiente en el que encontrarse a uno mismo. Un rincón apartado de la sociedad en el que desaparecer para formar parte de una comunidad nueva, libre y feliz. El sueño de cualquiera, ¿no? Eso pensaron los agricultores hippies originales de marihuana de Humboldt cuando las consecuencias de vivir bajo el yugo de la droga todavía no habían brotado de la tierra.

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El idilio sólo duraría unos años; los justos como para que corriera la voz y atrajeran a cientos de interesados a una vía con la que obtener dinero rápido. El negocio clandestino del tráfico de marihuana era, además, extremadamente seguro. La policía de Humboldt debía hacer frente a más de 6.000 kilómetros de jurisdicción en un mar de árboles entre los que era imposible darles caza... hasta la llegada de Nixon y su guerra contra las drogas.

Montaña Homicida

La persecución no sólo no acabó con el tráfico de drogas, sino que las manos ejecutoras pasaron de ser unos hippies que empuñaban el símbolo de paz y amor a narcotraficantes que hacían lo propio con armas y violencia. El precio de la marihuana se disparó, la codicia se apoderó de Humboldt y nuevos agentes sin escrúpulos se adueñaron de un territorio que se convirtió en caldo de cultivo para la desaparición de cientos de jóvenes. Sus rostros adornan todavía en 2018 los escaparates de tiendas y tiendas en los que el título "Perdido" ha pasado de sorpresa desagradable a rutina.

Tan perdidos, paradójicamente, como sus espectadores, y es que donde flojea la serie documental de Netflix es en su estructura. Montaña Homicida es interesante, pero cómo nos la cuentan no lo es en absoluto. Lo podemos apreciar desde el primer capítulo: hay una falta absoluta de cohesión entre los conceptos que lanza. La historia de Garret Rodríguez, la corriente de la que pretenden emanar los acontecimientos que convirtieron a la Montaña Homicida en lo que es, no obtiene el protagonismo que demanda desde el comienzo del primer capítulo hasta casi el final de la producción. Necesitan ofrecer el contexto sobre el que se construye el imperio de la droga que gobierna la zona, pero el hilo conductor principal se revela como una excusa evidente desde el comienzo.

Montaña Homicida

Todo el trabajo queda, pues, en manos de los espectadores. Pieza a pieza de un puzle recién abierto, sumaremos pedazos de la historia que sus creadores han decidido sepultar bajo cortes abruptos con la intención de sumar dramatismo. Un recurso que sólo interrumpe nuestro interés, obviando lo que viene a continuación y perdiéndonos por el camino. A matacaballo y saltando entre espacios temporales, sabremos un poquito más de la historia de Garret, otro poquito de la de Humboldt, luego de los agricultores originales y así sucesivamente. La historia ya es lo suficientemente interesante sin necesidad de artificios, por lo que estas decisiones sólo perjudican a la narración.

Este batiburrillo sin conexiones nos lleva a perdernos entre declaraciones de infinitos sujetos que nos hacen dudar: ¿qué quiere contarnos el documental? La información se vuelve incesantemente repetitiva y cuando echamos un vistazo a la cantidad de capítulos que nos quedan por delante, sólo podemos llenarnos de aire y paciencia. En este punto, el documental es funcional, poco creativo y con un metraje excesivamente redundante. No ofrece nada nuevo, salvo el dramatismo de algunos asesinatos que, por desgracia, estamos más que acostumbrados a ver en cualquier espacio televisivo de media noche.

Por suerte, la historia tiene varios puntos fuertes que soportan los vaivenes que provoca su estructura en los primeros capítulos y lanza nuevos conceptos que sí ofrecen algo nuevo. La Montaña Homicida tiene todo lo necesario para ser carne de cañón de un documental: dilemas morales, dramatismo, actualidad y, sobre todo, que es uno de los primeros estudios fílmicos que ofrecen algo de luz sobre las dudas en la persecución legal de las drogas desde su aprobación en California a comienzos del 2018. Y decimos algo de luz porque su aparición se limita a los compases finales de uno de los capítulos y ese podría haber sido un gran filón del que tirar.

Murder Mountain

La serie documental de Montaña Homicida no será el próximo Making a Murderer de Netflix. Tiene un fondo interesante al que definitivamente se podría haber sacado más partido, pero consigue declaraciones poderosas que nos permiten imaginar el calibre de una historia escalofriantomente cotidiana. Su gran acierto es demostrar que el imperio de las drogas y las terribles consecuencias de la codicia y su persecución no son ficción, sino una realidad a la que cualquiera podría enfrentarse. Un documento al que le pesan las horas de metraje y le falta novedad, pero que decanta la balanza a su favor gracias a la aparición de declaraciones, personajes y conceptos de lo más interesantes.

VALORACIÓN:

Montaña Homicida es un buen trabajo periodístico qu,e a través de una investigación funcional sobre un caso de desaparición, lanza datos interesantes acerca del consumo, explotación y legalización de las drogas y sus consecuencias. Su estructura y su excesivo metraje, sin embargo, son un escollo a superar.

LO MEJOR:

Ofrece un esfuerzo periodístico interesante, siendo sus puntos fuertes las consecuencias de la legalización de marihuana en California.

LO PEOR:

La estructura es por momentos insoportable. Es funcional y poco creativa: poco de forma y mucho de fondo.
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