Crítica de New Look, un irregular drama sobre los trapos sucios de la alta costura en tiempos de nazis

Diez episodios de aproximadamente una hora de duración conforman New Look, un drama inspirado en hechos reales que ficciona las vidas de algunos de los grandes diseñadores de alta costura parisina durante la ocupación nazi.

En esta ocasión no es el mundo de la creación el que ocupa el espacio central de la serie, ni tampoco es su fuerte el desarrollo de los personajes, con Coco Channel y Christian Dior como principales protagonistas; sino más bien el drama y los tormentos padecidos en una época oscura en la que la Resistencia trataba de torpedear los planes de las tropas del Tercer Reich en la capital francesa.

La serie ha debutado hoy a nivel mundial en Apple TV+ con sus tres primeros episodios que se irán ampliando a razón de un nuevo capítulo cada semana hasta completar la emisión el próximo 3 de abril.

Christian Dior acude a la Sorbona de París para dar una ponencia y desplegar un desfile de algunos de sus vestidos mejor valorados. Es la primera vez que un diseñador de moda pisa la Universidad, para envidia de Coco Channel. 

Sin embargo, rememorar la ocupación nazi de París desencadena en él una verdadera crisis de ansiedad. Recorreremos junto a ambos algunos de los pasajes más lúgubres de sus vidas como la tortura y cautividad a la que se vio sometida su hermana Catherina Dior tras ser descubierta su participación en la Resistencia y la lucha de Channel por mantener su negocio.

Los nuevos aires tras el fin de la Segunda Guerra Mundial traen renovación en las líneas y el fin del reinado de Coco mientras asistimos a las vidas cruzadas de contemporáneos y rivales comerciales de Dior como Balenciaja o Balmain.

Algunas decisiones cuestionables

Uno de los aspectos que más llaman la atención de New Look es el reparto, conformado por estrellas de peso: Ben Mendelsohn como Christian Dior, Juliette Binoche como Coco Channel, Maisie Williams como Catherine Dior, John Malkovich como Lucien Lelong, Nuno Lopes como Cristóbal Balenciaga, Emily Mortimer como Elsa Lombardi, Claes Bang como Spatz y Glenn Close como Carmel Snow.

Mendelsohn, siendo un gran intérprete, no es ni de lejos la primera opción que se nos hubiera venido a la cabeza para encarnar a Dior... de hecho, es una decisión casting muy arriesgada en la medida en que se parece físicamente bastante poco al diseñador. Que la serie bucee en una intimidad que no se puede contrastar, no ayuda a darle verosimilitud.

Por lo demás son los papeles femeninos los más interesantes: Maisie Williams y Juliette Binoche dan el do de pecho, aunque a menudo el guión resulte demasiado discursivo y evidente, con subrayados innecesarios y líneas de diálogo que rozan lo absurdo.

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Todo el amor que vimos por el oficio de la costura, por la calidad de los materiales, por las vicisitudes por las que atravesaron los diseñadores y modistos a lo largo de los años en Cristóbal Balenciaga, aquí se desvanece en pos de la creación de un thriller bastante simplista que no consigue encontrar su propia identidad.

Por otra parte, estéticamente New Look resulta ser demasiado ecléctica. No es solo que utilice unos molestos filtros que hacen que algunas secuencias parezcan una entrada de Instagram, sino que no tiene una coherencia visual: hay tramos quemados, otros envejecidos, otros hipersaturados, otros desenfocados...

No parece que haya un criterio lógico detrás de esas decisiones, agravadas por una cámara temblorosa que distrae más de lo que aporta.

Mucho más interesante resulta la banda sonora, producida por el ganador del premio Grammy Jack Antonoff que reinterpreta temas pop del siglo XX versionados por artistas como Bleachers, Florence Welch, Lana Del Rey, Matty Healy (The 1975), Beabadoobee, Nick Cave o Perfume Genius.

En suma, New Look es una serie con bastantes problemas y con un tono muy irregular pero también con algunos valores de producción que sí destacan por su calidad. Dista de ser perfecta y hay ocasiones en las que entretiene a duras penas. El resultado, bastante deslucido, no consigue revestirse ni de la elegancia ni de la profundidad que habría necesitado para ser memorable.