La plataforma de streaming Disney+, vía STAR, su apartado dedicado al público adulto, ha lanzado hoy mismo los seis episodios de unos 50 minutos de duración que componen Cristóbal Balenciaga, la serie biopic que recoge la trayectoria del modisto.

Se trata de una propuesta muy especial porque, probablemente, es una figura bastante desconocida para el gran público habida cuenta del celo con el que protegió su intimidad en vida y que apenas llegó a conceder un par de entrevistas.

El hilo conductor la serie es, precisamente, la segunda de ellas que sirve para revivir los grandes hitos de su carrera: desde su tímido arranque en París con la presentación de la primera colección en la Maison Balenciaga hasta su consagración, pasando por las dificultades de la ocupación nazi, la dura competencia de sus rivales en el mundo de la alta costura o la pérdida de sus colaboradores.

Lo primero y más importante que hay que decir de Cristóbal Balenciaga es que es una serie que no pretende juzgar al personaje sino mostrarlo desde todas las perspectivas posibles: su homosexualidad, su obsesión con el control, su increíble talento creativo y, sobre todo y ante todo, el aura de misterio que lo rodeaba.

Habrá quien se pregunte si esta serie solo tendrá la capacidad de interesar a quienes previamente sientan interés hacia el mundo de la moda y de la alta costura y desde luego hay constantes aspectos relacionados con esto: vemos desfiles de moda, los detalles y retoques entre bambalinas, la elección de las telas, los diseños sobre el papel... 

Pero todo está puesto al servicio de la evolución del protagonista, interpretado con verdadera pasión por Alberto San Juan (El cuarto pasajero). No solo se desenvuelve con comodidad en francés y euskera (preparaos para leer subtítulos), sino que lo vemos zurcir, planchar, remendar sobre la marcha... toda una serie de destrezas que lo hacen muy creíble en el rol en el que se desempeña.

Está muy bien acompañado por secundarios estupendos como Josean Bengoetxea, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani o Gemma Whelan pero, siempre, el principal foco de atención es él, con sus fuentes de inspiración y su evolución a lo largo del tiempo, desde que se sube a la cresta de la ola con la moda de lo español hasta que llega a una etapa de madurez.

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Con Cristóbal Balenciaga nos movemos en el terreno de un estudio a fondo de personaje sin renunciar por ello a mostrar las propias contingencias de la época... desde los años 30 hasta los 70, es decir, que da cuenta del cambio de los tiempos en función de la guerra primero, de la relación con Coco Channel, Cristian Dior, Givenchy,  los cambios en la industria y las clientas famosísimas.

No destriparemos demasiado para que las sorpresas queden intactas, pero chapeau por el casting y por los maravillosos valores de producción en los que se mueve esta propuesta. Es un bocado exquisito se mire por donde se mire: la banda sonora de Alberto Iglesias, la fotografía de Javier Aguirre o la dirección de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga (La trinchera infinita).

Cristóbal Balenciaga navega por la crónica de costumbres, por el drama íntimo y los entresijos de la creación artística y de la presión empresarial sin renunciar ni al sentido del humor ni al entretenimiento deteniéndose en alguna anécdota que aligera un poco el tono en lo que respecta a la concepción del arte y la forma en la que se degrada. Éste es un mensaje universal.

A fin de cuentas, es una serie de gran calidad que tiene el potencial de gustar a una amplia audiencia y, sobre todo, de hacernos pensar sobre la dificultad de innovar, a la par que recuperamos una figura que quizás nunca se ha reivindicado en la medida en la que se merece... ¿Y si Balenciaga hubiera sido francés? Puede que su historia hubiera sido muy distinta.