Crítica de La piscina (Night Swim): terror subacuático que aprieta pero no ahoga

Después del estreno de Vive dentro y Vermin, le toca el turno a nueva película de terror de la factoría Blumhouse en colaboración con Atomic Monster. Lo que significa que produce el tótem del género James Wan. ¡Palabras mayores!

La dirección recae en Bryce McGuire, creador del cortometraje de mismo título de 2014, que ahora tiene ocasión de desarrollar en formato de largo contando con Rod Blackhurst (Blood for Dust) como coguionista.

Estamos ante una película de 98 minutos de duración que sigue el esquema clásico de tantas películas vistas antes: se plantea un conflicto mediante una secuencia introductoria, tenemos el juego del gato y el ratón durante un desarrollo en el que se buscan los sustos de rigor y llegamos a un desenlace, en este caso, bastante insatisfactorio, al ser incapaz de profundizar en su mitología.

Si la casa es una ganga, hay gato encerrado

Es casi un tópico del cine de terror que una nueva familia se mude a una casa que tiene algún tipo de encantamiento, sortilegio, maldición o amenaza sobrenatural que perturba su paz. En La piscina no encontramos una excepción: los Waller se trasladan a un nuevo barrio en busca de un lugar en el que el padre de familia, Ray, diagnosticado de esclerosis múltiple, pueda recuperarse.

Su esposa Eve y sus dos hijos, Izzy y Elliot están de acuerdo en mudarse, dado que la propiedad cuenta con una fabulosa piscina de aguas termales naturales que, en efecto, empiezan a obrar maravillas en el tratamiento de Ray.

Sin embargo, cada uno de ellos experimentará diversas y terribles vivencias dentro del agua, sintiéndose acosados por una presencia que parece exigirles un sacrificio.

Ray, que había llegado a ser una estrella del béisbol y se ha visto obligado a retirarse de forma indefinida, empieza a albergar la secreta esperanza de poder volver al mundo del deporte profesional.

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La piscina - Galería de imágenes I (4 imágenes)

Cuando La piscina quiere ser sugerente, lo consigue: así que es sobre todo durante el primer tercio de la película cuando nos tiene atrapados. Despierta nuestra curiosidad por saber qué sucede, cuál es el origen de los fenómenos que están viviéndose en ese lugar e incluso hay una explicación que se esboza pero no llega a exponerse con claridad que resulta muy atractiva.

Ni que decir tiene que el agua en sí, como elemento, se ha relacionado siempre con lo sobrenatural, como un portal hacia una dimensión mágica pero también como fuente tanto de salud y bienestar que, alterada, puede convertirse justo en lo contrario. Había ahí material bien chulo del que tirar.

Buena parte del metraje es submarino, o nos sitúa en perspectivas inusuales (buen trabajo de composición de planos), así que se le saca jugo a aquello que tradicionalmente nos ha dado mal rollo de las piscinas: los desagües, los sumideros, la alterada percepción de la realidad dentro del agua con sonidos y formas distorsionados y, en suma, la falta de control en un medio atractivo pero hostil.

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La piscina - Galería de imágenes II (4 imágenes)

Sin embargo, va perdiendo fuelle a medida que tiene que resolver las jugadas. Las interpretaciones son solventes, sobre todo la de Kerry Condon, pero la trama termina derivando en situaciones absurdas y un acabado visual muy cutre que contrasta con la puesta en escena, en general, bien cuidada.

El montaje también le pasa factura al ritmo y al sentido de la película, con ciertos momentos que resultan más que confusos.

Ni siquiera el hecho de ser una producción barata exime a la película del hecho inapelable de que no llega a explicar en condiciones qué es lo que sucede. Y cuanto más obvia es, cuando tiene que mojarse mostrando las amenazas, pincha en forma de reventón narrativo. Toda la construcción del in crescendo se evapora al instante.

La piscina, a pesar de resultar bobalicona, tiene un cierto atractivo que puede resultar interesante para el público fiel al género y, de hecho, se está barajando la idea de una secuela... No hay escena postcréditos que la deje sembrada, pero tampoco la necesita.

Lo que sí es indispensable es que, de desarrollarse en el futuro, sea mucho más clara, original y lógica que esta cinta. Y que, ya que estamos ante una peli de terror, que los guionistas pierdan el miedo a salirse de las fórmulas manidas.