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Crítica de Rambo Last Blood protagonizada por Sylvester Stallone

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Rambo Last Blood principal
Rambo Last Blood cierra la popular saga protagonizada por Sylvester Stallone. Una película violenta que hace justicia al personaje que conocimos en Acorralado, y que muestra además, buenos papeles de los españoles Paz Vega, Óscar Jaenada y Sergio Peris-Mencheta.

Rambo Last Blood es una película muy honesta. Tiene las partes justas de violencia y de nostalgia para que cualquier aficionado a la saga lo considere como un buen colofón... y mira que es difícil. La dificultad radica en los bandazos que ha dado el personaje desde su primera aparición -magistral- en Acorralado en 1982. En la adaptación de la novela Primera sangre de David Morrell (1972) conocíamos a un veterano de la guerra del Vietnam; un boina verde traumatizado por lo que había visto en el frente e incapaz de reintegrarse en la sociedad. El final de la película -ATENCIÓN SPOILER- era diferente del libro, lo que permitió que el personaje fuese evolucionando, vinculado al actor que siempre lo ha interpretado en la gran pantalla, Sylvester Stallone.

De hecho, Rambo: Acorralado parte II (1985) y Rambo 3 (1988) prácticamente desvirtuaban al héroe. El drama se convertía en cine de acción y el despliegue físico de Stallone estaba acompañado por una cuenta de muertos en pantalla (247 en la segunda entrega) que supuso todo un hito en la historia del cine. En 2008 pudimos disfrutar de John Rambo, dirigida por el propio Stallone, en la que el soldado -porque pese a dejar el ejército, nunca ha dejado de serlo- maduraba. En aquella película cedía parte del protagonismo a un grupo de mercenarios, y las secuencias de combate resultaban más comedidas (nada de tanques estrellándose contra helicópteros) pero igualmente crudas. 

Rambo Last Blood - Nuevas imágenes

En Rambo Last Blood, dirigida por Adrian Grunberg y con guión de Matthew Cirulnicky y el propio Stallone, John Rambo reclama todo el protagonismo.  La película consigue mantenerse en equilibrio entre la parte dramática y la carnicería, y por primera vez contemplamos a John hablando de sí mismo. Hasta ahora, el coronel Sam Trautman (Richard Crenna) era quien más nos había contado sobre Rambo: "Comería cosas que harían vomitar a una cabra, Lo que usted llama infierno, él lo llama hogar o Matar. ¡Punto! Matar o morir... y Rambo era el mejor" eran la mejor definición del personaje.

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Pero en la película que se estrena el 20 de septiembre, él mismo se autorretrata. Nos encontramos con un veterano que no ha conseguido olvidar, que vive aislado, pero se esfuerza por integrarse en un mundo que le resulta bastante ajeno. El leit-motiv de la cinta es No he cambiado, sólo trato de ocultarlo. Y como era previsible, cuando las cosas se tuercen, vuelve a salir la máquina de matar que ha mantenido latente todos estos años. 

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Si las anteriores películas de la saga eran cine bélico, en este caso, nos encontramos con un western moderno. A lo mejor el hecho de que Rambo se haya retirado a un rancho en Arizona y que arranque la historia cabalgando con un sombrero de cowboy ya son una pista más que evidente. Pero en este caso, se trata de una historia crepuscular, casi una versión, salvando todas las distancias, de Sin Perdón (1992) de Clint Eastwood. Es la historia de un hombre maduro, sin nada que perder, que tiene que matar por última vez cuando una joven (a la que trata como si fuera su sobrina) cae en manos de una red de prostitución en Mexico, al otro lado de la frontera.

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Rambo Last Blood

En apenas 90 minutos, la obra es capaz de contar mucho, en parte gracias a unos villanos, los hermanos Martínez (Óscar Jaenada y Sergio Peris-Mencheta) creíbles, dentro de su papel convencional. Si os preguntáis por el trabajo de Paz Vega como la periodista Carmen Delgado, es una pieza común en la saga: al igual que Co Bao (la muchacha de Rambo 2) o la misionera Sarah Miller (John Rambo), se trata del único apoyo del personaje. Son mujeres fuertes que empujan al personaje, pero en su interior se compadecen de él.

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El plato fuerte está en las secuencias de acción. Desde luego que los tiroteos en el cine han evolucionado, no hay más que ver el uso de las armas que se hace en la trilogía John Wick, con coreografías brillantes, a ritmo de videoclip, y una iluminación fría. Pero Last Blood juega en otra liga; la película es capaz de recuperar el legado de Acorralado y centrarse en lo que le ocurre a las víctimas en lugar de seguir a Rambo. Y no se corta un pelo. El tramo final muestra todo el poder destructivo de las armas, sin escatimar en sangre (a veces recreándose) y recupera el uso de cuchillos, trampas y el icónico arco (esta vez sin flechas con cabeza explosiva). Toda la historia se construye para llegar a esta secuencia... y desde el punto de vista del fan, merece la pena.

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En lo que respecta a los aspecto más técnicos, de nuevo nos encontramos con un buen trabajo, que en algunos planos también recupera el tono de western del que hemos hablado más arriba, y que funcionan bien bañados en las variaciones de la banda sonora de Jerry Goldsmith (la de la película original). Se alternan los planos cortos, con cámara movida con contraluces y tonos cálidos. Es quizá el aspecto más estilizado de Last Blood. Mención aparte para las referencias, que no son muy obvias, pero que despiertan en nuestro subconsciente todo lo que hemos vivido junto a John. La chaqueta M65 como la que llevaba al llegar a Hope en el estado de Washington de la primera película, los diferentes cuchillos tomados de Acorralado o John Rambo, el comienzo bajo la lluvia, como cuando estaba buscado por la guardia nacional.

Como hemos arrancado nuestra crítica, es un buen cierre para la saga, que retoma las dos caras del personaje y encuentra un buen punto de equilibrio; es entretenida, las secuencias de acción son un tanto exageradas, pero contundentes, y por fin le da unas cuantas líneas de diálogo al personaje (afortunadamente, sin chistes como el "podemos rodearlos" de Rambo 3). 

VALORACIÓN:

Last Blood está más cerca del western que del cine bélico, y aún así hace justicia al personaje interpretado por Sylvester Stallone. La última película de Rambo es una historia crepuscular, con tintes dramáticos que despunta en los momentos de acción, escasos, pero muy contundentes.

LO MEJOR:

La secuencia de acción final. Equilibra las dos vertientes del personaje que hemos conocido en la saga.

LO PEOR:

Un tanto precipitada, y con un argumento previsible y convencional.
Hobby

70

Bueno

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