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Crítica de El regreso de Mary Poppins, con Emily Blunt

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Mary Poppins Returns
Emily Blunt se convierte en la querida niñera con El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns), el musical que funciona como secuela de la película original. Rob Marshall la dirige junto a Lin-Manuel Miranda. Llegará a los cines el 21 de diciembre.

Apenas resta una semana para que El regreso de Mary Poppins llegue a los cines: el próximo 21 de diciembre, veréis cómo Emily Blunt toma el testigo para interpretar el rol que convirtió a Julie Andrews en la niñera más adorada de la Historia del Cine. Allá por 1964, la película supuso un verdadero bombazo, convirtiéndose en una cinta de cabecera para varias generaciones, que supieron ver en ella el cruce perfecto entre la realidad y la fantasía, cuando esta última viene a rescatarnos de todo lo que nos atormenta y aflige.

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El personaje de PL Travers merecía una revisitación así, conjugando algunos elementos de su novela con el espíritu más juguetón e infantil de su versión Disney. Por cierto, no dejéis de ver y leer nuestra crítica de Al encuentro de Mr. Banks para conocer algunos de los entresijos de la gestación de la cinta original. 

Han pasado más de 50 años y realizar una película honesta con la anterior (que además sea una digna secuela a la altura del recuerdo indeleble que nos ha dejado) a la par que crear nuevos momentos memorables, era una tarea titánica que Rob Marshall ha conseguido superar con éxito. El público más fan del personaje va a gozar de El regreso de Mary Poppins de principio a fin y los nuevos espectadores tienen motivos más que suficientes para caer rendidos ante los encantos de esta propuesta de cine musical familiar, que nos traslada con las letras de las canciones valores tan necesarios como no juzgar por las apariencias o buscar un nuevo punto de vista para salir de un apuro.

Lo primero de lo que hay que hablar es de las coordenadas temporales en las que se mueve Mary Poppins Returns: los niños de la primera son ya una mujer y un hombre, (viudo él y con dos hijos) en un apuro económico que les puede llevar a perder su hogar. Estamos en el Londres de los años 30 que se enfrenta a la gran depresión, algo que queda patente en la lucha obrera de Jane Banks, en la pobreza retratada en las calles y hasta en rimas de las canciones que se atreven a señalar a la evasión que proporciona el alcohol como causante de muchos problemas.

Mary Poppins aparecerá por tanto en un contexto en el que todos necesitan un poco de magia para recuperar la esperanza y enfrentarse a esas dificultades, presentándoles al optimista farolero Jack y a su prima Topsy y haciéndolos ingresar incluso en un mundo animado.

El regreso de Mary Poppins es a la cartelera actual lo mismo que el personaje para esta familia: un rayo de esperanza. Si puede hacerse una película así, es que no estamos tan mal... En el sentido de que medio siglo después aún somos capaces de quedarnos atrapados en un drama familiar plagado de fantasía en el que ingresamos en mundos de pura evasión.

Otra parada inevitable en esta crítica es hablar de las interpretaciones: Julie Andrews en su infinita sabiduría y generosidad rehusó realizar un cameo para no dar sombra a Emily Blunt, que brilla con luz propia y se lleva el personaje a su terreno (por cierto, sí veréis a Andrews en Aquaman, que se estrena también el 21 de diciembre, realizando un cameo). La actriz se muestra entregada, perfecta en el rol con el punto justo de humor y autoridad frente a los niños (y adultos) a los que consigue devolver el arrojo que les venía faltando por la situación que atraviesan.

Pero el plato fuerte es, sin lugar a dudas, la reaparición de Dick Van Dyke: en la cinta original daba vida a Bert y a Mr. Dawes. Aquí realiza un papel relacionado con este último personaje que preferimos no desvelaros, pero que da un giro de 180 grados a la narración. Y no es la única figura mítica de la película ya que también, en el tramo final, podréis oír cantar a la maravillosa Angela Lansbury a la que hemos visto crecer en el cine, siempre con esa maravillosa voz regalándonos los oídos. De hecho, Lansbury fue la protagonista de La bruja novata, otro clásico Disney de la época, que mezclaba imagen real y animación tradicional.

El regreso de Mary Poppins no es una película perfecta. Bien es cierto que sabe incorporar nuevos personajes como esa inolvidable ya Topsy de Meryl Streep y que cuenta con números musicales apabullantes (mención especial al de la bañera, al de las farolas y a la excelente secuencia animada homenaje al cabaret) con todo lo que ello supone, todo un alarde de diseño artístico, vestuario, maquillaje y peluquería; pero también hay que señalar que no puede evitar caer en algunos de los clásicos problemas de este tipo de producciones, como es el exceso de sensiblería en momentos puntuales. Vamos, que te mete un poco el dedo en el ojo para hacerte llorar cuando no hace ninguna falta, porque ya te tiene atrapado el corazón desde hace rato.

Sea como fuere, esta película familiar es muy apropiada para Navidad y supone uno de los bombazos de la temporada. No estaría de más tener las orejas bien abiertas para quedarnos con algunos de los consejos que nos dan las nuevas canciones de la peli...

VALORACIÓN:

Musical familiar que dialoga de forma perfecta con la película original, calcando su estructura y dando a los más nostálgicos exactamente lo que van a buscar.

LO MEJOR:

Los cameos, la secuencia de animación, el vestuario, una Emily Blunt espectacular que crea al personaje que es el pilar central de la película. La BSO

LO PEOR:

El personaje de Lin-Manuel Miranda no consigue que nos quitemos de la cabeza al deshollinador de Dick Van Dyke. Le sobra sensiblería al final.
Hobby

87

Muy bueno

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