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Crítica de Los renglones torcidos de Dios, muy lejos del material original

Los renglones torcidos de Dios

Crítica de Los renglones torcidos de Dios, la adaptación de la popular novela de Torcuato Luca de Tena por parte de Oriol Paulo (El inocente, Contratiempo). Estreno este 6 de octubre.

En el podium de los directores obsesionados con sorprender al espectador estaría, por la parte que nos toca, Oriol Paulo: le gustan los giros finales, las tretas narrativas y aspira a dejar siempre a la audiencia con la boca abierta. Es lo que hemos visto en algunos de sus trabajos anteriores como Contratiempo, El inocente o Durante la tormenta, por nombrar los más recientes.

Y en la adaptación de la estupenda novela de Torcuato Luca de Tena "Los renglones torcidos de Dios" (una de esas lecturas obligatorias que solo podemos recomendaros con fervor) le pueden las ganas de hacer otra vez lo mismo.

El problema es que por el camino se deja la esencia de la obra original, que era la de servir de homenaje a los entregados equipos sanitarios que se ocupan de los enfermos mentales y de estos últimos, esas "faltas de ortografía" de Dios. Tengamos en cuenta que el propio autor se internó durante 18 días para estar en contacto con ellos y documentarse para su trabajo.

Los renglones torcidos de Dios nos presenta a Alice Gould, una mujer que ingresa voluntariamente en un hospital psiquiátrico simulando una paranoia con la voluntad de recabar información sobre la muerte de uno de los pacientes internados, a petición de un familiar.

Alice es investigadora privada pero necesita una tapadera para tratar de hacer sus pesquisas desde dentro, si bien desde su internamiento debe someterse a la misma vigilancia y control que el resto de los enfermos.

Pero pronto las fronteras de la realidad y la paranoia se difuminarán: acusada ella misma de matar a un hombre, los doctores terminarán enfrentándose a la hora de emitir un diagnóstico. ¿Es Alicia Gould quien dice ser o sufre delirios? ¿Cuál es su verdadera intención?

 

Los personajes secundarios son, en la obra original, fundamentales para comprender el devenir de la protagonista y de las dinámicas de grupo que hay en el sanatorio mental (la mayoría de ellos estaban basados en personas reales) y el final es perfecto, con sorpresas, pero sin retruécanos. El principal misterio es discernir si Alice es una embustera (consciente o involuntaria) o si dice la verdad.

En la película, por el contrario, da la sensación de que hay cierto pánico por llegar al desenlace, que nada tiene que ver con el de la novela, y hay varios cierres sucesivos, bastante efectistas pero poco eficientes.

Los renglones torcidos de Dios

Warner Bros. Pictures

No es el único problema de Los renglones torcidos de Dios: es también muy irregular en lo que se refiere al ritmo y la dirección de actores es muy mala. Solo así se explica que intérpretes tan solventes como Bárbara Lennie o Eduard Fernández estén tan sobreactuados y fuera de tono, por no hablar del circo del que están rodeados. 

Quién recuerde a la duquesa de Pitiminí, al astrónomo, al hortelano o cualquier otra trama secundaria asociada a aquellos personajes, que tan humanos nos parecieron en letra impresa, se va a asombrar de la simpleza con la que se les trata o despacha... algunos de ellos ni aparecen. En el caso de Ignacio Urquieta, eje de la historia, tampoco hay un desarrollo adecuado.

Así que ni se indaga sobre trastornos mentales como el mutismo, la mimética, la paranoia, la esquizofrenia, la fobia o la oligofrenia ni tampoco en el impresionante trabajo que hacen los equipos sanitarios para tratar los complicados casos a los que se enfrentan.

Sin embargo, Los renglones torcidos de Dios es una película larga en extensión y que se hace larga por el tratamiento del guión que desvela demasiado al principio y se dedica a dar vueltas sobre sí mismo.

En resumidas cuentas, Paulo no le ha hecho justicia al material de base. Puede que quien no haya leído la novela y no tenga con qué comparar la encuentre entretenida sobre todo al comienzo, donde se respectan algunos de los diálogos más afilados, pero poco más.

VALORACIÓN:

Independientemente de las licencias narrativas que se toma la película en su traslación a imágenes hay algo grotesco que irritará a quienes hayan leído la magistral novela en la que se basa esta película: no respeta su corazón, que es el de dignificar a los enfermos mentales y poner en valor el trabajo de terapeutas y personal de enfermería.

LO MEJOR:

La forma en la que trata de mantenerse fiel al estilo de la época: tanto la dirección artística como el vestuario se ciñe a lo esperable.

LO PEOR:

La dirección de actores deja mucho que desear. La película se alarga con varios cierres consecutivos a cual más forzado.
Hobby

50

Regular

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