Crítica de Rompiendo las normas, el 25 de diciembre en Movistar+

El 25 de diciembre llega un nuevo estreno directo a Movistar+, el último de 2020, como ya sucediera con La decisión, Avao La familia Bigfoot. En esta ocasión se trata de Rompiendo las normas (Misbehaviour), escrita por Rebecca Frayn y Gaby Chiappe y dirigida por la exitosa Philippa Lowthorpe, primera mujer ganadora del BAFTA por ¡Llama a la comadrona! que en los últimos tiempos había desarrollado sus trabajos para televisión en series como The Crown o El tercer día.

La película está basada en hechos reales y recoge las acciones del Movimiento por la Liberación de la Mujer que, en los años 70, interrumpió el concurso de Miss Mundo, celebrado en Londres con el humorista Bob Hope como anfitrión del certamen, con la intención de protestar por la mercantilización de la imagen de la mujer y para alcanzar una gran proyección en los medios de comunicación.

Tras unos minutos de confusión y con la asociación en el centro del mundo, el concurso se reanuda y, para sorpresa de todos, una mujer de negra podría ser la primera mujer de color en ganar el certamen en lugar la representante sueca, favorita para ser la triunfadora del concurso de belleza.

Está claro que Rompiendo las normas habla justo de eso: de destrozar estereotipos y de buscar nuevos caminos para evitar que haya personas sometidas (ya sea por la propia idiosincrasia imperante, la configuración social o política). Así queda de manifiesto con la representante de África del Sur, con la que hay todo un conflicto diplomático, dado que debe obedecer los intereses de su patria evitando hablar mal de ella mientras que otras concursantes tienen que abrirse paso en otros sentidos, como puede ser derribando el concepto de belleza estandarizado.

Puede parecer una contradicción, pero sin ir más lejos para Miss Granada (interpretada por la maravillosa Gugu Mbatha-Raw) el simple hecho de ser un modelo para las jóvenes que se ven representadas en ella es ya un gran logro, dado que nunca antes habían podido ver concursando a una mujer negra en un certamen de belleza mundial. 

Como curiosidad, Emma Corrin (a quien hemos visto recientemente interpretando de forma sensacional el rol de Diana Spencer en The Crown), interpreta a Miss Sudáfrica.

"Si no luchas, te mereces el puto mundo que tienes"

Por otra parte, vemos cómo se van gestando las acciones de protesta del Movimiento por la Liberación de la Mujer, que es tachado de forma poco reflexiva como puritano o descalificado de una forma brutal por el simple hecho de que pretenda que la mujer no se mida solo por su aspecto físico o que su papel no se circunscriba en exclusiva al ámbito doméstico. Incluso se explora, gracias al personaje interpretado por Keira Knightley (Sally Alexander), cuáles son los resortes que hacen que una mujer se convierta en una activista, tras topar una y otra vez contra el muro de la indiferencia o el ninguneo sistemático y tener que estar de forma permanente reivindicando su valor en un mundo de hombres que no le da tregua. Esto a riesgo incluso de colisionar con su propia madre, con quien discute a menudo por haberse adaptado a un mundo machista.

Habrá quien establezca un claro paralelismo entre la relación de Alexander y Jo Robinson (Jessie Buckley) con la de que pudimos ver en El juicio de los 7 de Chicago entre Tom Hayden (Eddie Redmayne) y Abbie Hoffman (Sacha Baron Cohen). Y es que están construidos de una forma similar: con estilos distintos, terminan confluyendo en un objetivo común.

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Nos hacemos eco de las palabras de la directora Philippa Lowthorpe, que forman parte de las notas de producción a las que nos han dado acceso: "La película no es solo una celebración de las activistas del feminismo, sino también una celebración de una sororidad común y de la idea de que trabajar juntas nos hace más fuertes que pelear entre nosotras. Tampoco hace falta ser mujer para sentirte inspirado con esta película. Habla de la humanidad y de una sociedad más respetuosa y tolerante que engloba a las mujeres y todo su talento. Y un hombre puede disfrutar con eso tanto como una mujer". Es más, entre los eslóganes que podemos escuchar en las manifestaciones, queda patente esa vocación universal del movimiento del que también forman parte los hombres, por supuesto.

Rompiendo las normas tiene vocación de ser un drama con tintes de comedia, pero ese último componente, no es su punto fuerte. Incluso es probable que un poco más de mala leche le hubiera sentado bien para resultar más épica y subyugadora. Tengamos en cuenta que Miss Mundo era el programa de televisión más visto en el planeta, con más de 100 millones de espectadores y una influencia brutal en la sociedad, de modo que no es de extrañar que tantas personas lo compararan con una inmensa feria de ganado.

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Con diferencia, el momento más emocionante de la película es el final, en el que vemos a los personajes "mirar" de forma figurada a las mujeres reales que han encarnado tal y como son a día de hoy (como si se espejaran), mostrando además qué ha sido de ellas con el paso de los años. Estamos, en suma, ante una película madura, reivindicativa y que lanza mensajes claros y complejos. Y puede que también nos sirva como toque de atención para no perder de vista el largo camino que nos queda aún por delante para alcanzar el objetivo de la igualdad real. Llama la atención que ni tan siquiera hayamos conseguido, cincuenta años después, que el mismo trabajo se remunere de la misma forma o que teniendo paridad en las aulas no la haya en puestos directivos. No cabe duda de que estos primeros happennings tenían