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Crítica de El Señor de los Anillos, película de animación de 1978

El Señor de los Anillos Animación
Crítica de El Señor de los Anillos, la película de animación de 1978 dirigida por Ralph Bakshi basada en las famosas novelas de J. R. R. Tolkien y que inspiró la saga con la que Peter Jackson revitalizó su universo.

El Anillo que revolucionó la literatura fantástica y el género cinematográfico con una principal característica: la épica. La Tierra Media crecería bajo la pluma del escritor inglés J. R. R. Tolkien desde sus primeras líneas, en 1917, hasta evolucionar en su primera novela, El Hobbit. Esta terminaría de consagrarse con la publicación de esa historia en tres volúmenes que recibió el título de El Señor de los Anillos y que sentaría las bases para el género en la posteridad.

"Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos; un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras"

Desde su publicación en los años 50, el universo de la Tierra Media ha seguido creciendo a través de la literatura, pero también del cine. Peter Jackson dirigió la saga cinematográfica que terminó de consagrar la popularidad de El Señor de los Anillosen todo el globo, pero no fue el único ni mucho menos el primero. Casi dos décadas antes y tras haber pasado por manos como las del mismísimo Kubrick (quien, por cierto, estuvo a punto de convertir a Paul McCartney en Frodo y a Lennon en Gollum), el director Ralph Bakshi consiguió cerrar un acuerdo para adaptar las novelas en una película de animación (como ya hizo Jules Bass con El Hobbit) que partiría de una promesa a Priscilla, hija de Tolkien: ser fiel al libro. Ser fiel a la obra del genio, Tolkien.

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Con motivo de su 40 aniversario, la película regresa a las salas de cine desde el 26 de enero. Inflad los pulmones, porque el Cuerno de Helm resonará en el Abismo una última vez con esta crítica de El Señor de los Anillos de animación.

La rotoscopia y la fidelidad

Uno de los primeros detalles a comentar de esta adaptación animada de ESDLA y su prometida fidelidad a las novelas originales de Tolkien es que se trata de una realidad a medias. Ralph Bakshi decidió dedicar el metraje de la cinta a cubrir los dos primeros volúmenes, es decir, La Comunidad del Anillo y Las Dos Torres, quedando El Retorno del Reyfuera de rango. Más adelante abordaremos las repercusiones que tuvo en la película, pero creíamos necesaria la pausa para explicar el camino que vamos a recorrer.

El Señor de los Anillos Animación

La adaptación animada de Bakshi comienza con unos títulos de crédito de lo más tradicionales para el género, seguidos de una secuencia de prólogo de apenas cinco minutos en la que nos introducirán en la historia de la mítica forja del Anillo Único con el que Sauron trataría de dominar el mundo. Tras caer derrotado a manos de Isildur, y cuando parecía que el curso de la Tierra Media cambiaría para siempre, el corrupto humano cayó preso de las tinieblas. Miles de años después, el Anillo llegaría por casualidad a las manos del pequeño hobbit Bilbo Bolsón. Una historia de sobra conocida por todos.

Este prólogo sigue una narración en off con la que descubriremos la historia del Anillo y cómo llegó hasta su último portador: Frodo Bolsón. La secuencia lleva un mensaje implícito destinado exactamente al público de la fecha en la que fue estrenada, a finales de los años 70, en el que con un fondo rojo como la sangre las siluetas de los personajes ilustran las palabras del narrador.

Recordemos que las novelas de Tolkien ya habían llegado a la gran pantalla a través de Jules Bass y la premeditadamente infantil película de El Hobbit, también en animación, por lo que es de supone que Bakshi buscaba situar a sus espectadores como ya en su momento lo hizo el genio con las novelas. Un público más adulto y al que ya le sonaba aquello de "Bolsón" y "La Comarca".

El Señor de los Anillos Animación

La animación fue realizada mediante la técnica de la rotoscopia, que consiste en filmar las escenas con actores reales para ser dibujadas fotograma a fotograma posteriormente en el celuloide. Algo que ya habíamos visto en la animación de las espadas láser en La Guerra de las Galaxias, Los pájaros de Hitchcock o, incluso, la popular película de Blancanieves y los siete enanitos de Disney. La fórmula ha recibido críticas tanto positivas como negativas, pero logró otorgarle una identidad visual única y lo suficientemente extraña como para no dejar indiferente a nadie.

La película está dedicada plenamente a narrar los acontecimientos de los libros de la forma más fidedigna que le permite su producción. Una de las escenas más agradecidas es la explicación con la que Galadriel, la Dama de Lothlórien, explica a Frodo Bolsón su papel en la historia, mientras nos deleitamos con la banda sonora de Leonard Rosenman y algunas escenas que nos acercan a los miembros de la Comunidad del Anillo. Bakshi iba a cumplir su promesa.

Una fuente de inspiración

El propio Peter Jackson afirmaba en los contenidos adicionales de La Comunidad del Anillo que se había visto influenciado por el trabajo de Ralph Bakshi y su cinta de animación para el rodaje de su saga, lo que salta a la vista según conozcamos a sus personajes y, especialmente, cuando no lo hagamos. Hablamos del famoso Tom Bombadil, quien, efectivamente, tampoco formó parte de la película de animación. Jackson vería en la decisión de Bakshi de eliminarlo una necesidad para adaptar los tiempos del metraje y limitar la cantidad de personajes, y decidió seguir su ejemplo. La cosa no acaba ahí, sino que en multitud de escenas, como lo es el primer encuentro de los Hobbits con un Nazgûl, apreciaremos una similitud casi calcada en la composición del plano.

El Señor de los Anillos (1978) / La Comunidad del Anillo (2001)
El Señor de los Anillos (1978) / La Comunidad del Anillo (2001)

Las similitudes en la cinta de Bakshi y Jackson se deben también a esa promesa que ambos trataron de convertir en realidad a la hora de adaptar la obra de Tolkien. El Señor de los Anillos de animación sigue casi al dedillo los diálogos originales del escritor inglés, por lo que es lógico y previsible que ambas cintas coincidan en numerosos puntos.

Un detalle para los más curiosos: el doblaje de Bilbo Bolsón en castellano fue realizado por el maestro Joaquín Díaz, quien más de veinte años después volvería a prestar su voz al hobbit en La Comunidad del Anillo.

Frodo y sus congéneres fijarán una gruesa línea entre el tono de sus aportaciones con respecto al resto de personajes que los rodean. Unos niños de gruesas pantorrillas y pies desnudos inmersos en tierras de adultos que portan espadas más grandes que su propia estatura. Los hobbits seguirán siempre un tono más amable e infantil. Es algo más cercano a lo que los espectadores de la época ya conocían de su universo y que, en su obra original, los lectores también asociaban.

Esta diferencia en el carácter será la más reconocible en la construcción de los personajes de la película, que se ven profundamente lastrados por las limitaciones del metraje. Como decíamos al principio de este análisis, Bakshi decidió rodar únicamente hasta el final de Las Dos Torres; insuficiente como para otorgarles el calado que requieren. Comprimir tanta historia y, especialmente, tantas subtramas de personajes en un espacio de tiempo tan constreñido no sólo es una tarea difícil, sino que es prácticamente imposible.

No es una tarea sencilla reconocer en los escenarios abiertos de esta adaptación el vasto y vivo universo de Tolkien. A menudo nos enfrentamos a fondos vacíos que, si bien muestran con soltura la transición entre el plano de los espectros y la realidad, no lo hacen tanto como para relacionar la aventura de sus protagonistas con una guerra tan trascendental. Las caracterizaciones de las razas son extremadamente sobrias, a excepción de los hobbits, y la escasez de planos situacionales provoca cierta sensación de perdernos entre lienzos abstractos.

Y aún así, es por ello que esta adaptación tiene un papel trascendental en el futuro éxito que Peter Jackson lograría con su trilogía: sentaba las bases de lo que el universo de la Tierra Media necesitaba a través de sus aciertos y sus errores. No necesitamos una película, sino tres; necesitamos adentrarnos en esa mitología tan rica a la que Tolkien dedicó su vida; necesitamos ver bosques, colinas, ríos, enanos, elfos y orcos imponentes que nos ericen la piel; y necesitamos sentir el peso de las emociones de sus protagonistas. Bakshi buscó un primer acercamiento a todo ello, pero la fecha y las circunstancias históricas de su producción eran un lastre inevitable.

Conclusiones

En muchas ocasiones hablamos de lo bien o lo mal que envejece una película cuando tenemos suficiente espacio como para echar la vista atrás. Éste es uno de esos casos. El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi es una obra única, mimada, fiel a una promesa tan eterna como su autor. Aprovechó los avances tecnológicos de la animación rotoscópica para aportarle más empaque y construyó los cimientos sobre los que posteriormente se erigiría una de las sagas más memorables de la historia del cine. Y lo mejor de todo: todavía hoy tiene un valor innegable.

Sus personajes adolecen de ser planos, tiene una construcción que se torna más apresurada según avanzamos en el metraje, se aleja del encanto del original y su final tan difuso no le pasa la mejor factura; pero en aquellas tardes en las que las televisiones locales juntaban a hermanos frente al televisor para enfrentarse al temido Sauron y sus hordas de orcos son la muestra más fiel de su huella en los espectadores. Porque, por aquel entonces, Bakshi había firmado la mejor adaptación hasta la fecha, había revivido la llama que permitió reeditar las novelas y lo que es aún más importante: había sido fiel a su promesa.

VALORACIÓN:

El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi puso las primeras piedras de una historia que, si bien está tratada con el mimo de un seguidor de Tolkien, se queda corta por las propias limitaciones del metraje y un cierre apresurado.

LO MEJOR:

Su fidelidad a la obra original y la innovación en la técnica de animación por rotoscopia.

LO PEOR:

La limitación del metraje hizo imposible abarcar la historia con la profundidad que merece, dejando una obra inconclusa y poco desarrollada.
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68

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