Crítica de Una sombra en mi ojo: un muy correcto drama bélico de Netflix

Una sombra en mi ojo parece haber aterrizado en Netflix en el momento correcto, un momento que nos permite, si queremos, revisar el pasado para juzgar nuestro convulso presente. Ya sabéis que quien no conoce su pasado, está condenado a repetirlo, como suele decirse.

La película nos lleva hasta la Segunda Guerra Mundial, concretamente a Dinamarca en marzo de 1945. Sólo con estos datos ya se está planteando una posible barrera inicial si no te gusta el género del drama bélico. Particularmente, si ni sabes lo que ocurría en Dinamarca por aquella época.  

Por suerte, Una sombra en mi ojo intenta acercar su historia a un público más amplio que el local. La primera forma que tiene de conseguirlo es con un impecable doblaje al castellano, que mantiene en versión original las voces de los ingleses y alemanes. La segunda es contextualizando los acontecimientos tanto al inicio del metraje como al final.

La resistencia había pedido a los británicos que bombardearan la sede de la Gestapo en Copenhague. Spoiler: sale mal. La Royal Air Force acabó bombardeando un colegio lleno de estudiantes de primaria. Básicamente, esta es la idea general que tienes de la película si combinas la información que te dan al principio y la sinopsis de Netflix antes de ponerte a verla.

Pero para que podamos conectar con esta desgracia, Una sombra en mi ojo necesita darnos los elementos necesarios para que nos afecte el drama. Y su mejor arma se encuentra en sus personajes. 

Aunque principalmente estaremos siguiendo la historia de tres niños, también aparecen en el relato las perspectivas de diferentes personas relacionadas con el conflicto, como las monjas que dan clase en la escuela, prisioneros de guerra o militares como al que interpreta Alex Høgh Andersen, al que seguramente conoceréis por su papel de Ivar en Vikingos.

15 películas de guerra en Netflix, HBO y Amazon Prime Video que son obras maestras del género bélico

Si el guion se hubiera centrado exclusivamente en dejarnos ver la historia a través de los ojos de esos niños estaríamos ante una película muy diferente, pero eso no significa que no consiga acercarnos a su situación. Su presencia es un acierto, digamos que resultan efectivos como detonantes emocionales y para hacer avanzar la trama, aunque sin llegar a ser memorables.

Entendemos cómo los adultos tratan por todos los medios de alejarlos de las desgracias que ocurren a su alrededor, aunque resulte imposible negarlas. Descubrimos el mundo fantástico que imaginan en su vida cotidiana, donde se aprecia la experiencia de Ole Bornedal como director de películas de terror.

Esta imaginación es igual de oscura que el resto del metraje, de colores desaturados y paisajes cubiertos por la bruma, con un cielo constantemente encapotado, cuyas nubes se fusionan con el humo de una ciudad recreada fielmente con ayuda del matte painting.

El aura infantil también está presente en su banda sonora, la cual utiliza silbidos y cantos diegéticos que siempre buscan un contraste entre la inocencia de sus protagonistas y las atrocidades que les rodean.

Es un recurso que no sólo utilizan en la música al alternar canciones felices con situaciones conflictivas. También lo vemos en el extenso montaje paralelo de los aviones con las bombas que se van aproximando al colegio mientras sus alumnos van desarrollando esa interminable jornada escolar que no acabará.

Pero el final es sólo el principio. Tres mujeres van a una boda en taxi por una carretera rural. Un niño silba montando en bici. Un tiroteo. Un fallo de cálculo. Un trabajo mal hecho. Un trauma.

Todo lo tratado en la crítica de Una sombra en mi ojo nos lleva a una conclusión: es correcta pero no revolucionaria. Es una película bien hecha, con una buena estructura, casi podríamos decir que de manual. 

Por eso no la recordaremos, porque es una más, que sabe dónde poner las notas tristes y dónde suavizar la dureza, porque nos da lo que esperamos de ella casi sin tener entidad propia, sin llegar aportar una visión única, simplemente siendo precisa en lo formal.

Una sombra en mi ojo es, a pesar de todo, una película de nicho que seguramente habremos olvidado dentro de unos meses y que no se convertirá en el nuevo referente cuando hablemos de películas ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial, pero si el cuerpo te pide cine bélico, esta cinta de Netflix cumple su propósito. 

Conoce cómo trabajamos en HobbyConsolas.