Crítica de Ted Lasso 3x01: Smells Like Mean Spirit, ya disponible en Apple TV+

Tedlassitas del mundo, ¡reuníos! La tercera temporada de Ted Lasso (y puede que la última) ya ha comenzado a emitirse en Apple TV+. Desde hoy, cada miércoles, veremos un nuevo episodio de la serie hasta que se complete el próximo 31 de mayo.

Se mantiene el formato: son doce en total, de unos 25 minutos de duración de media como es costumbre, y de momento solo hemos tenido acceso al primer tercio, es decir, los cuatro primeros aunque hoy solo vamos a profundizar en el primero de ellos.

¿Cómo están las cosas al principio?

Llega el comienzo de una nueva temporada y es el momento de que nuestro protagonista se despida de su hijo, con quien ha pasado seis semanas de asueto. Regresa a Kansas para vivir con su madre, que parece haber iniciado una nueva relación.

Este cúmulo de situaciones personales le va a pasar factura en forma de tristeza, angustia e inseguridad que le llevará a experimentar algún momento de pánico, aunque estará bien asistido por su terapeuta. Roy, por su parte, también pasa por una crisis cuando Keeley y él decidan separarse abrumados por el tiempo que tienen que dedicar a sus respectivos trabajos. 

Pero, a pesar de los avatares del destino y los momentos de zozobra que viven nuestros queridos Ted y Roy, es hora de afrontar el entrenamiento del recién ascendido AC Richmond que ha vuelto a la Premier League, si bien la moral del equipo no puede estar más baja.

La prensa especializada y las redes sociales se ceban con los pronósticos, sentenciando que quedará en última posición mientras que el Wes Ham United, el equipo propiedad de Rupert Mannion (exmarido de Rebecca) que fichó a Nathan como gran estratega, cuenta con la aprobación de todos y parte como favorito.

Los métodos de un equipo y otro no pueden ser más distintos dentro y fuera del campo: Ted trata de ser constructivo, mantener el buen humor y crear un ambiente de cohesión y esperanza mientras que Nathan trata de forma humillante a los jugadores y permite que le inflen el ego de forma preocupante. El "chico milagro" sufrirá una gran evolución.

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Aprendiendo a canalizar la mierda

Si por algo se caracteriza Ted Lasso es por hablar, con mucho sentido del humor, de aspectos relacionados con el crecimiento personal sin que suenen aleccionadores o rimbombantes.

No se trata de una serie "buenista" sino de una buena serie con la capacidad de contagiar el entusiasmo, la buena onda y la humildad, algo más que necesario en un mundo que exige por encima de todo resultados. Lo más importante no es ganar a toda costa, pero hay que intentarlo de una forma honesta.

Ted Lasso trata de canalizar los valores humanos más básicos (empatía, colaboración, trabajo en equipo, integridad moral, perseverancia, prudencia, etc.) a las gestas deportivas, pero tenemos muy claro que lo que nos muestran lo podemos incorporar a nuestras vidas para ser un poco más felices y estar algo más sanos mentalmente. ¡Y qué bueno es saber reírse de uno mismo!

En este primer episodio de la temporada encontramos una genial reflexión sobre cómo afrontar comportamientos tóxicos y sobrevivir a los ataques personales y las críticas fuera tono: es bueno trabajar en uno mismo para aprender a canalizar los detritus, materia inerte de desecho que solo puede "obstruir" nuestro ánimo y embotarnos. Fuera la ira, el odio, el revanchismo y el bloqueo que conlleva.

Y buena lectura también como equipo la de construir puentes por los que fluya la energía positiva cuando se produce un bajón.

Ted Lasso 3 sigue apostando por sus fuertes personajes cuyas personalidades están muy bien delimitadas por sus actos y su forma de ver las cosas. Roy sigue siendo un hueso duro de roer, pero con un corazón de oro al que no se le cae el "p*t*" de la boca, Ted un rayo de sol, Rebecca la gran mentora de Keeley y ella un torbellino de emociones. Se complementan a la perfección.

Todas las piezas están en el tablero o, mejor, dicho, todos los muñecos de LEGO están montados en su campo de fichas de colores, para hacernos disfrutar de lo que se antoja el broche de oro para una serie magnífica.