Crítica de Till Death. Hasta que la muerte nos separe, protagonizada por Megan Fox y su perfecto gloss

Hay películas que no sabes si están pensadas para contar una historia o si se concibieron más bien como un anuncio muy largo de maquillaje porque, seamos sinceros, lo que marca Till Death. Hasta que la muerte nos separe es el gloss everlasting de nuestra querida protagonista, Megan Fox, que rivaliza con su propia presencia en pantalla.

Es más, es lo que lleva a esta película a salirse del canon del thriller de terror para incursionar en la ciencia-ficción... porque ya os decimos que no existe rimmel waterproof ni eyeliner que sobrevivan a semejante gesta de supervivencia extrema.

Bromas aparte, quien vaya al cine a ver Till Death, seguramente no va en busca de una película verosímil, así que es de ley perdonarle las fantasmadas en pro de disfrutar de la tensión, que es la verdadera constante de la cinta.

Estamos ante el debut en el largo de Scott Dale (que aparece como SK Dale en los créditos) y cuenta por tanto con todos los habituales problemas y virtudes de un primer proyecto de estas características. 

De primeras ha sido inteligente y ha optado por un buen gancho para el público (la actriz) y una historia sencilla, con pocos personajes y localizaciones que cuenta con las secuencias de acción justas para equilibrar la historia, mantener el interés hasta el final y proporcionar buenos salpicones de sangre.

La película es por tanto modesta y no requiere de un gran presupuesto y se entiende que, dadas las dimensiones de la producción, el rodaje también habrá sido corto.

Y hay que reconocer también que el punto de partida es intrigante. Till Death arranca mostrándonos cómo Emma, una mujer infelizmente casada, abandona a su amante, uno de los trabajadores de su marido Mark, en la víspera de su aniversario.

Él, un afamado abogado, ha estado defendiendo al hombre que atacó a su esposa cuando todavía no se habían casado, algo que a ella le molesta tanto o más que su actitud altiva, dominante y controladora.

Después de una velada llena de desencuentros, Mark insta a Emma a vendarse los ojos para conducirla a un lugar sorpresa. Allí comenzará su pesadilla cuando se dé cuenta del macabro plan de su marido para vengarse de ella por su infidelidad.

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Dado que Till Death es bastante transparente respecto a las intenciones del guión, que como decíamos plantea el juego del gato y el ratón en el cual están claramente repartidos los papeles de villanos y héroes, cabe reflexionar sobre si consigue su voluntad última de llevar al extremo una relación tóxica de posesión y celos. 

Tengamos en cuenta que estamos ante una representación de lo que supone el abuso físico y mental de una persona hacia su pareja.

En este sentido, se echa en falta más humor negro: están muy bien calzados aspectos como el traje de novia y el uso que se le acaba dando, el retrato de boda apuñalado en una pelea cuerpo a cuerpo o la metáfora de la gargantilla como yugo siniestro, pero quizás algo más de mala uva y una deriva menos seria le habría venido bien a la película.

En líneas generales, Megan Fox demuestra estar más que capacitada para liderar ella sola una película de estas características, en la que la demanda física es importante, pero también que necesita dejar de preocuparse por su aspecto físico y no tener miedo de afearse, ensuciarse o magullarse si su personaje lo requiere.

En recientes declaraciones a la prensa ha hablado de su "dismorfia corporal" y ha profundizado en el colapso psicológico que sufrió y la alejó de los focos por el miedo a que se burlaran de ella. En sus palabras, le ha pasado factura la sexualización a la que la sometieron los medios a partir de su aparición en películas como Transformers.

Así que, más allá de que la película sea eficiente, sorprendente o entretenida en su dosis justa, su gran valor es el de devolvernos a una actriz a la que le queda mucho recorrido para superar sus miedos, pero que ha dado un importante primer paso al frente para liderar este proyecto.

Como en la propia ficción, ha luchado y está luchando para deshacerse de un lastre y salir adelante, algo que culminará cuando se deje filmar con la cara lavada. A veces la belleza es una condena.