Crítica de Tres, con Marta Nieto "fuera de sincro"

Hay aspectos de una película que solo captan nuestra atención cuando funcionan rematadamente bien o rematadamente mal. Es el caso del sonido: si todo fluye, es gracias a que el equipo responsable del audio ha hecho lo que tenía que hacer, es decir, aportarle verosimilitud a los que escuchamos en la sala de cine.

Muy a menudo, cuando valoramos una obra, atendemos a nombrar a los que consideramos los principales autores: la dirección, el guión y la banda sonora, quizás la fotografía o el diseño artístico cobran relavancia en proyectos puntuales, pero son muchísimas más las personas que trabajan para que todo vaya a pedir de boca en un rodaje y, por supuesto, durante la post-producción.

Juanjo Giménez dirige y coescribe Tres junto a Pere Altimira su segundo largometraje tras su debut en el largo con Nos hacemos falta en 2001. Ha sido una larga espera cuajada, eso sí, de éxitos, como el que obtuvo con el cortometraje Timecode que le valió la Palma de Oro en Cannes, el Premio Goya y fue nominado al Oscar.

Con su nueva película reivindica la "labor invisible" de los diseñadores de sonido, que desde la soledad de sus estudios dedican horas a componer lo que escucharemos y que, como decíamos, en el caso de que sea todo sea correcto, no llegará ni siquiera a llamar nuestra atención.

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Marta Nieto es la protagonista absoluta de una película de tempo pausado que nos lleva a conocer el drama íntimo de una mujer desarraigada y huraña que dedica su vida a su trabajo. Consiste básicamente en editar, mezclar, componer y grabar efectos de sala para enriquecer el paisaje sonoro de las piezas que le encargan.

El estudio se ha convertido además, por diversas razones, en una suerte de segundo hogar en el que refugiarse de la ruptura con su pareja, de la deteriorada relación con su madre o con sus compañeros de trabajo, con los que mantiene un contacto tenso, sobre todo desde el momento en el que descubren que está entregando copiones fuera de sincronización.

Es como si de la noche a la mañana, estuviera "desincronizada" con la realidad. Si da una palmada, tarda un instante en escuchar su sonido y, lo peor, es que con el paso de las horas el problema se va agravando.

Con la intención de descubrir qué es lo que le está sucediendo, se verá obligada a ponerse en contacto con su madre, que la instará a descubrir un pasado que ha estado tratando de olvidar de forma inconsciente.

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Mucho más brillante en su planteamiento que en su desenlace, demasiado ambiguo y abierto a multitud de interpretaciones, Tres es una suerte de película experimental en la que, por una vez, el sonido es el gran protagonista de la trama y nos lleva a interrogarnos sobre lo que significa a nivel profundo para alguien tan centrado en él el hecho de que lo perciba tarde...

De paso sirve de excusa para crear un par de secuencias simpáticas como una en la que sigue el rastro sonoro de alguien que la va guiando hasta un lugar. Es increíble como un pequeño desfase de unos segundos reconfigura lo que vemos en pantalla.

La alteración de la percepción de la realidad de nuestra diseñadora de sonido (que podría delatar un problema de salud de no ser por la incursión en el fantástico de la película) puede resultar en algunas ocasiones angustiante y peligrosa, pero en otros es hasta reconfortante y agradable.

Mención especial, por supuesto, para el trabajo de Marta Nieto (Cosmética del enemigo), que vuelve a ser impecable y nos lleva a navegar por todas esas sensaciones desencadenadas por el desfase, que en un momento dado incluso se invierte, llevándola a escuchar lo que imaginamos que es el futuro.

Eso sí, nuestra recomendación para quienes vayan a la sala de cine a ver Tres es que lo hagan con la mente muy abierta y siendo conscientes de que a fin de cuentas estamos ante una especie de drama existencialista sin prisa para desenvolverse. Se agradece, hay que subrayarlo, la originalidad de la propuesta dentro del catálogo de cine español disponible.