Crítica de La unidad: Kabul, el cierre nos desplaza al origen del terrorismo yihadista y hace revivir una pesadilla colectiva reciente

¿Es La unidad nuestra serie favorita de Movistar Plus+? A pesar del alto nivel de gran parte de sus producciones originales, podemos decir rotundamente que sí y las razones son múltiples. Por un lado, es una de esas series incomparables, de rabiosa originalidad desde su punto de partida y una tremenda valentía.

En los tiempos que corren, cuando aún no han pasado dos años desde el cataclismo que ensombreció el futuro de Afganistán, la realidad del país ha dejado de acaparar titulares. Europa se centra en su propia crisis de valores y afronta las consecuencias de tener dentro de sus fronteras una guerra que se antoja interminable.

La unidad: Kabul, no obstante, quiere hacernos recordar y caminar en los zapatos de las personas de las que nadie parece querer hablar ya. Dani de la Torre y Alberto Marini, sus creadores, se han impuesto un compromiso con la realidad difícil de asumir por dos motivos: todos hemos sido testigos recientes de lo que nos cuentan ahora desde la ficción y no han podido rodar in situ.

¿Cómo salir airosos de una empresa tan ambiciosa? Ellos mismos nos lo han contado en unas entrevistas en las que hemos podido hablar con ellos y con el reparto de la serie que llega de esta manera a un final agridulce, con luces y sombras, porque en su ánimo nunca estuvo edulcorar la realidad, sino retratarla con respeto y alejándose de los clichés heredados del audiovisual anglosajón.

La unidad: Kabul, nos sitúa en Afganistán en los días previos a la caída de la capital en manos de los talibanes. Miriam, Najwa, Marcos y Massoud, uno de sus colaboradores, están en una misión de campo tratando de impedir un nuevo atentado en España cuando la situación se descontrola y se ven obligados a huir. 

Ha pasado un año desde lo que vimos en la segunda temporada de La unidad y Carla, por su parte, trabaja en una empresa privada que se dedica a la importación de litio cuando se entera de que sus antiguos compañeros están en apuros y no duda en viajar a Kabul para tratar de localizarlos y sacarlos del país in extremis.

De forma paralela conoceremos a la familia de Massoud, con la que pierde contacto desde el momento en el que cae la red de telefonía móvil. Su esposa Fazela es una reputada doctora que comienza muy pronto a tener dificultades para ejercer bajo un régimen que la desprecia y ningunea.

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La unidad: Kabul sigue sigue siendo un ejemplo a muchos niveles: consigue conectar el drama íntimo a la tragedia colectiva; no descuida la acción pero sí evita las heroicidades inverosímiles y tiene la capacidad de mostrar, con simples pinceladas, las diferentes idiosincrasias de los personajes, atendiendo a su situación personal tanto como a la profesional.

Gran guión, sobresaliente dirección, soberbias interpretaciones por parte no solo de los excelentes intérpretes que conforman el grupo principal, con el que ya estamos familiarizados, sino también de aquellos que tienen un menor recorrido profesional y actúan desde lo vivido en sus propias carnes. Todo el arco argumental de Shabnam Rahimi y su trabajo pone los pelos de punta.

Hay en esta serie también una voluntad didáctica para acercar a la audiencia un conflicto muy poliédrico en el que hay muchas aristas: muyahidines,  talibanes, ISIS-K... Y de por medio una sociedad civil muy distinta en función de la vida que se lleva en los núcleos urbanos y los entornos rurales en los que la gente simplemente trata de salir adelante.

En esta temporada se eleva el listón de la producción para recrear las calles, el aeropuerto atestado, el hospital, las aldeas, fortalezas y hasta trepidantes persecuciones a caballo, siempre contando con cierto nivel de improvisación del reparto que le aporta aún más verdad a una composición de planos impecable y a unos escenarios de un realismo escalofriante.

Todo al servicio de la misma idea que ha articulado la serie desde su comienzo: que somos humanos y llegamos hasta donde llegamos. No hay miedo por remover uno de nuestros traumas recientes y por señalar el fracaso de los planes en la región, a fin de cuentas y eso también es digno de elogio.

La mala noticia es que es una despedida y que a más de dos les puede saber a poco que no haya algo más de interacción entre los supervivientes... La unidad no obstante ha sabido cerrar arriesgando, poniendo toda la carne en el asador y apostando por crear una ficción única, actual, crítica y de enorme resonancia.

No hay nada ni remotamente parecido en el amplio campo del streaming actual, así que hay que tenerla en alta estima y seguir de cerca a sus creadores y todo el equipo humano del que se han rodeado para brindarnos una experiencia tan emocionante.