Crítica de Los valientes: Netflix nos lleva hasta Sudáfrica para contarnos una de dioses y superhéroes

Si hace once años, cuando iba a empezar la carrera universitaria y estaba completamente enganchado a las series estadounidenses, me llegan a decir que iba a ver un programa televisivo de producción sudafricana, en la mayor plataforma streaming del planeta y con un corto fantástico-superheroico… Jamás me lo habría creído.

Los valientes, la nueva serie de Netflix, está ya disponible en catálogo del gigante norteamericano. Lleva desde el viernes disponible, aunque seguramente haya pasado desapercibida para una amplia mayoría del público. A fin de cuentas, la muerte de la reina Isabel II ha rebotado el interés nuevamente hacia The Crown.

Me gustaría deciros que conozco ampliamente a los creadores y los actores de esta serie de Netflix, pero os estaría mintiendo. Soy un ignorante en ese sentido. Mi conocimiento de Sudáfrica se limita a la experiencia que viví el verano de 2010 —como la mayoría de españoles— y la huella imborrable que dejó Nelson Mandela en el mundo.

Más allá de eso, Los valientes de Netflix ha sido una auténtica sorpresa. Me ha trasladado a un mundo completamente ajeno a mi zona de confort y absolutamente alejado, como ya he dicho, de mi experiencia audiovisual. Y eso, como punto de partida, me ha resultado verdaderamente gratificado. Soy de naturaleza curiosa, no os voy a mentir.

¿Qué podemos esperar de esta serie de Netflix?

La serie de Los valientes viene a ser una especie de historia que funde la mitología local con el misticismo, lo sobrenatural, lo fantástico e incluso lo superheroico. Podríamos decir de la  trama que una diosa se ha reencarnado en un ser humano y desea vengar la muerte de su hermana. Para ello, deberá aprender a usar sus poderes.

Por el camino, va derrotando a un montón de enemigos, debe cuidar de su familia y tendrá que aprender no solo a emplear sus extraordinarias y novedosas habilidades, sino también a conocerse a sí misma, descubrir los límites de su poder y crecer como individuo más allá de la divinidad «inmortal» que pervive en su espíritu.

Para ello, los creadores han debido de inspirarse no solo en la mitología nacional de su país, sino también en la realidad sociopolítica en la que se enmarca la serie. Y digo «han debido» porque, como he dejado claro antes, no conozco dicha realidad. Me es totalmente ajena. Y, como soy un ignorante en ese aspecto, prefiero no introducirme.

Baste decir que un par de búsquedas relacionadas, un poco de lectura —he avisado de que soy algo curioso— y unas cuantas referencias me han servido para confirmar mis suposiciones. Los creadores de Los valientes en Netflix han querido aprovechar la ventana de estar en el catálogo más grande del mundo para exponer determinadas cuestiones.

El carácter político de la serie se deja entrever desde los primeros compases. Lo hace sin ningún tipo de reparos o miramientos, de golpe y porrazo, inyectándotelo como si fuera una dosis de realidad sudafricana que es inevitable atacar en esta historia. Y, visto lo visto, parece que ha sido importante resaltarlo para dar forma a la trama.

Más allá de eso, Los valientes es una serie divertida, distendida, entretenida y otros adjetivos similares. Vamos, que es una buena opción dentro de la parrilla televisiva, aunque actualmente todo está demasiado copado con franquicias. Star Wars, Juego de Tronos, Marvel y El Señor de los Anillos al mismo tiempo. Bendita locura de nuestro tiempo.

Los valientes de Netflix es una serie de televisión perfecta para maratonear por puro ocio delante de la televisión. Si no tienes nada que ver que pueda llamarte la atención, adelante. Está bien filmada, tiene una buena factura técnica, posee un rollete exótico idóneo para los más curiosos y… Hay superpoderes. ¿Qué más podemos pedirle?