Crítica de Vienna Blood: Sherlock Holmes y Freud se citan en Austria
Viena, 1906. El sol nace en el horizonte para bañar con los primeros rayos del día sus calles. En palabras del doctor Max Liebermann es el paraíso de los pedantes, de la magnificencia, la rectitud y el decoro. Para nosotros, las calles de Viena serán las protagonistas de una nueva trama policíaca que durante seis capítulos nos embriagará de pasiones dramáticas con macabros asesinatos y una pareja exquisita de investigadores: es Vienna Blood, la serie de suspense disponible en Movistar Plus que ya está preparando su segunda temporada.
El joven Max Liebermann (Matthew Beard) es un médico y estudiante que sigue las doctrinas del psicoanálisis de Sigmund Freud, lo que lo lleva a ser extremadamente cuestionado por sus tutores y colegas de profesión. Sus conocimientos, sin embargo, lo llevan a formar equipo con el detective Oskar Rheinhardt (Juergen Mauer), un policía puro corazón que tendrá que resolver un macabro asesinato. La pareja de investigadores tratará de resolver algunos crímenes ocurridos en la capital del Imperio austrohúngaro mediante el desarrollo de perfiles psicológicos de Liebermann y la intuición de Rheinhardt.
Vienna Blood está basada en las novelas de Liebermann de FrankTallis, y ha sido creada y escrita por Steve Thompson, guionista de series como Sherlock o Doctor Who. De casta le viene al galgo, por supuesto, porque su última creación bebe de las peripecias en pareja de Sherlock y se funde con las teorías de Sigmund Freud para construir una serie estimulante que consigue crecer con el desarrollo de sus personajes. Una versión refinada de la miniserie de Netflix Freud que analizamos hace algunos meses, menos extravagante y con un gusto estético exquisito que nos hará disfrutar de lo lindo con su recreación de la majestuosa Viena de principios del siglo XX.
La serie no pierde el tiempo con introducciones densas: una ligera narración en la que Liebermann rompe la cuarta pared para que descubramos a la primera víctima de la ciudad, conozcamos algo del carácter del joven doctor y de paso descubramos la estoicidad del detective Rheinhardt, que entra en la escena del crimen tirando una puerta abajo a patadas. Como os podéis imaginar, la serie se desarrollará al mismo ritmo que la relación entre la pareja protagonista, sus particulares subtramas y cómo su trabajo en equipo termina siendo la piedra filosofal sobre la que sus vidas se angularán no solo para la primera temporada, sino para las que están por venir.
El tercer vértice de este triángulo lo forma la propia Viena: un elemento narrativo en sí mismo, que se convierte en el vehículo por el que toman sentido tramas y subtramas permitiendo el crecimiento de la historia. La excelencia y el desarrollo en contrapunto con la depravación, la envidia y la maldad; los albores del antisemitismo que comenzaban a salpicar a los vieneses; el enaltecimiento patriótico y el desarrollo primigenio de la crimonología, son temas que sacuden a los protagonistas y de los que beben para la evolución de sus personajes. Además, a su tercera protagonista la visten de gala, ofreciéndonos una galería exquisita de planos, colores y luces que la hacen brillar con luz propia.
En este tipo de producciones es un auténtico placer poder disfrutar del trabajo subrepticio detrás de la construcción de la historia. Los ángulos y movimientos de cámara junto a la utilización de colores complementarios para enriquecer las composiciones dan como resultado una atmósfera atrapante y cautivadora, de las que necesitarías unos capítulos más para poder estudiar cada rincón de su belleza. No es una historia rimbombante, ni los acertijos criminalísticos apuntan a la oscuridad de la también interesante El Alienista, pero el conjunto de Vienna Blood es sencillamente embriagador, con una banda sonora y un tema principal que anticipan con el inicio de cada capítulo una hora de deleite fílmico.
Hemos hablado en muchas ocasiones de series en las que son necesarias varias horas de metraje para que sus personajes y sus tramas encajen en la estructura que engancha a los espectadores, pero este no es uno de ellos. Su arranque tan directo, sumado a la excelsa calidad de la producción que se mantiene durante el resto de la temporada la posiciona como un visionado extremadamente agradecido para los amantes del género policíaco y de suspense. Las actuaciones, especialmente las de nuestros protagonistas, son francamente notables, y si bien los diálogos podrían haber arriesgado un poco más en los tecnicismos de la psicología y la filosofía sobre la que se erige la trama, el guion de la primera temporada es preciso en su justa medida para que estemos deseando echar el guante a una segunda.
¿Qué males podríamos achacarle? Algún que otro gazapo histórico, mínimo y dirigido a servir de ayuda al espectador, y un clímax de temporada que sabe a poco. Algunos de los personajes secundarios quedan desdibujados o son marionetas que aparecen en los primeros capítulos por pura necesidad narrativa y desaparecen de forma demasiado drástica, pero es esa economía en la trama la que le permite, por otro lado, desarrollar las influencias históricas que enriquecen la serie. Una vuelta habrían merecido, eso sí, las persecuciones y la edición de las mismas, que se despegan del tono de la serie y pueden llegar a ser un tanto caricaturescas.
La primera temporada de Vienna Blood es ambrosía para los amantes de las tramas detectivescas, de los bombines y los trajes de época. El diseño de producción y el vestuario ponen la guinda a una producción que merece la pena disfrutar al ritmo lento con el que se desarrolla, disfrutando de cada escenario y de las actuaciones de su elenco artístico. Algunos encontrarán en ella elementos comunes con muchas otras historias del género, pero si conseguimos abstraer esa repetición de fórmulas argumentales, la serie ofrece una atmósfera exquisita sobre la que se articulan los tres casos de investigación de la primera temporada. Si pudiésemos escribir una lista de deseos para la segunda temporada, nos encantaría ver cómo se desarrollan sus reflexiones históricas sobre el antisemitismo, y cómo afrontan el nacimiento del psicoanálisis con algo más de profundidad de lo que hemos visto en la primera entrega. Mientras tanto, vamos a recoger la gabardina de la tintorería y a entrenar nuestra mejor verborrea.
VALORACIÓN:
Vienna Blood es una serie policíaca de atmósfera exquisita, con un trabajo de producción tan notable que podríamos apagar el sonido y simplemente disfrutar de su composición fílmica. Ese motivo sería suficiente para darle una oportunidad, pero las interpretaciones, la historia y sus personajes funcionan con la misma precisión.LO MEJOR:
El diseño de producción, el vestuario, el mimo con el que han tratado la composición de cada plano y las interpretaciones protagonistas.LO PEOR:
Algunos desajustes históricos ycierta falta de atrevimiento al adentrarse en los detalles médicos y psicológicos de sus análisis.80
Muy buenoDescubre más sobre Rafa Dominguez, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Hobbyconsolas.