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Crítica de The Wandering Earth, ciencia ficción china en Netflix

The Wandering Earth
Crítica de The Wandering Earth, dirigida por Frant Gwo. La última sensación cinematográfica china está basada en un cuento corto de Cixin Liu y adaptada a la gran pantalla por Gong Geer, Ye Junce, Yan Dongxu y Yang Zhixue. El reparto cuenta con Jing Wu, Chuxiao Qu o Guangjie Li, entre otros artistas chinos.

La vida de 3.500 millones de personas está en juego. Sorprendentemente, dedicar un par de minutos por la mañana a preocuparnos por el medio ambiente no fue suficiente para salvar la Tierra. O, al menos, no lo ha sido para los protagonistas de la historia que nos cuenta The Wandering Earth (La Tierra Errante), la gran producción china que se ha abierto hueco en las listas dando sopapos con los fajos de billetes de su recaudación.

Llegaba a los cines el pasado 5 de febrero, coincidiendo con el Día del Año Nuevo Chino, y es que en China Film Group Corporation ya podían intuir que habría mucho por lo que celebrar. The Wandering Earth es, a día de hoy, la tercera película más taquillera de 2019 con 700 millones de dólares de recaudación, sólo superada por los fenómenos superheroicos de Marvel, Capitana Marvel y Vengadores: Endgame. Huelga decir que la práctica totalidad de su recaudación viene del mercado doméstico chino (690 millones de dólares); una muestra más de esa golosina a la que tanto quieren hincar el diente las grandes productoras internacionales.

¿Y qué han hecho para lograr un blockbuster de tal dimensión y sin precedentes en China? Dar un golpe de pecho en un terreno que parecía propiedad exclusiva de Hollywood: la ciencia ficción de gran calibre. The Wandering Earth, basada en la noveleta homónima escrita en el 2000 del exitoso autor chino Liu Cixin, nos sitúa en un futuro que cada día parece menos lejano en el que la humanidad está en jaque a merced del único dios tangible: el Sol. La estrella ha comenzado a expandirse y el apocalipsis se cierne sobre la totalidad de las razas que habitan nuestro planeta. ¿La solución? Poner diez mil motores de propulsión a lo largo de la superficie terrestre y, literalmente, navegar por el espacio en busca de un nuevo sistema solar habitable como si la Tierra fuese el Halcón Milenario. Decidme que no es maravilloso.

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Hasta un grupo de científicos de la Academia China de las Ciencias trabajaron como consultores durante el proyecto. Lejos de analizar la cuestionable base científica sobre la que se erige la película, podemos afirmar que la premisa tiene todo lo necesario para que esta superproducción hiciese gala del exceso que caracteriza al cine chino en una mastodóntica obra de CGI.

The Wandering Earth

Mucho ruido y pocas nueces

El Gobierno de la Tierra pone en marcha el plan de reubicar el planeta en un periplo espacial cuya duración estimada rondaría los 2500 años. La sociedad, mientras tanto, sobrevive en el subsuelo dadas las condiciones de temperatura que hacen de la superficie un terreno desolado e inhabitable. Nuestros protagonistas, Liu Qi (Chuxiao Qu) y la joven Han Duoduo (Jin Mai Jaho), son los hijos de Liu Peiqiang (Jing Wu, pieza clave para la producción) uno de los astronautas elegidos de cada país para dirigir parte de la operación desde la estación espacial internacional.

Así arranca este estreno de Netflix, entre elipsis dirigidas por la voz en off paternal que aboga por el sentimentalismo para que queramos interesarnos por su historia. Con los motores a pleno rendimiento y el planeta propulsado por el espacio, la humanidad se enfrenta a una nueva crisis: la Tierra es atraída por la tracción gravitatoria de Jupiter y se dispone a colisionar contra él. Liu Qi acabará cayendo una serie de catastróficas desdichas que lo pondrán al frente de la aventura más importante de la historia de la humanidad.

Es innegable que The Wandering Earth nos atrapa en los detalles de su abrumador trabajo de postproducción. El poder barroco de sus imágenes, realzadas con larguísimos movimientos de cámara que se recrean en la enormidad de sus construcciones, es la prueba viviente de que China es un gigante desperezándose que puede competir por más de una porción del pastel que domina internacionalmente Estados Unidos. Y es una locura. Una al estilo chino: excesiva, recargada y, aunque a veces rudimentaria, está en sintonía con su objetivo de conquistar la taquilla doméstica. Ni más, ni menos.

The Wandering Earth

¡Ay de cuando consigan dar con esa tecla que apenas están acariciando para expandirse fuera de sus fronteras! Netflix no ha querido perdérselo y se hizo con la distribución de la película para su plataforma, lo que sigue abriendo un mercado cada día más alternativo. El problema es que, a pesar del empuje de la crítica especializada y de las redes, su ejercicio de explotación comercial tiene más de ruido que de nueces. Lo hace fantásticamente bien para construir un espectáculo visual que demuestra que el cine puede ser más mentira que nunca, pero francamente mal para sacar rédito a sus personajes y la narración. Al menos en el plano internacional.

Hereda recursos del más aburrido cine de Hollywood: las heroicidades exageradas, las frases de lucimiento bochornosas, la gratuidad de algunos obstáculos... Es particularmente interesante, sin embargo, que no haya ni una sola referencia en la película de ciencia ficción a Estados Unidos, nuestro gran salvador histórico en el cine. Ni en sus personajes, ni en los mapas, ni en las soluciones en las que sí aparecen Francia, Rusia, Japón o India, entre otros. Un mensaje dentro y fuera de las salas.

Las opciones se reducen si la narración queda tan vilipendiada y para cuando las miradas caen sobre sus protagonistas, nos encontramos personajes vacíos, planos y vagamente dibujados. Una pizca de actitud suicida para él y otra poca de victimismo para ella. Salvo alguna referencia anecdótica a 2001: Una odisea del espacio, la gran producción china aborda el género en una versión simplista en la que el espacio está lejos de adquirir el protagonismo que le pide a gritos.

The Wandering Earth

The Wandering Earth parece querer alcanzar en algún momento ese nivel de lirismo de las grandes obras del género, pero luego nos despita con humor absurdo y un absoluto caos propio del cine más palomitero. Y eso es fantástico, claro que sí. Una montaña rusa a la que subirnos, levantar las manos y dejarnos llevar. Pero esperaba algo más. Una aproximación más cultural; una perspectiva fresca que explore cómo enfocar un género tan monopolizado. Los efectos visuales consiguen millones, pero los personajes y sus historias consiguen la inmortalidad. Solo queda equilibrar la balanza.

VALORACIÓN:

Un ejercicio de efectismo excesivo y colosal, con tanto mérito en sus imágenes como demérito en su contenido. China quiere y puede demostrar que no solo en Estados Unidos pueden salvar el mundo; ahora toca hacerlo realidad.

LO MEJOR:

El trabajo en CGI es abrumador y, aunque a veces peque de rudimentario, es una demostración de poder e intenciones de aúpa.

LO PEOR:

La simpleza de la historia y de los personajes son su talón de Aquiles. Una piedra demasiado pesada para el aplauso internacional.
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60

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