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Crítica de Zeros and Ones: Abel Ferrara filma un galimatías sobre la cara terrorífica de la pandemia

Zeros and Ones

Crítica de Zeros and Ones, la nueva película de Abel Ferrara protagonizada por un desdoblado Ethan Hawke que se estrena el 10 de diciembre en cines.

Mucho más interesante en el plano estético que inteligible en el narrativo, Zeros and Ones es una propuesta personalísima y muy cruda sobre los miedos desatados por la reciente pandemia de COVID a nivel mundial.

Abel Ferrara, tan dado a proyectar sus reflexiones y miedos subconscientes en pantalla prueba a generar un metraje confuso, incómodo y muy inquietante pero en el que no renuncia al plano estético para abordar algunos de los temores que todos compartimos durante los momentos más duros del confinamiento, cuando todavía ni siquiera estaba clara la forma de transmisión del virus.

Siendo objetivos, da la sensación de que, de hecho, hay metraje algo random filmado casi al azar durante esos aterradores momentos en los que las calles de Roma estaban prácticamente vacías y la presencia humana tras el toque de queda era anecdótica.

En Zeros and Ones, Ethan Hawke (El pájaro carpintero), un actor que suele escoger sus papeles no solo por lo que le aportan personalmente sino también para apoyar las voces genuinas de los cineastas que hay detrás de ellos, interpreta dos roles distintos: el del soldado americano JJ de difícil adscripción moral y el de su hermano James.

Este último es lo que se puede calificar como un activista revolucionario que se encuentra recluido en una prisión del alta seguridad y es presionado para revelar un secreto que guarda con ahínco, casi autoproclamándose a sí mismo mártir por una causa por la que está dispuesto a morir. Tanta es su fe en su mensaje, que tiene claro que perdurará más allá del fin de su vida.

Entre tanto y a lo largo de una espantosa noche, JJ irá adentrándose en un submundo de espionaje en el que se relacionará con mafiosos rusos, empresarios chinos de la noche especializados en la comercialización de sexo y drogas y operativos secretos.

No nos preguntéis mucho más por el argumento porque ésta es una de esas pelis que no sabes si estás viendo o si ella te está viendo a ti. Interpretar Zeros and Ones es justo como eso: como tratar de comprender un código binario de ceros y unos. 

Hay aspectos que la película quiere denunciar que son bastante obvios como la violencia en todos sus estratos: institucional, sexual y hasta como tortura y atentado (hay un momento apocalíptico total con explosión incluida que no dejará a nadie indiferente), pero a nivel general la trama es difícil de seguir y aún más de comprender.

Mucha cámara en mano, luces naturales y pocos complejos por el grano caracterizan la fotografia de Sean Price Williams, curtido en la tarea de valerse de escenarios urbanos poco iluminados mientras que Joe Delia, el colaborador habitual de Ferrara hace todo lo posible por insuflarle a los planos largos de la película un espíritu pesadillesco muy particular con su ecléctica banda sonora.

Hay algo de cautivador y casi de ingenuo en algunos de los puntos esenciales de la narración que casi parece un corto alargado que despliega sus encantos para insinuar que hay mucho más allá de la realidad aparente... rozando las teorías de la conspiración.

Zeros and Ones
DeAPlaneta

Queda claro que es una película hija de su tiempo y cuyo guión ha sido creado en un momento muy concreto: las mascarillas y el gel hidroalcohólico están presentes a lo largo de todo el metraje, aunque más allá de esa representación del miedo colectivo al "bicho invisible" hay todo un entramado de intereses opacos y argucias sociopolíticas que se nos escapan y son todavía más aterradoras.

La buena noticia es que Zeros and Ones llega a un final más plácido de lo que anunciaba el metraje: hay espacio para que salga el sol, para que vuelvan a unirse las manos y se reinicie el ciclo que la vida. Menos mal. Es obra recomendada para los amantes de los crípticos y las atmósferas que prefieren laberintos a caminos en línea recta. Mejor sentirla que racionalizarla.

VALORACIÓN:

La película parece querer indagar en lo que tantas noches de insomnio nos produjo: qué sucedía bajo la piel de las ciudades cuando todos nos teníamos que recluir de forma forzosa en nuestros hogares y quién podría manejar los hilos a la sombra de una institución tan poderosa como el Vaticano.

LO MEJOR:

Tiene imágenes muy potentes de Roma en plena cuarentena e incorpora algunos terrores conspiranoicos muy sugerentes.

LO PEOR:

Es aburrida en el desarrollo e ininteligible en la lectura final, más allá de lo obvio.
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