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Narita Boy Análisis de la joya "indie" de Studio Koba

Narita Boy principal
El análisis de Narita Boy es un viaje a los años 80, para conocer a un pionero creador de videojuegos, una historia conmovedora, y un desarrollo de acción y plataformas en 2D con sabor a clásico. Así es el genial trabajo de Studio Koba.

Desde 2017 llevamos siguiendo la pista a Narita Boy, un título desarrollado por el equipo Barcelonés Studio Koba, y financiado mediante kickstarter. El lanzamiento llega 4 años después.. ni demasiado pronto ni demasiado tarde, ha aparecido en el momento adecuado para convertirse en uno de los grandes juegos españoles de los últimos años. 

Este "indie" se destapa como una auténtica joya. Un desarrollo realizado con mimo, cargado de detalles y cuidado en todos sus aspectos; gameplay, variedad, diseño de niveles... que consigue darle un soplo de aire fresco a un género explotado. No penséis en cuántos "metroidvania" en 2D habéis jugado en los últimos meses... pensad en que no hay ninguno como Narita Boy.

narita boy EMBARGO

Directo al corazón de los "gamers", Narita Boy es un juego dentro del juego. Nos cuenta cómo se creó una consola, la Narita One, y su primer juego; un cartucho que nos traslada al reino digital, en que HIM, una entidad malvada, ha corrompido una serie de archivos para someter a Motherboard y tomar el control. 

Todo esto suena "retro" ¿verdad? Es así porque aquel juego apareció en los años 80. En la era de la música electrónica, de los píxels y de un futuro digital muy diferente a lo que conocemos ahora. 

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Un viaje en el tiempo

Como hemos adelantado, Narita Boy es todo un monumento a los años 80, pero no esperéis encontraros con un Ready Player One hecho videojuego. En este caso, se escapa de las referencias facilonas en la línea de "me tomo un TAB y juego a mi Atari escuchando Duran Duran". Este homenaje es más sutil. 

Los guiños se encuentran en el propio tejido del juego. Por supuesto que hay elementos que nos recordarán a Tron, a Masters del Universo o a Regreso al futuro, pero lo que más nos ha gustado es el modo en que recrea esa cibernética, en que los primeros desarrolladores que se enfrentaban al código casi parecían magos. 

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Los cables y diskettes, el sonido de los sintetizadores, los colores eléctricos... el retrofuturismo. Narita Boy encarna perfectamente el papel del programador "cool", como Kevin Flynn en Tron o David Lightman en Juegos de Guerra; lo mismo combate a una criatura corrompida que amenaza la Motherboard, que se marca un "moonwalk".

Pero la narrativa no se limita al "viaje del héroe" de Narita Boy. A lo largo del juego también desbloqueamos los recuerdos del creador; una segunda historia que arranca en un pueblo a las afueras de Tokio, y que es capaz de atrapar elementos de la cultura tradicional japonesa y su espiritualidad, e integrarlos en el juego. 

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Todas estas influencias se filtran en el desarrollo, con elementos como dar palmas (como en los santuarios sintoístas) para activar altares, realizar posturas de meditación zazen para teleportarnos o escuchar a nuestro sensei para avanzar por el reino digital, combinadas con lenguaje de retroinformática y el elemento sobrenatural del Tricroma. 

El mundo de Narita Boy es complejo, pero todos sus circuitos están conectados a la perfección y nos invitan a seguir descubriendo cómo está construido, qué papel juegan sus decenas de personajes, y qué se oculta detrás de la corrupción de los stallion... también es una metáfora del proceso creativo en la programación del videojuego y una historia conmovedora sobre la familia. 

 

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Desarrollo clásico en 2D

Sobre este tablero, Narita Boy nos propone un desarrollo de aventura clásica en 2D, con muchas plataformas y combates, algunos elementos de exploración y bastante "backtracking", esto es, regresar a escenarios por los que ya habíamos pasado para acceder a nuevas zonas gracias a una llave o a un nuevo poder recién adquirido. A veces, incluso un poco forzado.

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Y hablando de poderes; la cantidad de habilidades que "aprendemos" a lo largo del juego es muy notable. Al principio basta con empuñar la tecnoespada para recorrer las llanuras eléctrónicas del reino digital, pero poco a poco se irán sumando a nuestro repertorio ataques espaciales, esquiva, dash, mandobles en el aire... es un sistema de progreso muy bien distribuido para que siempre tengamos la sensación de hacer algo nuevo. 

 

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A partir de la mitad del juego -lo podemos pasar sin demasiadas dificultades en unas 10 horas-, se añaden elementos como cabalgar la servomontura o patinar sobre una "floppy board" (y alguna sorpresa que no vamos a desvelar), que nos dan una sensación de habernos convertido en los dueños de este mundo digital. 

En cuanto al diseño de escenarios; en lugar de apostar por un mapa general con todos los niveles interconectados entre sí, Narita Boy se divide en fases. Este esquema clásico nos lo pone un poco más fácil, cuando se trata de localizar las llaves y puertas que hay repartidas por cada nivel. 

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Tampoco faltan los enemigos finales, con el punto justo de dificultad como para repetir los enfrentamientos en un par de ocasiones, pero sin que lleguemos a atascarnos en ningún momento. El nivel de dificultad está bien equilibrado, un poco más inclinado del lado fácil, sobre todo comparado con exponentes del género como Hollow Knight o The Messenger.

Mucho más que pixelart

El apartado artístico es una de las grandes virtudes del juego de Studio Koba. Hemos visto utilizar el estilo pixelart de maneras muy diferentes. Recientemente hemos jugado Olija, que apuesta por un estilo minimalista o Cyber Shadow, que trata de replicar la estética de los juegos de 8 bits. En este caso, se consigue una atmósfera inigualable mediante una estética que nos ha recordado a los juegos de Delphine Software como Another World o Flashback. 

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No sólo se trata de unos gráficos muy detallados -respetando el estilo retro- sino que consiguen replicar la iluminación de cada estancia, o de los enormes espacios abiertos, de una forma única. Las animaciones hechas a mano le sientan como un guante (como un Power Glove en este caso). Aunque cuesta acostumbrarse a la inercia del protagonista, que nos ha hecho caer al vacío en algunos saltos. 

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A la recreación de personajes y escenarios hay que añadir un estupendo efecto CRT, que refleja como ninguno la sensación de jugar en un monitor de tubo. Otros juegos simplemente añaden scanlines sobre la imagen. pero Narita Boy está mucho más trabajado; el efecto se compone de cierta deformación en los márgenes, para que tengamos la sensación de un monitor curvo, un "marco" que imita un viejo televisor, el brillo de la pantalla, cierto efecto borroso y algunos parpadeos. 

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Para ponerle la guinda al apartado artístico, la música electrónica de Salvador Fornieles y las ocasionales voces digitalizadas funcionan a la perfección con la ambientación del juego.

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Reconozco que Narita Boy ha tenido un impacto especial en mi. Soy uno de esos niños que creció en los 80, fantaseando con el futuro que se refleja en el juego y que convertía los videojuegos en un universo mágico, más relacionado con la fantasía que con la ingeniería. La historia del creador ha dado justo en el blanco, con las dosis perfectas de cultura japonesa o de la familia y la paternidad...

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No obstante, aunque este aspecto argumental no tenga el mismo impacto en vosotros (y dejando a un lado que sea un desarrollo patrio), Narita Boy sigue siendo un título estupendo, que brilla tanto en lo técnico como en la variedad y diseño de niveles. Un "metroidvania" sencillo, lleno de momentos sorprendentes y muy divertido. Se nota en cada instante el cariño que se ha puesto en su desarrollo. 

VALORACIÓN:

Se nota el cariño puesto en cada elemento de Narita Boy: sus espectaculares diseños pixelart con animaciones a mano, el desarrollo que alterna combates, plataformas y backtracking, las referencias a los 80 y una historia conmovedora.

LO MEJOR:

Historia, mecánicas, ambientación y el espectacular uso del pixelart y de la banda sonora con sintetizadores.

LO PEOR:

Algunos elementos de "backtracking" parecen forzados. La inercia del personaje dificulta algunos saltos y maniobras.

Plataformas:

Nintendo Switch,

PC,

PS4,

Xbox One

Versión comentada: PC

Hobby

89

Muy bueno

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