Reseña de Daredevil: El fin de los días - La despedida de Bendis

Se acabó lo que se daba. Labios con sabor a despedida, a vinagre en las heridas, a pañuelo de estación. Después de 25 tomos de Marvel Saga editados por Panini Cómics, Daredevil: El fin de los días cierra la colección en la que, por encima de todo, ha preponderado la figura de Brian Michael Bendis como autor del Hombre sin Miedo en la primera década de los 2000. Un final agridulce que homenajea la vida de Matt Murdock a través de la figura del periodista Ben Urich y de una investigación que este profesional del Daily Bugle lleva a cabo para descubrir la verdad sobre la presunta muerte del vigilante de la Cocina del Infierno.

Es verdaderamente sorprendente ver los nombres que trabajan en Daredevil: El fin de los días. Aquí no sólo se dan cita Brian Michael Bendis y Alex Maleev, los hombres que hicieron despegar la colección definitivamente tras el paso de Kevin Smith y David Mack (que ayuda aquí a Bendis en el guion) por la vida del Diablo Guardián. Y es que dos de los dibujantes más importantes en la historia de Daredevil en los cómics de Marvel vuelven a las páginas del justiciero neoyorquino para despedirse de él. Sí, estamos hablando de Bill Sienkiewicz y Klaus Janson. Mientras que el dibujante que acompañó a Frank Miller durante su (mítico) paso por la serie regular del Hombre sin Miedo se encarga de los pinceles, el dibujante de Daredevil: Amor y guerra y Elektra: Asesina hace uso de su particular estilo para definir los acabados.

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Una despedida al estilo Ciudadano Kane con el Diablo Guardián de Bendis

Daredevil: El fin de los días es un homenaje maravilloso a esa época reciente de los cómics del justiciero enmascarado de New York. Con la influencia más que evidente de la película Ciudadano Kane (1941), el Rosebud de la cinta se intercambia aquí por la palabra “Mapone”, que funciona exactamente igual de lo que lo hacía en la obra maestra de Orson Welles. Antes de morir, Matt Murdock pronuncia esa extraña a indescriptible palabra. La imposibilidad de darle significado y la necesidad de encontrárselo, además del trauma por la desaparición del hombre que había defendido al barrio neoyorquino de la Cocina del Infierno durante los últimos años, llevan a Ben Urich a rondar el caso y a intentar descifrar el misterio detrás de “Mapone”. Un misterio que podría revelar mucho más de lo que él mismo imagina.

Con ese punto de partida, Daredevil: El fin de los días articular un sincero (pero no pesado) homenaje al Diablo Guardián. Este cómic no es una carta de amor a Daredevil como lo es Spider-Man: Toda una vida al Trepamuros. Sí, de alguna manera, nos estamos despidiendo de Matt Murdock; pero, al mismo tiempo (y sobre todo), nos estamos despidiendo del Daredevil de Brian Michael Bendis. Todos los elementos que hicieron reconocible al personaje durante la trayectoria del guionista tienen cabida en este cómic. La novela-río que el escritor orquestó durante tantísimo tiempo (y que, para algunos, se extendió demasiado) viene a desembocar aquí, a este mar que tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que llevaron al top de los fans la cabecera del Hombre sin Miedo a principios de siglo.

Pecados enterrados, enemigos olvidados, amores pasados… La vida de Matt Murdock no ha sido precisamente placentera y todo ese peso emocional se agolpa en las viñetas de Daredevil: El fin de los días. La obsesión de Ben Urich por descubrir la verdad llega a un punto obsesivo, malsano, como nuestra necesidad por saber qué es lo que ha sucedido realmente con el Diablo Guardián. Mientras esto sucede, el guionista no pierde de vista la continuidad del Universo Marvel. Un futuro crudo y desagradable, sin la manida presencia de la tecnología y con la autoridad de Norman Osborn como Jefe de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América. Ese es el mundo que nos encontramos en este cómic que despide al personaje y, al mismo tiempo, dice adiós a su etapa más reciente para abrir un nuevo y esperanzador horizonte en el que Matt Murdock tenga una nueva oportunidad. Aunque, probablemente, teniendo en cuenta quién es y cómo es… No vaya a acabar muy diferente a esto.