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El silencio de los corderos - Crítica del gran thriller de los 90

Jesús Delgado

El Silencio de los Corderos - Crítica
Arrancamos el año con la crítica de El silencio de los corderos (The silence of the lambs, 1991), una película de Jonathan Demme y guión de Ted Tally, basada en la novela homónima de Thomas Harris, con Jodie Foster y  Anthony Hopkins como protagonistas.

¡Bienvenidos a 2017! (Si encontráis rima, el premio es vuestro). Comenzamos nuestra andadura un año más con la crítica de un clásico del cine: El silencio de los corderos (The silence of the lambs), una película que aunque no os lo creáis ya peina muchas canas. Y es que, ahí dónde la veis, se estrenó allá por 1991 con Jodie Foster y Anthony Hopkins

El silencio de los corderos es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Thomas Harris. No era la primera vez que uno de sus libros era adaptado a película. Años antes, El Dragón Rojo también lo fue, pero bajo el título de Manhunter, con Brian Cox encarnando al doctor Hannibal Lecktor (que no Lecter). Sin embargo, donde esta primitiva versión pasó a grandes rasgos al olvido, El silencio de los corderos se consagró como una cinta mítica. Y no lo decimos nosotros, sino los cinco Oscar que ganó en 1991: Mejor actor y mejor actriz, mejor guión adaptado, mejor director y mejor película. Ah, también dos nominaciones adicionales: la de mejor edición y mejor mezcla de sonido. ¡Casi nada, teniendo en cuenta que competía con peliculones como La Bella y la Bestia, El príncipe de las mareas, JFK El cabo del miedo!

¿Pero qué hay detrás de El silencio de los corderos para que después de cinco lustros siga siendo una obra maestra, que incluso inspira todo tipo de homenajes y parodias? 

El "thriller perfecto"

Si decimos Jonathan Demme seguramente no os suene de nada. Pero este señor, director de la película, es además el responsable de otra gran cinta de los 90, Philadelphia (1993). Si os contamos esto es porque en 1991 no era el cineasta reconocido a día de hoy que es, sino que se le conocía principalmente por su labor como director de comedia. Nadie pensaba que estaríamos ante un sólido director que nos dejaría cintas como El mensajero del miedo (2004) o Ricki (2015). Sin embargo, con El silencio de los corderos demostró que no solo sabía hacer reír al público, sino también estremecerlo.

En base a un excelente guion de Ted Tally, Demme comenzó la "trilogía de Lecter" por el segundo capítulo, narrando una película que prescindía de cualquier tipo de precuela o episodio anterior para ser coherente y enganchar al espectador. En los 20 primeros minutos de película, la cinta desplega los temas principales delante del espectador, dejándoselos claros: el suspense, la caza del psicópata de turno, la problemática de ser una mujer en un mundo de hombres y la dualidad entre bestia y hombre que representaba Hannibal Lecter.

El resto poco menos que se desarrollaba solo, como si la película fuera un mecanismo suavemente ajustado, con todas sus partes bien engrasadas y pulidas que dejaban que la acción se sucediera hasta su tensa conclusión. Una conclusión que, además, nos acercaba al monstruo psicópata que ejercía de antagonista y que respondía al pintoresco mote de Buffallo Bill, por su mórbida tendencia a despellejar a sus víctimas. No se trata be un psicópata al uso, ni de un serial killer sin motivaciones. Era un monstruo bien definido, con fobias y fillias muy determinadas, lo cual hacía que el espectador sintiera tanta repulsión como fascinación por él. No se trataba de un "malo" de opereta, sino de una alimaña humana muy real, inspirada en casos verídicos, sin artificios ni hipérboles. Algo a lo que en el cine, por entonces, no estábamos muy acostumbrados.

El silencio de los corderos se desarrollaba en base a unos presupuestos ortodoxos, lo cual a su vez ayudaba a digerirla muy bien. La caza del asesino, siguiendo la tendencia tradicional de este tipo de películas, poco a poco iba acercándonos a su captura, hasta un clímax que aún a día de hoy sigue quitándole el sueño a más de uno. Ahora bien, incluso a pesar de esto, la película no estaba exenta de ciertos giros sorprendentes, como su conclusión. Un cierre que, si bien ahora no resulta excesivamente imaginativo, para su época fue rompedor e incluso fresco. Tanto es así que, aunque dejaba abierta la puerta para una secuela, nadie por entonces pensaría que tendríamos el inicio de una serie cinematográfica más bien tibia en lo sucesivo.

De hecho, quizá su peor pecado sea ese, el de que en lo años siguientes dejó el listón muy alto, creando una especie de mitomanía en torno a ella, como si no pudiera haber nada mejor que esta cinta.

Un reparto asombroso

No hay que olvidar que el mérito de la cinta, además, residía en un elenco soberbio, de lo mejorcito de su época. Jodie Foster y Anthony Hopkins obviamente destacan sobre el resto. Foster retrató una Clarice Starling que logró hacernos sentir incómodos al encontrarnos bajo su piel, al ser ninguneada por su condición de novata y de mujer y habiendo de lidiar con paternalistas figuras del mundo de la criminología, que la utilizaban como un títere. Pero su mayor amenaza era el aterrador pero hipnótico Hannibal "El Caníbal" Lecter

Como decimos, a pesar del buen hacer de Jodie Foster, es quizá Anthony Hopkins la verdadera estrella, muy a pesar de que Lecter no es más que un secundario. El tono inquietante de este papel ha perdurado en el carisma del actor, que siempre ha proyectado una imagen de persona calculadora y segura de sí misma, incluso en papeles recientes como el de Westworld. Su calidad interpretativa y el repelús que despierta han consagrado a su versión del personaje como uno de los mayores villanos de la historia del cine, con permiso de Darth Vader, claro. Sin embargo, hemos de hacer notar que a su vez este logro ha convertido a Lecter en una especie de personaje maldito, un regalo envenenado para otros actores, que encuentran la incómoda situación de medirse con Hopkins en cuanto a calidad e impacto en el público. Y si no, que se lo digan a Mads Mikkelssen. A pesar de su laureada actuación en la serie Hannibal, superar la sobra de Hopkins fue una ordalía que emprendió con mucho afán, aunque dejándose el pellejo por el camino debido a las odiosas comparaciones.

Tampoco hemos de olvidar al resto del elenco: Scott Glenn, Ted Levine, Anthony Heald... Todos ellos se benefician de personajes bien construidos y escritos, con montones de matices. Desde el director Crawford hasta el doctor Chilton, pasando por el entrañable celador Barney, al que da vida un siempre genial Frankie Faison (Pops enLuke Cage). No hay ni un solo personaje que nos deje indiferentes. 

En resumen, no se nos caen los anillos a la hora de decir y aseverar que El silencio de los corderos, a pesar de ser una de las películas tempranas de los 90 es con diferencia, si no el mejor, al menos uno de los mejores títulos del noveno arte durante su década. De ahí que no pudiera faltar en nuestro especial de cine de los 90, en donde encontraréis muchas más película de calidad similar. 

VALORACIÓN:

Considerada como el thriller perfecto, es una de las más brillantes muestras del género. Un Anthony Hopkins tan brutal como sobrecogedor, que hizo suyo al homicida más carismático del cine.

LO MEJOR:

Un ejemplo de cómo debe ser un buen thriller de terror y suspense. Anthony Hopkins como Hannibal Lecter. Las escenas míticas y su repercusión cultural

LO PEOR:

La mitomanía creada en torno a ella. El precedente tan bueno de Lecter como villano, muy difícil de igualar y muy injusto en cuanto a comparaciones.
Hobby

94

Excelente

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