Crítica de Transporter: Legacy con Ed Skrein
Está de moda resetear, ya sabéis, hemos hablado de ello en tertulias y especiales y a Transporter le ha llegado la hora con una cuarta película que viene a querer ser un reinicio, pero que no nos ha dejado con ganas de más, francamente.
Camille Delamarre, director de Brick Mansions (La fortaleza), la última película que protagonizó Paul Walker antes de que se lanzara Fast & Furious 7, recoge todos los tópicos del manoseado guión de Adam Cooper, Luc Besson y Bill Collage y los plasma sin un solo atisbo de identidad propia en la pantalla.
No se puede decir que haya ni pizca de brillantez en la reinvención de esta franquicia con un nuevo protagonista, Ed Skrein (el primer Daario Naharis que conocimos en Juego de tronos antes de que lo sustituyera Michiel Huisman), cuyo limitado carisma hace que echemos de menos a Jason Statham a cada instante. Y puede que en gran medida no se deba a un escaso talento como intérprete sino a que su papel se limita a dar puñetazos y ser el guapo/bestia de la película (y en ese punto, cumple, cuando no habla y reparte leña no lo hace mal).
Más allá de que el argumento se pueda resumir en dos líneas y que éstas estén más vistas que el tebeo, el gran problema de la película es que ni uno solo de los personajes está dotado de la más mínima tridimensionalidad. Ni empatizamos con Anna, ni nos creemos que Frank Martin sea un tipo duro por la forzada aparición de su padre, que consigue enamorar a jovencitas rebeldes y apegarse a su causa de inmediato a pesar de ser víctima de un secuestro ¿?
En fin, el cúmulo de despropósitos es tan grande que siendo una cinta de acción Transporter Legacy deja al espectador varado entre la indiferencia y el aburrimiento mirando el reloj para ver si han pasado ya los tediosos 100 minutos que dura la cinta.
Las secuencias de acción (lo único a lo que se puede agarrar uno para evitar el sopor) resultan tan torpes como los diálogos entre los personajes y el tema de fondo, que debería ser algo bastante serio (la prostitución, la trata de blancas, la mafia rusa) parece una mera pantomima sin sentido ni dirección, maniquea y pueril. Esto es especialmente peligroso porque por desgracia se trata de una lacra a erradicar cuya alargada sombra es muy real.
El recurso de acudir a un clásico literario para tratar de dotar de algún trasfondo la historia tampoco es que sea el colmo de la novedad, pero de nuevo está tan metido con calzador y pega tan poco que estas "mosqueteras" que abanderan la libertad se mueven entre la falta de credibilidad y la ridiculez.
Y no es que la franquicia sea en general el colmo de la originalidad ni de la profundidad narrativa, pero hay que reconocer que son cintas de entretenimiento bastante logradas y disfrutables...
A nivel de realización pura y dura resultan hasta repetitivos los planos aéreos en la parte final de la trama, como si el esfuerzo de producción por conseguir un helicóptero desde el que filmarlos tuviera que ser compensado metiendo metraje de más.
El caso es que hay fe es esta refundación de la saga y que veremos más Frank Martin, más explosiones de coches, ojos morados y nudillos sangrientos. Esperaremos a que la próxima vez al menos la historia merezca más la pena y que nos dejen sin aliento en las persecuciones y los enfrentamientos cara a cara. Eso suponiendo que sigamos en este bucle infinito de quintas y sextas partes... Ahí va el tráiler de Transporter Legacy:
VALORACIÓN:
Cuando a un tío duro lo llaman Junior ya sabemos que estamos ante una cinta a la que le va a faltar fuerza. Endeble, predecible y hasta aburrida por momentos, es la peor con diferencia de la saga.LO MEJOR:
Los cochazos que patrocinan la película.LO PEOR:
Todo lo demás, pero sobre todo el guión.45
MaloDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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