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Mindhorn - Crítica de la comedia británica disponible en Netflix

Mindhorn
Crítica de Mindhorn, la película de comedia británica con la que el director Sean Foley debuta en cine y que está protagonizada por Julián Barrett, Simon Farnaby, Essie Davis y Simon Callow.

Nos sentamos en el sillón más apetecible de casa, enchufamos Netflix y nos encontramos con un nuevo contenido del que han obtenido los derechos de explotación: Mindhorn. ¿Qué podría salir mal? Profundizamos un poco y nos encontramos, nada más y nada menos, que a Ridley Scott y Steve Coogan como productores ejecutivos; a Kenneth Branagh en un papel secundario interpretándose a sí mismo; y un argumento que haría las delicias de los amantes de la serie Z: un personaje de ficción de los 80, con un ojo biónico capaz de "ver la verdad", se convierte en la obsesión de un perturbado asesino en la pequeña Isla de Man.

Sabéis lo que viene a continuación, ¿verdad? Sátira, sátira y más sátira. Una parodia de las producciones policíacas que todos vivimos en su época, aderezada con retales de humor inglés y actuaciones que nos llevarán al límite de la vergüenza. ¡Es hora del apocalipsis justiciero!

Sátira británica independiente

Richard Thorncroft (Julian Barrat), nuestro protagonista, es un actor mediocre, egocéntrico y de capa más que caída. Un cuarto de siglo tras el éxito de su serie, Mindhorn, el otrora detective televisivo se debate entre los anuncios de fajas reductoras y prendas ortopédicas, tratando de alejar cualquier atisbo de fracaso de su mente. Desde su presentación nos encontramos con la antítesis de lo que cualquiera espera de un héroe de Hollywood: calvo, con un notable sobrepeso y un esperpéntico vestuario.

Mindhorn

En plena crisis con su agencia y su futuro, una llamada del cuerpo de policía de la Isla de Man, donde se localizó su antigua serie, lo devuelve a su trastocada realidad. El protagonista de Mindhorn se verá envuelto en una investigación policial que, a priori, podría devolverlo a la palestra, pero pronto descubrirá que resolver crímenes en la ficción dista mucho de la realidad... o quizás no tanto.

La cinta arranca con un divertido prólogo con tintes de color sepia que sirve a las mil maravillas para enmarcar el pasado de Thorncroft, rodeado de lujos, mujeres y excesos televisivos que recuerdan al terrorífico episodio de Tom Cruise en El Show de Oprah Winfrey. Cualquier parecido con la realidad es, por supuesto, mera coincidencia:

La sátira per se no busca innovar en unos temas que han sido explotados hasta la médula en el género: el ego, la competencia desleal y la hipocresía detrás del show business (véase la impecable Birdman). Conocedora de sus carencias, Mindhorn es un ejercicio cómico que se vanagloria de su origen británico, a pesar de verse torpedeada constamente por un ritmo de lo más irregular. La cinta está marcadamente dirigida a un público que sienta afinidad por el humor británico pueril, razón de más por la que gozó de un buen éxito en su debut en el London Film Festival de 2016, pero de menos para aquellos que no estén en la sintonía.

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Sí, todos sabemos a qué tipo de película nos enfrentamos desde el primer título de crédito, como ya mencionaba en el prólogo de este texto; pero hay casos y casos. El guion baila por momentos, especialmente durante la primera mitad de la película, en la que el linchamiento que sufre el protagonista llega a límites tan estúpidos que uno no sabe si reír por el atrevimiento o seguir con una mueca en busca de sentido. La segunda, por su parte, lleva el histrionismo con algo más de solidez, e incluso logra que sintamos algún ápice de empatía por su protagonista... sin que eso termine de beneficiarnos.

Richard Thorncroft a.k.a. David Hasselhoff

Cuando vemos Mindhorn es inevitable rememorar títulos como El Coche Fantástico de David Hasselhoff, al que, oh casualidad, tanto se asemeja nuestro protagonista. Una chupa de cuero, un buen deportivo, gafas de sol y un pelazo que lo convirtieron en un ídolo de masas. Es más, Richard Thorncroft tiene un disco editado con sus propios temas musicales, de esos que se te salta el bombín del gusto. Una vez más, cualquier parecido con la realidad... ya sabéis cómo sigue.

El trabajo de Julian Barrett es digno de mención. A pesar de no ser todo lo efectivo que podríamos esperar en su vertiente cómica, la evolución del personaje hasta su última forma (como si se tratara de un villano de Dragon Ball, que evoluciona incluso en el color de su piel) es el pilar sobre el que se asienta la cinta. Su capacidad para llevar al límite del bochorno cada escena que protagoniza es encomiable.

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Por otro lado, Simon Farnaby, en el papel de Clive Parnevik (doble y roba-novias de Thorncroft), es el personaje mejor medido en la película. Cada una de sus apariciones en las que maneja el sarcasmo de forma impecable es un pico en las gráficas de carcajadas por chiste, compartiendo con Simon Callow los mejores enfrentamientos verbales contra Mindhorn (Julian Barrat).

Conclusión

Mindhorn es, para aquellos que se deleiten con el humor británico más burdo, un entretenimiento fácil de digerir. Los problemas llegan cuando el constante reflejo de las carencias del personaje nos llevan al borde de la depresión y sus chistes empiezan a demostrar graves carencias imaginativas. Sí, existe un evidente esfuerzo de jactarse de su condición de película independiente y baja de presupuesto, pero ese marco jamás puede justificar la falta de solidez y originalidad de un guion plagado de clichés que no terminan de darse la vuelta. Mención aparte merecería el clímax de la película, en el que nos quedaremos, paradójicamente, esperando una resolución que nunca llega.

Mindhorn

La ópera prima de Sean Foley tiene pequeños momentos de diversión, la mayoría de ellos en las confrontaciones entre Julian Barrett y Simon Barnaby, pero hay un hecho que, a juicio de un servidor, define la calidad de su comedia: no he sido capaz de recordar ni una sola línea especialmente memorable. Mindhorn puede cumplir en su función de entretenernos una tarde de domingo, pero no esperéis repetir, porque no aporta nada que no hayamos visto antes.

VALORACIÓN:

Mindhorn es una comedia británica independiente de consumo rápido: estúpidamente entretenida para un solo uso, pero sin aportar nada que no hayamos visto antes.

LO MEJOR:

Los piques cómicos entre Simon Farnaby y Julián Barrett y la parodia de toda la parafernalia detrás de la farándula.

LO PEOR:

La repetición de clichés sin mayor vuelta de tuerca, las pérdidas de ritmo en la primera mitad de película y su escasa resolución.
Hobby

60

Aceptable

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