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La crisis que casi acabó con los videojuegos

José Luis Ortega

E.T. Atari 2600
Una vez, en 1983, los videojuegos corrieron mucho peligro tras una crisis propiciada por la avaricia y una mala gestión. Afortunadamente, ahora es tan sólo una anécdota, pero repasamos los motivos en los que la industria vivió sus días más oscuros.

Ahora parece incluso poco creíble, pero los videojuegos rozaron en una ocasión el peligro de extinción. Al igual que el crack bursátil de 1929, la industria del entretenimiento interactivo vivió una época oscura en 1983, en la que se conoce como la crisis del videojuego. 

Pong, el primer juego de la historia que alcanzó fama universal

Los videojuegos eran un medio que, prácticamente, estaba en pañales. Ya en los años setenta comenzaron a crecer de forma exponencial, y todo el mundo quería acercarse a esa nueva forma de expresión. Títulos como Pong supusieron una auténtica revolución.

Para muchos, ese fue el verdadero punto de partida de la industria, a pesar de que con anterioridad ya se habían dado los primeros pasos; con Galaxy Game y Space War en el campo de los videojuegos en sí y con Magnavox Odyssey llevando sistemas a los hogares de todo el mundo, especialmente de Norteamérica.

Magnavox Odyssey (1972-1975) - 3 años

Precisamente, ante tanta expectación y curiosidad, fue en 1975 cuando Pong llegó al mercado. La empresa de Nolan Bushnell prácticamente no tenía rival. Su filosofía les llevaba a emprender y tratar de innovar en el filón que se traían entre manos. El dinero que estaban obteniendo con el éxito de Pong les permitía fijar nuevas miras. Por su parte, en Japón no se iban a quedar de brazos cruzados y publicaron Space Invaders, otra revolución, en 1978. Los videojuegos eran una realidad y un nuevo medio para enriquecer las arcas de los inversores y emprendedores.

Space Invaders

Este exceso de mercadotecnia comenzó a causar estragos. Primero de forma positiva, ya que en 1982 los beneficios generados por la industria del videojuego se fijaron en unos nada despreciables 5313 millones de dólares. Una auténtica barbaridad que sirvió para que todos los que no lo habían hecho ya, se subieran al carro de los videojuegos. Precisamente, tanta aglomeración fue el principio de lo que casi supone el fin de los videojuegos.

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Los videojuegos estaban presentes en cualquier parte. En bares, hoteles, supermercados, centros comerciales... una invitación constante a adentrarnos en ellos. A que el negocio siguiera creciendo. Pero, cualquier cosa en exceso, tiene su peligro.

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Muchas de las empresas que se habían adentrado en el mundo de los videojuegos desconocían los entresijos del sector. Primero por desinformación y, segundo, porque estamos hablando de un medio que daba sus primeros pasos. Todos querían su parte del pastel, y eso llevó a que el mercado sufriera una sobresaturación de títulos de una calidad bastante escasa e incluso nula.

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Las plataformas entonces eran de libre desarrollo en una iniciativa iniciada por Atari. Entonces, cualquiera podría desarrollar un juego con los conocimientos necesarios, ya que, al contrario de lo que ocurre ahora, no es necesaria una aprobación de la licencia por la plataforma en cuestión para pasar un mínimo control de calidad.

El problema en este aspecto se condimentaba por diferentes líneas. En primer lugar, los márgenes de desarrollo eran bastante escasos. Eso provocaba que los trabajadores no tratasen de innovar, basándose tan solo en copiar fórmulas y realizar el mayor número de juegos posibles. La cantidad se anteponía a la calidad. Tampoco ayudaban ports mediocres de recreativas, como el de Pac-Man. Todo eso, le quitaban las ganas a cualquiera de jugar. 

El ejemplo más claro y conocido por todos fue el del videojuego de E.T. Una obra maldita para muchos y con la que se ejemplifica la crisis del videojuego de 1983 o la también denominada "debacle de Atari". 

Atari adquirió los derechos de la popular película de Steven Spielberg, lo que supuso una inversión enorme para la compañía. Pero la empresa tan sólo dio cinco semanas a su estudio para acabar el juego. El resultado fue un auténtico despropósito, todavía considerado como uno de los peores videojuegos de todos los tiempos. Para borrar su error, Atari enterró todas las copias del videojuego de E.T en el desierto de Nevada. Hasta 2014, cuando se desenterraron las copias, mucha gente pensaba que esto era una leyenda urbana. 

Otros aspectos que agudizaron la crisis del videojuego era el exceso que también había en el número de sistemas. Unas quince plataformas que contaba con sus propios catálogos convertían, junto a la falta de información sobre los productos -entonces no existía HobbyConsolas y era mucho más difícil estar al día-, hicieron que el sector de los videojuegos estuviese a punto de derrumbarse por completo.

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Además, los ordenadores personales como Sinclair o Commodore también arrinconaron a las consolas de videojuegos, ya que además de reproducir algunas de las novedades del mercado, también se podían utilizar para otros menesteres.

Una época dramática en la que muchas empresas quebraron. Atari estuvo al borde de la bancarrota, cuando durante años había sido la emprea reina del videojuego. Finalmente, fue vendida en 1984 por 280 millones de dólares

Los videojuegos, como sabemos a día de hoy, se salvaron. En Japón tuvieron la visión de negocio que faltó en la otra parte del mundo, y llegaron Nintendo o SEGA. El resto es historia. 

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