Una tremenda ovación arropaba la semana pasada a Francis Ford Coppola en la primera proyección de Megalópolis, un proyecto en el que el director ha invertido más de tres décadas de su vida.

La película no solo es el capricho del cineasta, sino que él mismo la ha financiado de su propio bolsillo, invirtiendo 120 millones de dólares. Coppola llegó a vender sus propias bodegas para no depender de dinero externo.

Así que Megalópolis es una película muy personal, que ha despertado interés y que puede convertirse en un éxito gracias a la estrella de Francis Ford Coppola y a un elenco espectacular.

La distopía en la que un arquitecto idealista quiere reconstruir Nueva York tras un desastre global cuenta con talentos como Adam Driver, Aubrey Plaza, Nathalie Emmanuel, Shia LaBeouf, Forest Whitaker, Laurence Fishburne, Jon Voight, Dustin Hoffman, Giancarlo Esposito, Talia Shire, Jason Schwartzman, Kathryn Hunter, James Remar o Grace VanderWaal, entre otros.

Megalópolis es un riesgo para las distribuidoras

Todo parecía muy positivo para el proyecto de Francis Ford Coppola, y esa proyección de Megalópolis tenía un claro objetivo: encontrar distribución. Allí asistieron representantes de Warner, Disney, Netflix y muchas de las grandes compañías del sector.

Por desgracia, ninguno estimó que Megalópolis fuese comercialmente segura para su distribución, un riesgo que ninguna distribuidora quiere asumir ciegamente.

Tal y como informa The Hollywood Reporter, a pesar del clamor popular hacia la película, Megalópolis no ha convencido como valor comercial a los que toman las decisiones.

Muchos elogian la película, pero la clasifican como un nicho de mercado que comparan con Blade Runner en su día, cuando fracasó en taquilla, aunque el tiempo la convertiría en un fenómeno de la cultura pop.

Por desgracia, ese tipo de riesgos llegan en un momento especialmente sensible para la industria, con muchos estudios cuidando cada dólar que gastan.

Habrá que estar atentos para ver si Francis Ford Coppola se saca un as de la manga, porque hay interés en ver Megalópolis y comprobar el resultado de más de treinta años de trabajo de uno de los cineastas más reputados de la industria, aunque sea la misma industria que no lo considera rentable.