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Esclava de lo políticamente correcto

Aloy Horizon Forbidden West Estatua PureArts

Últimamente leo muchos comentarios y en webs y redes sociales que hablan de la esclavitud de lo “políticamente correcto” como si la buena educación fuera una lacra, un problema o un invento de estos tiempos que corren. 

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En origen, la política son el conjunto de normas y usos que hace que la sociedad funcione correctamente. Que podamos convivir con los mínimos problemas posibles. Lo políticamente correcto es dar los buenos días al entrar a un sitio, pedir las cosas por favor y responder con un gracias. 

Estos gestos hacen que la convivencia sea más fácil y, si además, los ejecutas con una sonrisa es un power up que te garantiza +10 de simpatía y muchas más posibilidades de conseguir tu objetivo. 

Decirle al camarero “tú, gordo, ponme un café” seguro que no te da tan buenos resultados como decirle “buenos días, ¿me pone un café, por favor?”. 

Ser políticamente correcto es lo que nos salva de meternos en un buen lío, por muy gordo que realmente esté el camarero. Y, ojo que, como todo, los cánones de belleza también cambian: ahí están "Las tres gracias de Rubens" para recordarnos que, no hace tanto, estar rellenita no era ni mucho menos malo…  

Y esto lo puedes extrapolar a cualquier ámbito de la vida, aunque cuanto más complejas son las interrelaciones que vayamos a poner en marcha, más complicadas se vuelven estas reglas políticas que, para más dificultad, evolucionan con el tiempo. 

Ahora vale con un “gracias” y no es necesario “besar las manos de vuestra merced”. Con un “adiós” nos despedimos, sin necesidad de desear  que “Dios sea con vos”. 

Toda esta cortesía, buena educación, buenas maneras o como queráis llamarlo sirve para suavizar las relaciones sociales y obtener resultados favorables, que el ser humano es egoísta por naturaleza y rara vez hacemos algo por que sí. 

Pues con los videojuegos pasa lo mismo, y querer ver una mano negra, ver agenda política o esclavitud a las sensibilidades de la sociedad en ciertos temas es no querer mirar un poco más allá.

 

A nadie le extraña que en un videojuego destinado a niños no haya violencia explícita, ¿verdad? No estarían “bien visto”, cierto, pero es que a los niños tampoco les gustaría, les molestaría. Cuando mi hijo era pequeño, no quería saber nada de cosas con “muerte y destrucción” (palabras textuales). Si no están “bien visto”, es por algo. 

Ahora, la sociedad tampoco ve con buenos ojos que se cosifique las personas, que las mujeres sean un reclamo sexual o que se perpetúen roles de géneros de los tiempos de nuestras bisabuelas. 

En los anuncios de detergentes ya no salen solo mujeres haciendo la colada, los hombres también lavan los platos y llevan a los niños al colegio. Porque así es en realidad la sociedad en la que vivimos y mostrarlo públicamente consigue que se visualice. 

Los videojuegos son parte de esta sociedad y los que los crean viven en ella y ayudan a reflejarla. Que haya personajes homosexuales en un juego no es por sentirse esclavos de lo políticamente correcto, es porque así es nuestra sociedad. Que un personaje de un videojuego no cumpla cánones de belleza idealizados e imposibles, no es agenda política, es realidad. 

Y no, no estoy pidiendo que se cambie lo que ya está hecho, que lo hecho, hecho está y tendría sentido en su momento y su lugar. Hablo de adaptarse y cambiar con la sociedad. 

Me hierve la sangre cuando se ataca un juego porque tiene una protagonista femenina, o, peor todavía, cuando se la tacha de fea, como le ocurrió a la pobre Selene, o de gorda. Debe ser envidia, ¿verdad, Aloy?

¿Será que algunos hombres quieren que el videojuego sea coto exclusivo de su masculinidad tóxica? ¿Qué quieren ver en las heroínas del videojuego un reflejo de sus sueños húmedos más que un personaje creíble? Bueno, claro, es que las mujeres nunca han luchado en las guerras…

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Siempre nos hemos congratulado de lo adaptable, ágil y resilente que es la industria del videojuego. De lo rápido que se adapta a los cambios y abraza nuevas ideas. Deberíamos alegrarnos mucho más de que eso no se aplique solo a la tecnología o a los nuevos modelos de negocio, sino también a la sensibilidad social.

Los tiempos cambian y todos nos vamos adaptando. Dejamos atrás viejas costumbres y antiguas creencias para adoptar otra nuevas. Y eso es bueno. 

De hecho, ahora ya no tenéis que venir a buscarme para arrojarme un guante a la cara si os he ofendido. Si queréis, mejor nos vemos luego en Twitter, que algunos dicen que es más civilizado… 

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