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Crítica comiquera de Peacemaker - El Torrente de Estados Unidos

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Peacemaker

Peacemaker ya ha llegado a HBO Max con tres increíbles episodios y... ¡James Gunn lo ha vuelto a hacer! ¡Lo ha vuelto a conseguir!

Siempre han dicho que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. A mí esta afirmación siempre me ha parecido una estupidez. Siento que hace de menos tanto a uno como a otro. Al hombre, por no concederle el mérito que tiene su valor, sea cual sea; a la mujer, porque la reduce a ser una sombra del varón, en la que desafortunadamente lleva estando desde que el tiempo es religión.

Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta de que a esta frase, si le cambias los sustantivos, puede tener uso de razón. O razón de uso. Así que aprovechando el estreno de Peacemaker en HBO Max, hoy acuñaremos en Hobby Consolas una frase propia. Digamos algo así como «detrás de cada imbécil podría haber una historia que contar».

James Gunn lo ha vuelto a hacer. No sé cómo, pero lo ha vuelto a hacer. Ha cogido al personaje más patético y denigrante que se le ha puesto a tiro, lo ha aderezado con su espíritu cinematográfico, lo ha bañado en su extenso conocimiento musical, lo ha escrito como los ángeles y nos ha brindado una comedia que si fuera más estúpida no se estrena.

Parece ser que El Escuadrón Suicida solo fue la antesala de lo que nos tenía preparado el cineasta en el DC Extended Universe (DCEU). Porque al lado de Peacemaker, la película de Bloodsport, Harley Quinn, King Shark y compañía parece un juego de niños. ¡Esto es James Gunn desatado, pero bailando en una cornisa y con una botella de bourbon en las manos!

Cuando comenzamos la historia de El Pacificador en HBO Max, nos reencontramos con el personaje de la forma más absurda posible. ¿Sabéis eso que dicen —de forma peyorativa— algunos críticos contrarios al género de superhéroes? Me refiero a lo de «es que en las películas y series de superhéroes todo vale y, maldita sea, no todo debería valer».

Bien. Pues James Gunn ha cogido literalmente ese leitmotiv y te lo ha escupido en la cara a los diez segundos. Chris Smith vuelve con un «mire, me dispararon en la tráquea, se me cayó un edificio encima y aquí sigo». Y ya está. Porque aquí hemos venido a divertirnos, no a deleitarnos con La tragedia de Macbeth o algo similar.

En ese sentido, James Gunn es el mejor director de superhéroes de la historia. Cada vez que coge un guion, cada vez que lidera un proyecto, no es que aleje los complejos de las viñetas, es que duerme con ellos, se regocija en ellos, se baña con ellos hasta quedar impregnado completamente de su esencia. Y entonces se pone a trabajar.

Peacemaker es otra masterclass del cineasta de cómo hacer una adaptación sin miedo a nada. No tiene ningún sentido del ridículo y parece que solo se esfuerza en intentar entretenernos. Nos hace reír, carcajear, mirar la tele con los ojos abiertos, desorbitados, abrir la boca y murmurar cosas como «esto no tiene ningún sentido».

Y mientras hace todo esto también nos habla de cosas importantes. Porque si algo hizo grande la franquicia de Guardianes de la Galaxia en Marvel Studios no fueron solo los chistes y las tonterías, los colores y la acción, la música y la dirección. Lo que hizo grande a los Guardianes fue el alma de su historia y todo lo que la rodea.

Chris Smith es exactamente la clase de persona de la que todo el mundo huiría si tuviera la oportunidad. De hecho, si alguien lo tomara como ejemplo sería verdaderamente preocupante. Una red flag de manual. El tipo es un machista, un sexista, un racista, un necio, un ignorante y todos los atributos negativos que te quieras inventar.

Es la mente de un adolescente en el cuerpo hipermusculado de un John Cena que parece actor. James Gunn ha conseguido que se lo crea de tal forma que el ex luchador de WWE se ha convertido literalmente en el personaje. No soy consciente de que es él porque se ha convertido en él.

A pesar de todos los prejuicios que habitan dentro del cuerpo de Peacemaker, hay algo más hondo, más profundo, que genera una empatía involuntaria en el espectador. Se supone que este tipo debería caerte mal. ¡Maldita sea! Mató a Rick Flag y parecía uno de los villanos de El Escuadrón Suicida.

Entonces, ¿por qué sentimos algo de empatía por él? La clave está en lo que dice uno de los personajes más interesantes de la serie. «Hay algo de tristeza en él», explica. Y tiene razón. Hay algo de tristeza en él porque detrás de cada imbécil hay una historia que contar.

Esta es la historia de un imbécil llamado Chris Smith. De lo importante que es no alejarse de los malos ejemplos —estoy refiriéndome, obviamente, al padre nazi—, sino ser capaz de reconocerlos. La historia de Peacemaker no va sobre redimir al personaje. James Gunn solo quiere exponerlo.

Peacemaker HBO Max

Me ha recordado inevitablemente a la primera película de Torrente, antes de que la franquicia de Santiago Segura se convirtiera en una galería de cameos del personaje de la cultura popular española de turno. Entonces era una ácida crítica que exponía un modelo masculino tóxico, castizo e ibérico. Todos hemos conocido algún Torrente en nuestra vida.

Peacemaker es un poco como Torrente, pero desde un prisma estadounidense. Sin embargo, mientras el personaje de Santiago Segura no se esforzó en contarnos su historia, James Gunn sí lo está haciendo con Peacemaker. Aunque sea la historia de un imbécil redomado.

Y todo esto lo ha hecho con su estilo característico, referenciando tanto al material original que incluso nos golpea con las viñetas. ¡Pero si hay hasta una referencia a Bat-Mite, por el amor de Rao! ¡Si ha conseguido meter algo así y que tenga sentido, cómo no lo vamos a querer!

En esta serie de televisión de HBO Max, como sucedió con El Escuadrón Suicida, lo que prima es la violencia, la diversión, el lenguaje soez, los chistes malsonantes, la comedia estúpida y, sobre todo, lo absurdo. Y Peacemaker no habría necesitado nada más para convencernos.

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Pero, a pesar de ello, lo que tenemos es una historia que logra conmovernos en los momentos que puede hacerlo, incluso aunque admitamos que Chris Smith es un desgraciado que no merece nuestra emoción. Porque a veces la vida es así.

A veces no podemos controlar qué nos remueve la tripa y el corazón. Simplemente nos dejamos llevar, fluir. Acabaríamos en un manicomio si pudiéramos tener un botón que activara y desactivara nuestros sentimientos a placer, como una app sobre las emociones.

Si el ser humano fuera una operación matemática, lo más probable es que Peacemaker nos hubiera producido más desasosiego que humor. Pero como no somos autómatas, como estamos hechos del material de las estrellas, podemos llegar a entender lo que hay tras los repugnantes prejuicios de Chris Smith.

Podría ser solo un tipo que se ha perdido en el camino, quizás la sombra de su padre, un reflejo de la figura paterna de la que anhela consuelo, un abrazo, una palabra, un gesto. A fin de cuentas, ya sabéis lo que decimos por aquí. Detrás de cada imbécil…

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Etiquetas: HBO Max