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No estamos preparados para Elden Ring

Elden Ring

Hemos jugado a Elden Ring, durante muchas horas y por última vez antes de que llegue el análisis. Y tras contemplar la magnitud de las Tierras Intermedias, morir infinitas veces y ver cosas que no creeríais, estamos convencidos de que no estamos preparados para lo nuevo de FromSoftware.

El primer día pensé que Elden Ring me resultaba muy familiar

Hace poco pude probar una versión prácticamente final del juego, durante tres días seguidos y en sesiones de seis horas, con la particularidad de que cada día el progreso se reiniciaba y había que empezar desde el principio, invitándome a probar diferentes clases de personaje.

No tuve la suerte de participar en la beta de hace unos meses, así que fue mi primera toma de contacto con el nuevo juego de FromSoftware... y con su dificultad

Según tengo entendido, muchos salieron de la beta pensando que era algo más sencilla de lo que nos tiene acostumbrados el estudio. Y si a eso le sumamos que Elden Ring es Dark Souls 4 en todo menos en nombre, entenderéis por qué llegué a esta sesión de preview bastante confiado.

Porque no os voy a engañar: esto empieza exactamente igual que Dark Souls. Tenemos una secuencia de introducción en la que se establecen las bases de este nuevo universo y se nos presenta a los jefazos de los que vamos a tener que dar buena cuenta. 

Hay que destacar que la intro de Elden Ring usa imágenes estáticas con una textura muy particular que recuerda al papel envejecido, quizás un pequeño homenaje a George R.R. Martin y sus libros. Pero lo importante es que nos deja claro el objetivo del juego: convertirnos en señor del Círculo.

Así que una vez en el creador de personajes, fui directamente a por lo que siempre cojo en Dark Souls: el guerrero de espada y escudo. Ya, ya lo sé, no soy nada original, pero es con lo que me suelo sentir más cómodo y con quien he superado sin demasiados problemas los anteriores Souls.

Al ponerme a los mandos, volví a sentir un chute de confianza; ¡era igualito que Dark Souls! Los mismos controles, el mismo enemigo "imposible" nada más empezar... Lo mismo todo. Pero una vez emergí de la caverna que actúa como tutorial y salí a las Tierras Intermedias, empecé a notar las diferencias.

Como ya sabéis una de las grandes novedades de Elden Ring es su mundo abierto, que nos recibe con un guantazo de libertad a los pocos minutos de empezar. Resulta un tanto abrumador encontrarse ante un escenario tan abierto sin tener ni la más mínima idea de adónde ir. Por suerte para eso están los Lugares de Gracia.

Elden Ring

Cuando se desveló que estos puntos (que son a todas luces las hogueras de los Dark Souls) nos guían hasta el siguiente objetivo, me pareció un poco preocupante, un poco "anti-FromSoftware", pero tengo que reconocer que lo han resuelto de una manera de lo más elegante

Porque no se trata de un indicador o un marcador siempre presente en pantalla, sino de un tenue haz de luz que señala la dirección -y esto es clave- del siguiente Lugar de Gracia. Cómo lleguemos hasta allí depende de nosotros.

Seguirlo me llevó a morir de forma ridícula contra el primer "jefe de campo", a conocer a un mercader que vendía antorchas (entre otras cosas), a atravesar un bosque lleno de enemigos y a descubrir una cueva en la que no me atreví a entrar por no haberle comprado una antorcha al mercader. Se podría decir que todo iba sobre ruedas... Hasta que llegué al campamento.

Porque al intentar ir a por los enemigos de la zona como si de un Dark Souls se tratase, uno de ellos hizo sonar su trompeta y de repente me vi rodeado por cinco, seis o más soldados. Pude hacerles frente, aunque no sin problemas. 

Elden Ring

Pero todavía quedaba el líder; "no puede ser mucho más difícil que los otros, ¿no?", pensé. Pues me equivocaba. El líder era terriblemente fuerte, tenía mucha más salud y utilizaba habilidades especiales que cubrían una gran zona. Sólo fui capaz de derrotarle porque hice la trampa de girar a su alrededor y pillarle por la espalda... varias veces.

Ahí ya empecé a notar que las cosas no eran tan, tan parecidas como había pensado inicialmente. Pero continué jugando, siempre sin salirme del camino, siguiendo la dirección de los Lugares de Gracia. Y me sorprendió descubrir que incluso en mundo abierto, se puede apreciar el magnífico diseño de niveles de FomSoftware

¿Que cómo lo sé? Pues porque pese a haber pasado sólo unas horas con Elden Ring, en mi cabeza ya tengo creado un mapa mental del recorrido exacto hasta el primer jefe. 

Ah, el primer jefe. No había puerta de niebla que indicase su presencia, pero la señal de invocación que vi en el suelo y la arena de combate que se abría ante mis ojos dejaban claro que tocaba pelear contra alguien importante.

Elden Ring

Pero lo que me encontré al otro lado no parecía alguien demasiado relevante para la trama; más bien un subordinado del verdadero jefe. Con este pensamiento en la cabeza me lancé a por él... Y me obliteró en cuestión de segundos.

"Bueno, es cosa de reconocer sus ataques y pillarle el truco", pensé. Pero ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto intento fueron mucho mejor que el primero. 

Decidí entonces sacar partido de la invocación de espíritus, una nueva mecánica que como su nombre indica permite utilizar ceniza para invocar a seres que nos prestan su ayuda, aunque sólo en lugares concretos y si disponemos de los PC (Puntos de Concentración... Magia de toda la vida) necesarios.

Pero ni con la ayuda de tres lobos espirituales hubo forma de derrotar al jefe. Tras varios intentos fallidos, volví a fijarme en la señal de invocación que había en el suelo, justo antes de entrar a la zona donde se desarrollaba el combate, y dije "al cuerno". 

Elden Ring

Hasta ahora, en todos los Souls, siempre he evitado la invocación de NPCs porque me gusta disfrutar de la satisfacción de derrotar a un jefe sin ayuda de nadie, pero no me quedó más remedio que renunciar a mis principios. "Ya lo haré bien cuando juegue en condiciones", pensé.

Pero ni con la ayuda de tres lobos espirituales y un poderoso hechicero hubo forma de derrotar al jefe. Ese jefe que no parecía importante, que tenía pinta de subordinado, literalmente el primer jefe de Elden Ring... Me mandó a casa con el rabo entre las piernas. 

El segundo día pensé que Elden Ring era demasiado difícil

Tras el fracaso de la primera toma de contacto, volví a las Tierras Intermedias con energías renovadas. Esta vez cambié un poco el enfoque y escogí una clase con pinta de samurái. Ya sabéis: katana en mano y muchos puntos en destreza.

Seguí el mismo camino que el día anterior con algo más de soltura y, al llegar al campamento, decidí que había llegado la hora de agacharse y apuñalar por la espalda. 

La primera impresión fue que el sigilo está roto; es sorprendentemente fácil pillar a los enemigos desprevenidos, pues incluso aunque estemos a dos palmos somos invisibles a sus ojos, e incluso cuando advierten nuestra presencia, se olvidan de nosotros enseguida.

Así que jugando de esa manera, y evitando al líder, logré dar buena cuenta de los soldados y en pocos minutos volví a plantarme frente al primer jefe.

Elden Ring

Pensaba que contar con la experiencia del día anterior y la ayuda de los espíritus y el NPC me facilitaría las cosas... Pero no fue así. Me llevó MUCHOS intentos, más de los que estoy dispuesto a admitir, lograr que mordiese el polvo. Y en lugar de satisfacción, lo único que me llevé fue la sensación de ser un paquete.

Tras el jefe tocaba internarse en un castillo, donde reaparecía el diseño de niveles tradicional de FromSoftware... Multiplicado por diez. 

Elden Ring

Porque pese a ser un entorno cerrado, se seguía apreciando cierta naturaleza abierta, ya fuese a través de las diferentes rutas que permitían avanzar hacia el interior o en los nuevos caminos que se abrían al aprovechar la capacidad de salto. El castillo era un lugar enorme que no pude explorar en su totalidad, con un diseño intrincado e inteligente. Y por supuesto con atajos.

Mientras lo recorría, me asaltó un pensamiento: si este es el diseño de la primera mazmorra del juego... ¿Cómo serán las siguientes?

Elden Ring

Pero la dificultad volvió a ponerme en mi sitio. Tuve que repetir algunas secciones muchas veces, pues los enemigos eran despiadados y no se andaban con tonterías. En particular ciertos caballeros con lanza que parecían indestructibles... 

No os voy a mentir: llegué a sentirme un poco frustrado. Acabé la sesión de juego con la sensación de que no había explorado ni la mitad del castillo y que era un desafío imposible, dada su dificultad. Los juegos de FromSoftware son desafiantes, pero ninguno me había dado tantos problemas en las primeras horas.

El tercer día pensé que no estamos preparados para Elden Ring

Pese al fracaso de los dos días anteriores, llegué a la última sesión de prueba de Elden Ring con energías renovadas.

Volví a escoger al samurái y seguí el camino que ya me sabía de memoria a toda velocidad. Pero por algún motivo, esta vez, cuando llegué al campamento, me golpeó una realidad: no se puede jugar a Elden Ring como a Dark Souls

O más bien debería decir que no se debe jugar "sólo" como a Dark Souls. Porque hay nuevas acciones y están ahí para aprovecharlas. De hecho, se podría decir que Elden Ring es un "best of FromSoftware", pues recoge todas las mecánicas que hemos visto desde Demon's Souls hasta Sekiro y las presenta en forma de mundo abierto. 

Elden Ring

Pero esas mecánicas no son "una opción más". El sigilo, por ejemplo, no está roto; hay que usarlo, sí o sí, para tener alguna oportunidad de salir airosos frente a un grupo de enemigos muy numeroso. Y también es la forma ideal de empezar el combate frente al líder del grupo.

Lo mismo se puede decir de los ataques en salto, los cuales estuve ignorando durante los dos primeros días. Pero resulta que son increíblemente útiles, pues rompen con mayor facilidad la postura del enemigo.

Me di cuenta de que en Elden Ring hay que hacer un ejercicio de "reaprendizaje", pues de lo contrario todos los dejes acumulados tras cientos de horas en Dark Souls se van a volver en nuestra contra.

Elden Ring

Si vemos un enemigo que sabemos que es poderoso, como los caballeros con lanza, lo mejor es usar el sigilo y evitarlos completamente. Si llegamos a un patio con decenas de enemigos, lo mejor es atravesarlo corriendo. Y hay que cambiar la idea preconcebida sobre usar invocaciones... Porque la dificultad de Elden Ring ha sido diseñada pensando en su uso.

¿Qué supuso darme cuenta de todo esto? Pues para empezar que fuese capaz de derrotar al primer jefe al segundo intento. Y para continuar, que consiguiese abrirme paso a través del castillo hasta llegar al verdadero jefe.

No voy a entrar en detalles porque sé que en la comunidad valoráis mucho descubrirlos por vosotros mismos. Lo único que os voy a decir, es que cuando logré derrotarlo (con ayuda y tras unos cuantos intentos) recordé por qué adoramos estos juegos: exhalación profunda, pulso a mil, corazón a punto de salirse por la boca e inmensa sensación de triunfo.

Elden Ring

Y tras eso... Bueno. Si creéis que en la beta se vio demasiado, tengo buenas noticias: no habéis visto absolutamente nada. Elden Ring es sencillamente enorme

Monté a lomos del caballo y me puse a explorar sin ningún objetivo en mente el escenario que se abría ante mí, en un intento por aprovechar el poco tiempo que me quedaba del último día de juego.

Y cada pocos minutos me topaba con algo que me hacía soltar un grito ahogado; ya fuese una zona que destacaba por su diseño artístico, una situación inesperada, un enemigo de tamaño colosal o un cielo estrellado de tal belleza, que tuve que detenerme a contemplarlo durante varios segundos. 

He visto cosas que no creeríais. Y aun así, tengo la sensación de no haber visto nada. No estamos preparados para Elden Ring.

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