El protagonista de Binary Domain, un
sargento de nombre Dan Marshall, comparte historia con un
grupo variopinto de personajes. Unos que se llevan más carisma y
estilo que casi todos los miles que han pasado por nuestras
pantallas en lo que va de generación. Su forma de enfrentarse a los
enemigos es todo un homenaje a lo que se puede considerar un héroe
genérico. Un corte que se adapta a los tiempos que corren, donde
inteligencias artificiales, redes instantáneas y nanorobots pueden
ponernos las cosas muy difíciles.
Lo que ofrece este título de SEGA, ideado por el estudio de la
serie Yakuza, es
una amalgama de otros juegos. Todos con una característica
concreta, que parten de la vista en tercera persona. Sin embargo,
la forma en que Binary Domain nos coloca ante la acción se queda a
medias en algunos aspectos. En concreto, la forma de reaccionar
ante los elementos del escenario no llega a los mejores del género.
Tampoco vemos que los entornos se aprovechen. Algo muy a nuestro
pesar, porque algunos son una verdadera delicia, en la que apenas
pasamos unos minutos y nos dejan con ganas de volver.
Binary Domain (HD) Análisis en HobbyNews.es
La alternancia de disparos y el uso de coberturas nos da algo
más en lo que pensar cuando estamos en plena faena. Los puntos en
que nos refugiamos son menos de los que parece a simple vista. Sin
embargo, esto se compensa a veces con varios niveles, desde los que
tenemos mejor ángulo para acabar con los contrarios. Unos que
carecen, en general, de cualquier sentimiento. Se trata de robots
operados desde una base remota. Unas fuerzas que tienden a estallar
cuando acertamos en el lugar preciso o que se desmiembran poco a
poco.
Precisamente, uno de los detalles más interesantes de Binary Domain
es el daño localizado. Cuando más nos centramos en desmontar un
enemigo, más créditos nos dará este. Otra posibilidad es acertar en
la cabeza, con lo que los robots comenzarán a atacar a sus propios
compañeros. Esto compensa lo monótonos que se hacen los diseños de
muchos de ellos. Es cierto que nos encontramos con más de 30
enemigos diferentes y mecánicos, pero los más abundantes tienden a
ofrecer poco más que oleadas finitas que tienen poco de
original.
Personalización al estilo Binary Domain
Si hay algo que se sale de lo habitual en este juego, además de
una historia para vivirla (si te la cuentan no tiene gracia) es que
implementa un sistema de órdenes por voz. Estas funcionan, más o
menos, tanto en PS3 como Xbox 360. Pero se quedan por detrás de
otras opciones similares, a pesar de tener un repertorio bastante
amplio y que incluye algo más que palabras bonitas. Lo cierto es
que se echa de menos que aproveche tecnologías como Kinect, que
están preparadas para esto.
De los puntos de experiencia también merece la pena hablar. Más que
nada, porque no son tales, sino que el sistema económico se basa en
piezas que se transforman automáticamente en créditos. Estos nos
dan para añadir armas y munición a nuestro arsenal. Pero lo más
interesante es que podemos hacer lo propio con nuestros compañeros
de equipo. Aquí entran en juego también los nanorobots, que
proporcionan mejoras que afectan al comportamiento del
equipamiento. Velocidad, tiempo de recarga, potencia de fuego...
todo llega con dos limitaciones: el presupuesto y cómo rellenemos
las casillas donde se colocan los 'chiquitines'. Aparte de estas
opciones un poco originales, en cuanto a forma, también tenemos
otras más clásicas y que repartiremos entre los diferentes
componentes de nuestro comando. Todo ello con la influencia de la
suerte, porque no sabremos si un personaje en concreto estará con
nosotros muchas misiones o hará apariciones esporádicas.
Precisamente, los compañeros nos van a dar muchos momentos buenos
en Binary Domain. Un título que empieza a ponerse interesante
cuando llevamos un par de horas de partida. Algunos giros en la
trama y varias apariciones estelares invitan a seguir cuando las
cosas parecían que el juego no daba para más. Algo incomprensible,
porque esconde momentos memorables y que sólo un acabado técnico
irregular consigue empañar.
Mutijugador pobre vs robots gigantes
La paciencia es la clave para disfrutar del juego. Si queríamos
enemigos grandes, aquí los tendremos. Secuencias espectaculares,
también las incluye. Incluso nos enfrentamos a algunos eventos
predefinidos, en los que hay que pulsar botones o mover el 'stick'
como indica en pantalla. Esto viene a confirmar la idea de que
Yakuza Studio ha querido mezclar elementos de otros juegos y dejar
la originalidad en manos de una historia que arranca despacio.
Como accesorio, que parece estar sólo por capricho y para aumentar
las diez horas que nos puede durar la historia, también se ha
añadido un apartado online. Uno que complementa unos extras
descafeinados, que se limitan a poder leer notas perdidas por los
escenarios y a ver fichas de enemigos y personajes. ¿Qué tienen
esos modos multijugador? Pocas cosas nuevas. Por un lado, un puñado
de escenarios tipo horda, con oleadas de enemigos que cada vez son
más grandes. Algo que podemos jugar en solitario o cooperativo,
pero que apenas ofrece recompensas, salvo la satisfacción de
superarlo.
Es en estos modos multijugador donde más se aprecia una
inteligencia artificial poco trabajada. Con enemigos que chocan
contra objetos cuando no tienen un camino prediseñado que seguir.
Un detalle que apenas se aprecia en el modo historia y que se puede
achacar a que son robots... pero que hace menos divertido el
multijugador. Por otro lado, también disponemos de un modo por
equipo, en el que demostrar qué personaje es nuestro favorito y
darlo a conocer al mundo. Uno que no parece preparado para Binary
Domain, ya que apenas hay partidas en las que jugar. Así que, de
lanzaros a por este título de SEGA y querer disfrutar de algo más
que su excelente historia, intentad convencer a algunos amigos para
que lo hagan al mismo tiempo, así tendréis la diversión más
asegurada.