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Análisis de The Red Strings Club, el indie español para PC

José Luis Ortega

The Red Strings Club
Acaba de empezar el año y ya tenemos con nosotros uno de los videojuegos españoles más potentes del año. The Red Strings Club es lo nuevo de Deconstructeam, y va a dar mucho que hablar.

El estudio valenciano Deconstructeam, creadores del genial Gods Will Be Watching, vuelve a la carga con The Red Strings Club, una aventura que deja el mismo buen sabor que un cóctel y, como suele pasar tras tomar varios combinados, es posible que nos acabemos planteando dilemas existenciales y dudando de nuestra propia moralidad.

Porque The Red Strings Club es una de esas experiencias interactivas que traspasan barreras. De esas que el juego no termina con la aparición de la pantalla de créditos, sino que es entonces cuando la cabeza comienza a centrifugar todo lo vivido, tratando de gestionar e interiorizar lo vivido a base de reflexiones que, incluso, pueden incluso ser capaces de incidir en nuestra mentalidad del día a día. No deja indiferente y, eso ya es una gran virtud en el mercado actual del videojuego, plagado de propuestas entre las que es muy difícil destacar.

The Red Strings Club, como su propio nombre indica, basa su entramado narrativo en la leyenda oriental del hilo rojo. Cuenta la leyenda que, las personas destinadas a conocerse, están conectadas por un hilo rojo que se mantiene inquebrantable a pesar del tiempo y la distancia. Es una aventura que, constantemente, a veces de forma consciente y otras no tanto, nos lleva a tomar decisiones, algunas de ellas de lo más complicadas, capaces de tenernos durante varios segundos dudando sobre qué elegir. Y de esas elecciones dependerá el destino de los personajes que protagonizan el juego.

The Red Strings Club

La estética cyberpunk del juego, aderezada con lo que nos gusta denominar cariñosamente como 'píxel gordo' le sienta a las mil maravillas. Aunque realmente, lo visual pasa a un segundo plano en una obra así, en la que prima tanto la narrativa, pero el encuadre otorgado es imperante para deslavazar el desarrollo procedente del futuro que nos propone.

Tres personajes llevan el peso argumental de The Red Strings Club. Todo comienza precisamente en el garito que da nombre al juego, que a su vez es un carácter omnisciente en la obra, ya que el núcleo principal de la trama se desglosa entre barras y bebidas alcohólicas. Un marco que, seguramente, no se ha escogido por casualidad. Cuántas historias se viven y cuántas vidas cambias dentro de bares o pubs.

The Red Strings Club

En el interior del bar se encuentra Brandeis, un hacker neuronal y Donovan, el regente del bar que, además, es broker de información. En un día aparentemente normal irrumpe Akara, un androide sintiente que acaba por convertirse en pieza vital, valga la expresión, en la aventura.

La principal sustancia de The Red Strings Club es su desarrollo conversacional. Los tres personajes mencionados protagonizan un segmento del juego -aunque todos acaban interactuando de forma indirecta-. Aunque no repartidos de forma equitativa, pero todos tienen su peso e importancia, ya que, volviendo al hilo rojo, todas las decisiones importan. Es remarcable que son decisiones; no hay una opción más acertada que otra.

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Cuando el androide Akara irrumpe al bar, Brandeis y Donovan descubren por ella una conspiración dirigida por la empresa Supercontinent de hacerse con el poder mental de las personas. Una idea que, sobre el papel suena maquiavélica, y que evitaría que ciertas personas tuvieran la capacidad de sentir determinadas emociones como la tristeza, el odio o la depresión. Algo que a los dos protagonistas del juego no les hace demasiada gracia, ya que se perderían las capacidades que nos convierten en humanos. Sobre ese tema se basa el desarrollo de The Red Strings Club.

La primera parte de la aventura, protagonizada por Akara, es quizás la más densa, ya que todavía estamos poniéndonos en situación y el juego nos hace recibir a clientes de Supercontinent que quieren recibir esos implantes para cambiar su forma de ser. En nuestro inventario tenemos una serie de implantes, que se moldean con una mecánica jugable un tanto tosca, y que determinarán qué es mejor para cada uno. Si viene un cliente que quiere más atención mediática en las redes sociales, podemos ponerle un implante que mejore su empatía para ganar más seguidores o que apague su ansia por algo tan banal como la aprobación social. Decisiones que nos ayudan a familiarizarnos con lo que quieren transmitir desde Deconstructeam.

The Red Strings Club

Donovan, el barman del The Red Strings Club, es broker de información. Pero no lo es por su labia, sino por su habilidad con los cócteles. Según el combinado que realicemos mezclando cuatro bebidas alcohólicas, incidiremos en el estado anímico de quien ha acudido al local, ya sea a charlar o a ahogar sus penas en alcohol. Aquí es donde entra la parte más conversacional de la aventura, y donde tendremos que sacar la información necesaria para alcanzar a nuestros objetivos. Pero... ¿es ética la metodología que utiliza Donovan para ello? Puede que no, pero es divertidísimo sacar información poniendo cubatas. Aunque hay que acertar con el estado de ánimo que queremos provocar para que nuestro confidente 'cante'.

Miembros de Supercontinental acuden al local con diversos motivos. Hay pocos personajes secundarios en el juego, pero son auténticas genialidades y un torrente de personalidades diferentes. Algunos repletos de misterio, otros personalizan la normalidad que debe tener la homosexualidad o los transgénero con una elegancia lamentablemente poco vista en el sector.

The Red Strings Club

Los diálogos son intensos y frescos en todo momento, con geniales rupturas de la cuarta pared en ocasiones, nos mantienen ávidos en todo momento. Dispuestos a escuchar y a ser escuchados con debates que abordan los límites de lo moral. Hay que estar muy atentos a cada una de las conversaciones que tenemos, ya que tras ellas, el androide Akara realiza un cuestionario de diez preguntas para comprender si hemos comprendido el contexto de la charla.

La última pregunta del test nos exige posicionarnos en el tema sobre el que ha sustentado el diálogo, que puede ser el transhumanismo o el control de la información. En función de nuestras respuestas el juego averigua así nuestro posicionamiento y nos pone a prueba para comprobar si somos capaces de defender nuestro punto de vista. A nivel personal, en uno de estos cuestionarios, el juego desmontó por completo mi punto de vista. Por medio de argumentos lógicos, fue capaz de dejarme fuera de juego, asegurándome que estaba siendo un hipócrita. Y tenían razón.

The Red Strings Club

The Red Strings Club es una aventura breve, pero muy directa. Aunque en la primera partida puede que demos algún que otro palo de ciego, querremos volver a visitarla para comprobar los diferentes caminos que se toman en función de cada una de las puntadas que se den al hilo.

VALORACIÓN:

Una sensacional propuesta que aborda problemas sociales, tanto presentes como futuros, dejándonos entrever que, al igual que en el juego, en la vida no hay sola una opción correcta. Una de esas aventuras que hay que vivir, ya que pone a prueba nuestra moralidad y ética, consiguiendo que su mensaje cale hondo llegándonos muy adentro.

LO MEJOR:

Su desarrollo argumental no os dejará indiferentes. Mecánicas conversacionales interesantes e innovadoras. Personajes carismáticos y de todo tipo.

LO PEOR:

La primera parte del juego es un tanto tosca. El minijuego de moldear.

Plataformas:

PC

Versión comentada: PC

Hobby

86

Muy bueno

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