La fórmula de Ghosts ´n Goblins había funcionado muy bien a Capcom en 1985, así que mantuvo un planteamiento similar con este Black Tiger. Esta vez, el valeroso caballero era sustituido por uno de esos bárbaros que tan de moda estaban a finales de los 80.
Nuestra misión consiste en recorrer ocho mazmorras atestadas de esqueletos, plantas carnívoras y orcos, en las que es tan importante atacar bien como saltar con precisión. Las peleas se resuelven de forma similar a los Castlevania, atacando a media distancia y vigilando los movimientos traicioneros de los rivales. Eso sí, nuestro héroe sólo puede atacar hacia delante, así que para librarnos de los enemigos de diferentes niveles tenemos que movernos rápidamente.
Y creednos, los peligros para nuestra salud son numerosos: objetos que esconden trampas, enemigos que brotan del suelo sin que nos demos cuenta, rocas que caen a traición... Por suerte, al derrotar enemigos o encontrar prisioneros recibimos dinero que nos sirve para adquirir mejores armas (como cuchillos arrojadizos o una contundente maza), que mejoran mucho nuestra efectividad. Aun con eso, éste es un juego difícil, que nos obliga a ser muy hábiles contra reloj y penaliza nuestro medidor de salud cada dos por tres.
Y, como comentábamos antes, los saltos también son comunes. Muchos nos sirven para llegar a rutas alternativas, pero un error en otros nos lleva a una muerte segura. Ese mezcla de plataformas y acción mola, pero la verdad es que algunos brincos resultan demasiado exigentes, sobre todo al tener en cuenta el control tan poco flexible del juego.
A pesar de todo, Black Tiger es un juego muy bien ambientado, colorido y variado, pero que penaliza demasiado al usuario inexperto. ¡Comprad toda la equipación que podáis en los primeros niveles si no queréis morder el polvo!