Crítica de Borat: Subsequent Moviefilm, el triunfal, brutal y divertidísimo regreso de Sacha Baron Cohen

Prime Video estrenará en exclusiva Borat: Subsequent Moviefilm, la secuela de Borat (2006), el próximo viernes 23 de octubre de 2020, es decir, a once días de las elecciones presidenciales de Estados Unidos que se celebrarán el 3 de noviembre. Y os podemos asegurar que la película es una bomba de relojería que va a estallar con la intención de hacer añicos la administración Trump y todo lo que supone. Lo hará de forma global, con una onda expansiva que se extenderá a lo largo de más de 240 países y territorios de todo el mundo.

Estamos ante la que es, probablemente, la cinta más transgresora, brutal y divertida de lo que va de año con una cáustica crítica al sector más reaccionario y tradicional de la sociedad estadounidense y una llamada a la acción: no lleves a los niños a ver esta película pero ¡vota!

Las fechas son importantes, pero también lo son las palabras, empezando por el propio título de la película. Para facilitar su comercialización se ha acortado a Borat: Subsequent Moviefilm pero su título real es Borat: Entrega de un soborno prodigioso al régimen americano para beneficio de la gloriosa nación de Kazajistán. Y es el políticamente correcto, porque el anterior era Borat: El regalo de un mono pornográfico al vicepresidente Michael Pence para beneficio de la nación recientemente menguada de Kazajstán.

Lo realmente increíble es que Sacha Baron Cohen (El juicio de los 7 de Chicago) haya salido intacto del rodaje de la película. Como es bien sabido, la cinta original le llevó a ser detenido en numerosas ocasiones (casi cien), debido al propio formato de su sátira política: el falso documental.

Esto implica que en determinadas secuencias de Borat 2 algunas personas no saben que están siendo grabadas para la realización de una película. En el caso de esta segunda, de hecho, hasta su productora fue denunciada por una superviviente del Holocausto. Se trataba de la prestigiosa profesora universitaria, Judith Dim Evans, que al parecer no tenía idea de que participaría en una película cómica. Los productores han asegurado que el actor sí informó a Evans de quién era su personaje y que incluso existe material grabado que prueba su defensa. Falleció en el lapso de tiempo entre la grabación de la película y la denuncia. 

Sea como fuere, la controversia es inherente a una forma de hacer las cosas que trata de mostrar a las personas tal y como son, diciendo lo que piensan sin tapujos y actuando de la forma en la que siempre lo han hecho. ¡Y si no, que se lo digan a Giuliani, que mordió el anzuelo y deja una de las secuencias más inquietantes de la película! Fabulosa, por cierto, su compinche en esta nueva y afilada travesura, Maria Bakalova, que interpreta el papel de la hija de Borat y protagoniza algunos de los momentos estelares en una puesta de largo en la alta sociedad, en un centro de planificación familiar o en una clínica de cirugía plástica. Es su debut pero desde luego no va a dejar a nadie indiferente.

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La fórmula es ahora la misma pero con un plus de peligrosidad, si tenemos en cuenta los ambientes en los que consigue infiltrarse Cohen y la gente con la que se codea: desde conspiracionistas hasta miembros de la derecha más radical, metiéndose en el avispero de protestas, manifestaciones y convenciones políticas. No en vano, el actor ha revelado que en dos ocasiones utilizó un chaleco antibalas por el temor a recibir un disparo.

En una entrevista para la revista Time aseguró que se sentía afortunado de haber terminado el rodaje "de una pieza" y su compromiso a la hora de proteger la democracia de las teorías de la conspiración. Tengamos en cuenta que Borat: Subsequent Moviefilm aborda muchos temas como la estereotipación de la mujer, el daño de las noticias falsas, la hipocresía de la clase política o el extremismo ideológico y la polarización de la sociedad, pero también la forma en la que se ha abordado la crisis sanitaria derivada del COVID-19. ¿Cómo hacer una comedia con elementos tan serios? Acudiendo a dos herramientas prodigiosas: la provocación y el humor absurdo. Ambas funcionan de lujo.

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El componente soez está siempre presente y la irreverencia no cesa ni un solo minuto de la hora y media que dura el metraje. Ni que decir tiene que tanto por el fondo como por la forma, esta secuela, anunciada de forma inesperada hace apenas unas semanas y que se ha ido rodando en secreto, va a levantar ampollas, pero tiene un tremendo valor el arrojo de sacarla adelante y de poner un espejo ante la sociedad estadounidense y mostrarle sus vergüenzas.

Sacha Baron Cohen no ha hecho la secuela deBorat para hacer amigos y, a estas alturas, cuando se puede permitir hacer lo que le dé la real gana, le honra su compromiso.