Crítica de Las brujas (de Roald Dhal), dirigida por Robert Zemeckis

Se acerca Halloween y con la celebración de la fiesta también una programación especial así como ciertos lanzamientos cinematográficos que llegan con la idea de sacarle partido a esta tenebrosa festividad.

Es el caso de la nueva película dirigida por Robert Zemeckis, Las brujas (de Roald Dahl) cuyo guión coescribe junto a Kenya Barris y Guillermo del Toro, implicado también por cierto en la producción (e interesado inicialmente en una película en stop-motion, por cierto, técnica que sí utilizará en su película sobre Pinocho).

Como principal atractivo, cuenta con un reparto estupendo encabezado por la siempre implicada y perfeccionista Anne Hathaway en el rol de la Gran Bruja y la entrañable Octavia Spencer como su antagonista además de secundarios como Stanley Tucci o intérpretes que le prestan su voz a sus personajes como Chris Rock.

Esta película de terror nos desplaza a Alabama en los años 60 cuando un niño de ocho años se ve obligado a vivir con su abuela en el pueblo de Demopolis tras perder a sus padres en un accidente de tráfico.

Ella trata de animar a su nieto como puede, consiguiendo estrechar vínculos con él y consiguiendo que consiga evadirse. Sin embargo, su apacible recuperación se verá alterada cuando descubra que las brujas, hasta entonces criaturas místicas de los cuentos y relatos de terror, existen en la vida real y están al acecho.

Cuando el muchacho le confiesa a su abuela que ha tenido un encuentro con una mujer sospechosa y amenazadora, ella decide llevárselo a un hotel de lujo para mantenerlo a salvo. Con tan mala suerte que la Gran Bruja y su séquito se están instalando allí en ese preciso instante, para urdir un diabólico plan que consiste en reducir a los niños a ratones con una fórmula mágica. 

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El enfoque de Las brujas es infantil, como lo es la novela en la que se basa, respetando el inquietante tono del libro y llevándolo hasta las últimas consecuencias sin edulcorar su final ni alterarlo en exceso, más allá de cambiar las coordenadas espaciales en las que se desenvuelve la aventura. Ese es su principal punto fuerte, junto con la implicación total del reparto y el evidente entusiasmo con el que Anne Hathaway ha abrazado el reto de crear una nueva Gran Bruja.

Es evidente que ya sabía que sería comparada con la memorable interpretación de Anjelica Huston de 1990 de La maldición de las brujas, una cinta menos fiel al material original y algo edulcorada, pero mucho más divertida, pero eso no ha sido un obstáculo para que la actriz se lleve el papel a su terreno y que incluso se haya currado un acento de lo más peculiar (obligatorio visionado en versión original para apreciarlo como se merece).

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Pero a pesar de estos puntos atractivos, la película tiene problemas considerables que atañen tanto a la forma (el CGI es muy mejorable en muchos momentos, ¡cómo se echan en falta los efectos prácticos y el maquillaje y los protésicos sin más, aunque se noten) como al resultado del conjunto, que dista de ser lo suficientemente divertido como para despertar las carcajadas de la audiencia ni tan atmosférico como para resultar aterrador más allá de momentos puntuales y pasajeros.

Prueba de la poca homogeneidad del metraje de Las brujas es que la película tarda lo suyo en arrancar y se resuelve en cinco minutos sin dejar que la narración se asiente. 

En suma, Las brujas lo tiene complicado con el público actual: puede que sea demasiado turbia para los niños de hoy (juega en el terreno de lo asqueroso más que en el de lo realmente estremecedor) y que aporte poco a los adultos. Sabrán apreciar mejor su atrevimiento los fans incondicionales de Dahl y quienes sientan nostalgia por la película de los 90 y tengan ganas de ver una vuelta de tuerca algo más transgresora.

Hay por cierto un tributo bastante chulo a Poltergeist que saltará a la vista de los más atentos y muchas concomitancias entre el aspecto de la Gran Bruja (aquí carece de máscara en contraposición al libro) y el nuevo Pennywise de It o el Joker de Heath Ledger. Avisados vais los que le tengáis gato a las bocas enormes llenas de dientes puntiagudos y a las cicatrices en las comisuras de los labios...