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Crítica de La casa torcida, adaptación de la novela de Agatha Christie

La casa torcida
Crítica de La casa torcida, adaptación de la novela de Agatha Christie dirigida por Gilles Paquet-Brenner protagonizada por Glenn Close, Terence Stamp, Christina Hendricks y Gillian Anderson. En cines a partir del 13 de abril de 2018.

Falta de oficio o exceso de pretensión, es difícil decir que es lo que más daño le hace a La casa torcida (Crooked House), la última adaptación de una novela de Agatha Christie que cuenta con un guión escrito por el ganador de un Oscar Julian Fellowes (Gosford Park).

El misterio debería ser en primer lugar el eje central de la película llamada a atrapar a los espectadores en un ejercicio de especulación para discernir al asesino en el seno de una familia envenenada. Pero lo cierto es que nunca consigue mantener mínimamente un interés porque ni los personajes son interesantes ni la cinta está narrada con fluidez. Conseguir que una novela de Christie sea aburrida es digno de una buena reprimenda, como poco, sin embargo, no es único pecado mortal que comete Gilles Paquet-Brenner.

Descubre la novela en la que se basa la película

Pero primero, antes de entrar en detalles, desgranemos el argumento de La casa torcida, una de las novelas mejor valoradas de la escritora, aunque ni de lejos la más popular a pesar de que fuera su favorita.

La película arranca mostrando el momento en el que Aristide Leonides recibe una inyección mortal. Todavía no nos lo han presentado, pero se trata de un multimillonario griego que emigró a Inglaterra, donde construyó un palacete de curiosa estructura en la que se alojan tres generaciones de Leónides.

Sophia, su nieta predilecta, seduce a Charles, el hijo de un conocido agente de Scotland Yard que ejerce como detective privado y a quien le encomienda que investigue el caso. Las sospechas recaen sobre todos los miembros de la familia, cuyos intereses cruzados tienen como principal objetivo la jugosa herencia de dudosa procedencia.

Así arranca una historia llena de secretos inconfesables, envidias y reproches que ponen de manifiesto la inestabilidad de un hogar en la que el patriarca podría haber sido víctima de cualquiera de ellos.

Como en cualquier obra de la escritora de novela policiaca por antonomasia, la lista de personajes es inmensa y su tratamiento esencial para comprender sus motivaciones, los posibles móviles para cometer un asesinato y su comportamiento. Éste es el primer error garrafal que comete Paquet-Brenner: no consigue dirigir a sus actores en la dirección correcta. El talento de Glenn Close, Gillian Anderson o Terence Stamp está fuera de toda duda, pero su presentación y desarrollo dista de ser perfecto: todos son personajes extremos en su caracterización y la puesta en escena solo parece entorpecer su trabajo (ojo a la secuencia en la que Anderson hace ímprobos esfuerzos por no taparse la cara con la sombra que proyecta la copa que tiene en la mano sobre su rostro, por no ir más lejos).

La casa torcida

La realización no puede ser más torpe, la definición del espacio hace aguas muy pronto con tiros de cámara imposibles que cortan piernas y cabezas o dejan aire en el lado equivocado sin una justificación específica. El espectador nunca consigue ubicarse en el entorno y la creación de distintos ambientes no es que sea ecléctica, es que te saca de la época como ciertas luces de neón en el paseo en moto de los protagonistas, que no puede venir menos a cuento.

Una de las secuencias que deberían ser ORO PURO por su coralidad y que tiene prácticamente a todos los actores en escena, la de la cena, es un completo desastre en el que la planificación del rodaje y el montaje dinamitan cualquier tipo de tensión familiar. Debería cortarse el ambiente con un cuchillo pero la audiencia va a estar más pendiente de pensar en el cómo que en el qué. Los planos no casan, así de sencillo, y está rodada sin ritmo ni gracia, desperdiciando el talento de los actores veteranos y sin conseguir que sean atractivos los protagonistas que, todo sea dicho de paso, no desprenden un excesivo carisma.

La casa torcida

La fotografía es harina de otro costal: tan oscura e incoherente que a veces no se consigue ver el rostro de los personajes y otras veces parece que estamos viendo otra película. No hay un tratamiento uniforme de la luz, algo que sorprende en el trabajo de Sebastian Winterø que ya había conseguido demostrar en cintas como Cheap Thrills que puede sacarle mucho partido a la oscuridad.

En el lado positivo, que también lo hay, encontramos la banda sonora (introducida con calzador en más de una ocasión, eso sí), que incluye el clásico del jazz "Solitude", interpretado por Billie Holiday, además de dos temas interpretados por Donald Byrd: "You've Been Walkin' About Me Baby" y "Sometimes I Feel Like a Motherless Child".

Siendo un género tan atractivo que otros han sabido explotar con gran acierto, llevándoselo incluso a su terreno como en el caso de Kenneth Branagh en Asesinato en el Orient Express es sorprendente que La casa torcida se quede tan lejos de lo que se esperaba de ella. Es probable que, como a nosotros, indigne un poco a quienes tengan pretensiones de ver algo sólido.

VALORACIÓN:

Se ha escrito un crimen... Y lo ha perpetrado Gilles Paquet-Brenner firmando una de las adaptaciones más fallidas de una novela de Agatha Christie. Prácticamente nada funciona como debería.

LO MEJOR:

Las localizaciones y alguna interpretación secundaria. La banda sonora de Hugo de Chaire no es mala aunque esté muy mal utilizada.

LO PEOR:

La torpe puesta en escena que incluye fallos garrafales como saltos de eje, la fotografía, las interpretaciones principales y el "destrozo" general.
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