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Crítica de Conversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer. Vuelve el horror en formato documental

Conversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer

Crítica de Conversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer, el documental sobre el "carnicero de Milwakee" que mató a 17 personas. 

Tres escalofriantes episodios de una hora de duración componen la serie true crimeConversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer, en la cual se abordan los crímenes cometidos por el atípico y especialmente brutal asesino en serie a quien hemos visto enMonstruo: la historia de Jeffrey Dahmer encarnado por un entregado Evan Peters.

Primero llegó la ficción a Netflix y ahora lo hace este documental que sirve como perfecto complemento para ver hasta qué punto Ryan Murphy se ha informado y hecho eco de todo lo que se sabe sobre los grotescos asesinatos de un hombre que se cebó con la comunidad gay, y en concreto con la población negra, aunque entre sus víctimas hubiera también hispanos e inmigrantes asiáticos.

Su aberrante conducta es imposible de comprender: él mismo, apodado como el "carnicero de Milwaukee", después de ser apresado y confesar todos sus crímenes, fue condenado a quince cadenas perpetuas consecutivas y, desde prisión, trató explicar su comportamiento y buscar redención sin éxito.

La serie navega por su historia a lo largo de tres episodios: "Simpatía por el diablo", en el que se traza su perfil psicológico y los detonantes de sus primeros asesinatos; "¿Puedo hacerte una foto?" sobre la parte más descontrolada de su vida, en la que llegó a un frenesí tal que terminó delatándose y "¿Malvado o loco?" en el que se habla de su posible estado mental de enajenación.

A día de hoy sigue sin haber consenso: hay expertos que dicen que solo un enfermo mental podría haber llegado al nivel de depravación moral del de Dahmer mientras que otros sostienen que sus actos no fueron forzados y que era plenamente consciente del mal que hacía sin importarle lo más mínimo. 

Lo que está claro es que había en él problemas tan graves como una homosexualidad reprimida y culposa, alcoholismo, falta de empatía y una soledad enfermiza, además de la obsesión con la maldad en sí misma y su traslación a obras de ficción como El exorcista o la saga Star Wars.

No hay cadena perpetua ni prisión que pudiera haberle hecho pagar por sus actos: secuestro, intoxicación, violación, casi experimentación con algunas de sus víctimas para convertirlas en zombis trepanando sus cráneos en vida para tratar de anular su voluntad, asesinato, desmembramiento, necrofilia, canibalismo... 

 

Lo más llamativo no es que Dahmer tuviera un museo de los horrores en su apartamento, con restos de tejidos, órganos, trozos de carne, cráneos desnudos y hasta un altar compuesto por los fragmentos de los cuerpos de sus víctimas (además de una olla y un refrigerador de tamaño industrial y un bidón de ácido) sino que llevaba actuando con impunidad desde años atrás.

Llegó a utilizar la casa de su abuela como nido de víbora pero también a cometer crímenes espeluznantes durante un permiso penitenciario tras ser senteciado por abuso sexual a un joven menor de edad. Todo ello a pesar de las sospechas de sus vecinos y con la evidente indolencia de la policía a la que supo manipular para evitar que se le investigara. 

Aunque fue apresado en el año 91, cometió su primer crimen con tan solo 18 años en 1978 y se mantuvo latente hasta el 87 cuando fue depurando su sistema de depredación y cayendo en una espiral de perversidad desenfrenada.

No solo es uno de los asesinos más prolíficos sino que además supo pasar por debajo del radar en un momento en el que el SIDA hacía mella en la comunidad LGTBI haciendo que la desaparición de sus miembros en Milwaukee pasara inadvertida.

La serie expone toda la información de una forma razonablemente ilustrativa, a pesar de contar con poco material audiovisual: se vale de recreaciones de las conversaciones de la abogada de la defensa que le tomó declaración durante meses, imágenes desasosegantes creadas ex profeso, grabaciones de la policía el día de la detención del asesino y el registro de su apartamento.

Más importante aún, la serie también toma declaración a la víctima que consiguió zafarse in extremis de Dahmer y a los familiares, amigos y conocidos de buena parte de los hombres y jóvenes a los que mató. Como siempre en estos casos, es desolador que el foco se ponga en el verdugo y no en las vidas rotas de tantas personas que nunca tendrán una respuesta a sus preguntas.

También se pasa de puntillas por la macabra casualidad mil veces señalada de que el día que se bautizó Dahmer, estando ya en la cárcel, se ajusticiara a Gacy, el asesino conocido por disfrazarse de payaso. O que él miso muriera de la misma forma en la que mató a su primera víctima: golpeado por una pesa.

A veces la realidad coquetea con la ficción y la supera, descubriéndonos pasajes aterradores de hechos que nos espantan. Sorprende la depuración de la información, dado que, a pesar de que se recogen algunas declaraciones inéditas y se escucha la voz de Dahmer, 32 horas de grabaciones quedan reducidas a cerca de una

Conversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer es muy interesante respecto al contenido y el tono, pero no tanto en la forma, dado que tiende a ser repetitivo, algo sensacionalista y quizás restrictivo de más.

La gran pregunta es, ¿qué hacemos como sociedad cuando nos enfrentamos a un caso tan extremo? ¿Qué podemos aprender para protegernos y para no crear nuevos monstruos como Jeffrey Dahmer? 

VALORACIÓN:

Quienes hayan visto Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer valorarán aún mejor el trabajo de Ryan Murphy tras este documental que da cuenta de la fidelidad de la serie a los hechos conocidos y el trabajo de Evans Peters para meterse en la piel de este hombre.

LO MEJOR:

Tener el testimonio de la abogada defensora, que pone el contrapunto humano a las atrocidades que narró el propio Dahmer.

LO PEOR:

Las imágenes son muy repetitivas y el contenido extractado de las cintas, exiguo: de 32 horas apenas han quedado retazos de conversaciones.
Hobby

75

Bueno

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Etiquetas: Netflix