Crítica de Curon, la serie de suspense paranormal de Netflix

La producción europea está suponiendo un buen filón para el suspense y las series paranormales en Netflix. Producciones como Dark tienen legiones de seguidores (y otras como Marianne son de lo más interesantes, pero incomprensiblemente han sido canceladas) y ahora llega una nueva propuesta, esta vez desde Italia: Curon es una serie de suspense paranormal que se basa en mitos y leyendas del folklore europeo.

Date de alta en Disney+

Disney+ sigue estrenando novedades, como su canal STAR. Si te das de alta en la suscripción anuales, ahorrarás el equivalente a dos meses con respecto a la suscripción mensual.

Darse de alta

Ya tenemos disponible la primera temporada de Curon en Netflix, que consta de 7 episodios, de algo más de 45 minutos cada uno. La historia gira en torno a Anna (Gilli Messer) y sus hijos. Ella vivió en el recóndito pueblo de Curon durante su infancia y juventud, pero decidió huir por las terribles experiencias que vivió allí. Ahora, debe volver para iniciar una nueva vida lejos de su ex marido, junto a sus dos hijos adolescentes. Pero el pasado que quiso dejar atrás volverá a resurgir con fuerza en este pueblo maldito...

El suspense de esta serie se articula en torno al lago que baña el pueblo. De él, surge un campanario, último vestigio del pueblo antiguo que fue inundado por esas mismas aguas. Aunque durante años la maldición se había mantenido a raya, ahora parece volver a manifestarse: las personas más torturadas comienzan a oír campanas en sus cabezas y, cuando eso sucede, del lago surge una persona idéntica a ellas, pero sin inhibiciones y con intenciones más egoístas: un doppelgänger, o "doble oscuro".

Anna, su familia y otros personajes claves del pueblo lucharán por hacerse un lugar en el pueblo a la par que se enfrentan a ese misterio: ¿si todos se comportan raro en el pueblo, quién es en realidad un doppelgänger y quién no? ¿Qué desencadena todo esto? Esa es, sin duda, la faceta más interesante de la temporada 1 de Curon, pero la serie también adopta otros enfoques.

Los hijos adolescentes, Daria (Margherita Morchio) y Mauro (Federico Russo), son mellizos y tienen una relación muy estrecha, pero pronto comienzan a inmiscuirse con otros chicos del pueblo, que al principio parecen "simples paletos" para estos chicos venidos de Milán. Pronto, entienden que ellos esconden sus propios dramas... Y su atractivo.

Esto nos lleva a algunas subtramas amorosas entre los personajes, que se entienden desde la perspectiva de intentar atraer al público más joven, pero que al final hacen que la trama principal sea más densa para un público que espera que se ahonde más en el suspense.

Y esa es la pena, porque, para cuando acaba la temporada 1 de Curon, en realidad quedan muchos cabos sueltos en torno a la faceta más mística o folklórica del asunto. Eso frustra doblemente porque la fotografía es realmente hipnótica e inquietante: los grandes planos generales del lago con el campanario, rodeados de un espeso bosque, se deben disfrutar en pantalla grande para dejarse sobrecoger por el misterio que inspiran.

El comportamiento maquiavélico de los doppelgänger o el trasfondo sobre el intento de ocupación nazi son igualmente interesantes, pero incomprensiblemente la serie no decide lanzarse a por el terror, sino que se queda en tramas un poco siniestras, pero que recuerdan más a una telenovela con malos malísimos que a una serie que podría habernos arrancado más de un susto. No os dejéis engañar por el tráiler: Curon no da miedo en ningún momento, pero eso no significa que no sea una serie ciertamente entretenida.

El final de la temporada de esta serie de Netflix deja la puerta completamente abierta a una posible segunda temporada, en la que claramente todo podría volverse más oscuro y siniestro. Por ahora, seguimos teniendo fe en darle una segunda oportunidad... Pero todo dependerá de que el público responda en esta tanda de episodios y que no nos hagan volvernos mala gente, como un doppelgänger.