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Crítica de Elvis, el extravagante y agotador biopic de Baz Luhrmann del Rey del Rock

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Elvis

Crítica de Elvis: Baz Luhrmann retrata al Rey del Rock, Elvis Presley, para componer un extenso biopic de la gran leyenda musical del siglo XX. 

 

Para bien y para mal, Elvis es una película 100% Baz Luhrmann: rezuma garra y pasión por la música, no duda en fundir estilos y en abrazar una puesta en escena tremendamente kitsch pero también tiene problemas narrativos de bulto como dejar al espectador exhausto tras atravesar un clímax eterno.

En pocas palabras, es una película a la que le cuesta respirar porque no baja el ritmo ni un solo segundo.

Lo más sólido con diferencia es la interpretación principal de Austin Butler, un entregado intérprete que si bien no logra metamorfosearse al completo en Elvis Presley, poco le falta. Realmente consigue asomarse a ese reto, cantando además el 70% de los temas de la película.

Si Rami Malek hizo un gran trabajo en Bohemian Rhapsody y Taron Egerton en Rocketman, lo de Butler está a otro nivel alcanzando el hipnótico frenesí de Presley en el escenario y mostrando también su agotamiento y sus desaforados balbuceos en su etapa final. Se aprecia la evolución de su personaje y el intérprete afronta la tarea con maestría. Mínimo, nominación al Óscar.

¿Qué más hace bien Luhrmann? Rendir homenaje a la pasión de Elvis y a sus orígenes. Mostrarlo declarando algo tan importante como que "el rock and roll es básicamente gospel o rhythm & blues, o surgió a partir de ambos" y su relación con grandes como BB King.

Dejar claro por tanto de dónde provenían sus filias musicales, si bien no se centra en su ascensión al estrellato, sino que lo presenta ya de primeras como un superdotado para la música que cae en las manos de un malvado Parker, dispuesto a exprimir el amor del público por su estrella.

 

"Se lo habrían comido enterito", llega a decir, y de facto lo vendió en muchas y variadas porciones para su consumo en forma merchandising, como actor, cantante y con todo tipo de contratos publicitarios, especiales televisados y hasta transmisiones vía satélite... llevándose por el camino hasta el 50% de sus ganancias, dilapidando su fortuna con su ludopatía y ocultando su verdadera identidad.

Elvisse construye, por tanto, como un cuento en el que hay un héroe y un villano, interpretado este último por un Tom Hanks sepultado en prostéticos que irá directo a vuestras pesadillas por su corte mefistofélico. En el momento en el que le confía su carrera musical, sientes que ha firmado un pacto con el diablo.

Cuando contar algo sea demasiado peligroso, ¡cántalo!

Plantear de esta forma la película de Elvis trae asociado un problema obvio: el héroe tiene que brillar y, aunque se planteen sus debilidades, hasta cierto punto hay que cubrir los aspectos más polémicos de su vida y mostrarlo siempre escorado hacia la santificación.

Claro que era infiel, pero amaba a su esposa. Claro que era ambicioso, pero por el bien de su comunidad. Claro que se dejaba en manos de un médico que lo estaba matando, pero necesitaba estar en la cresta de la ola.

De esta forma, todo se lleva por un camino reduccionista: era una víctima del éxito, de quienes abusaban de su generosidad y su entrega y el "malo" queda señalado desde el principio hasta tal punto que llega a sostener que con 42 años, no murió de un ataque al corazón por la sobremedicación, la explotación o su lamentable forma física sino por el excesivo amor de sus fans.

Vamos, es un villano en fondo y forma (la interpretación de Hanks da escalofríos) tan radical que "tapa" cualquier defecto del protagonista.

A pesar de sus dos horas y casi cuarenta minutos de duración, Elvispasa de puntillas por ciertos hitos y se detiene lo mínimo posible en su última etapa, probablemente también una de las más interesantes por la cantidad de contradicciones en las que llegó a incurrir: pasó de ser un mito erótico a guardián de la moralidad, sin ir más lejos y una persona hundida en la dependencia y la soledad.

De esta forma, podemos decir que no se trata de un biopic al uso: queda bastante lejos de mostrar toda la realidad y se enfoca, sobre todo, en esa relación del bien contra el mal que hasta su propia madre parece predecir antes de morir: eso de que el amor, mata.

Sobre todo en una sociedad en la que la tónica era el puritanismo y en la que el provocador artista causó furor (y abrió debates públicos acerca del racismo o la expresión de la sexualidad sobre el escenario).

Tampoco queda espacio para repasar el impacto y la enorme influencia que tuvo este artista en la música y en la cultura del siglo XX ni tan siquiera para indagar en el plano más íntimo y personal.

Así que, por sorprendente que parezca, se queda corta. Ojo, que por lo visto hay un montaje de cuatro horas que recoge mucha más información (incluso una recreación de su entrevista con Nixon como la que se recogió en la película Elvis y Nixon).

Es como si Luhrmann hubiera engullido al mito y lo hubiera escupido plagado de sedas, oros, diamantes y tachuelas pero no hubiese conseguido traspasar la máscara para mostrarnos al hombre que había debajo.

VALORACIÓN:

Elvis es una celebración de la música del Rey del Rock y un profundo homenaje a las raíces de su pasión: el gospel, el blues y los ritmos afroamericanos. La película se centra más en su relación con Tom Parker que en algunos de los aspectos más polémicos de su vida.

LO MEJOR:

La impresionante interpretación de Austin Butler levanta la película de principio a fin: desborda carisma y canta el 70% de las canciones de la peli.

LO PEOR:

Se instala en el clímax durante dos horas y trenta y seis minutos: aunque es apasionante, resulta agotadora y se resiente mucho en el tercio final.
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75

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