Crítica de Enfrentada a un asesino en serie, un true crime estremecedor

Starzplay estrena el domingo 18 de abril una serie documental true crime de cinco episodios que recoge el trabajo de la escritora Jillian Lauren, autora de libro "Exit Sandman: The True Story of America’s Most Prolific Serial Killer" a lo largo de tres largos años. El director no es otro que Joe Berlinger (Escena del crimen: Desaparición en el hotel Cecil, Extremadamente cruel, malvado y perverso, Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy, Crude),

Confronting a Serial Killer (Enfrentada a un asesino en serie) está vetada de detalles autobiográficos (como otras series similares como El asesino sin rostro) a la par que recoge las conversaciones entre el asesino en serie Samuel Little y Lauren, cuya cruzada personal fue y sigue siendo la de identificar al mayor número posible de víctimas antes de que el depredador sexual obsesionado con asfixiar a mujeres muriera en prisión, dada su edad y estado de salud. 

A su favor, la memoria fotográfica del asesino y violador, que llegó a confesar hasta 93 asesinatos de mujeres a lo largo de todo el país (un tercio de ellas siguen sin haber sido identificadas); en su contra el enorme coste personal de tener que asumir largas sesiones telefónicas con un asesino múltiple que incluso llegó a amenazarla de muerte.

Pero, lo más interesante de Confronting a Serial Killer es que, desde el principio, gracias al testimonio de supervivientes y de las familias de las víctimas, queda de manifiesto que a pesar de haber sembrado un dolor "incalculable, inaceptable e inhumano", tal y como se dijo en un tribunal cuando por fin se declaró culpable, la facilidad que encontró Samuel Little para seguir aumentando su larga lista de crímenes se debió simple y llanamente a la falta de sensibilidad y diligencia con la que la justicia trató los casos.

Estamos hablando de la deshumanización de las víctimas, a las que se consideraba "menos" por el hecho de lidiar con adicciones, pertenecer a determinados grupos raciales o ejercer la prostitución, algo que hasta tiene un terrible nombre: "less dead" ("menos muertos").

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Es fundamental la empatía para llegar a este punto y Jillian Lauren es, digamos, el hilo conductor debido a que compartió con las víctimas un pasado de adicciones, maltratos y trabajos sexuales. Reclama para ellas algo tan sencillo como la importancia que merecen como seres humanos, no por ser buenas o ejemplares, sino por sí mismas.

Aunque las mujeres que sobrevivieron manifestaban un comportamiento autodestructivo, Jillian denuncia con su trabajo el hecho de que internalizaran que era un castigo merecido, que se sintieran culpables y humilladas y en ocasiones no fueran siquiera llamadas para declarar, al considerarse que su historial las haría poco merecedoras de credibilidad por parte de los jurados... o porque fueron ignoradas de forma flagrante (increíble el careo de una de ellas con el encargado de la investigación).

En suma, la voluntad de la autora es la de dar visibilidad a las historias de violencia hacia las mujeres, en este caso de forma masiva, pero epidémica en la sociedad de diversas maneras, como es el silenciamiento y la marginalidad. En este sentido, localizar e identificar a las víctimas no es solo una forma de restablecer su memoria, permitir sanar a sus familias y seres queridos y hacer justicia, aunque sea tarde, sino también de señalar las deficiencias de un sistema que todavía tiene mucho recorrido por delante para alcanzar la excelencia.

Confronting a Serial Killer tiene también sus áreas de mejora: a veces parece dar vueltas en círculos y tiende a abusar de las mismas imágenes una y otra vez, si bien ofrece tal cantidad de material inédito que resulta hipnótico.

No tiene pinta de que Lauren vaya a tirar la toalla, tiene claro que mientras haya víctimas anónimas, tiene tarea por delante y si ha sido capaz de soportar con estoicismo conversar con un hombre al que trataba con respeto a pesar de despreciarlo, no parece que haya nada que pueda pararla. Estamos hablando del daño que ha hecho un solo hombre y de lo que ha tenido a bien confesar... Es una historia estremecedora y alarmante, que nos da una idea de cuánto podemos mejorar como sociedad aunque pensemos que vivimos en el primer mundo y demos por sentado el estado de derecho.