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Crítica de Ferrari, la película de Michael Mann con Adam Driver y Penélope Cruz

Ferrari

Crítica de Ferrari, la película dirigida por Michael Mann con Adam Driver, Penélope Cruz, Shailene Woodley, Patrick Dempsey y Gabriele Leone como protagonistas. Estreno el 9 de febrero de 2024.

Sensación agridulce la que deja Ferrari tras su visionado. Michael Mann sigue en plena forma a la hora de filmar, como demuestra en varias secuencias clave de la película, que sirve de biopic de un añoso Enzo Ferrari que se enfrenta a grandes dificultades financieras y personales, pero que pone el foco en el plano dramático, desdibujando la fuerza de las carreras automovilísticas.

La película nos traslada al verano de 1957, momento en el que el expiloto de carreras Enzo Ferrari entra en un periodo en crisis.

La bancarrota acecha a la empresa que él y su esposa, Laura, construyeron de la nada diez años atrás. Su tormentoso matrimonio se encuentra en medio de una gran crisis, mientras lidian con el duelo por la muerte de su hijo. Él quiere abrir la empresa a nuevo capital, comprándole su parte, mientras que ella no quiere que deje de ser un negocio familiar.

En esta crucial etapa, Ferrari tomará decisiones arriesgadas apostándolo todo en una única carrera que atraviesa 1.000 millas a lo largo de toda Italia: la Mille Miglia, mientras teme que estalle el escándalo de su doble vida, puesto que lleva tiempo conviviendo con Lina Lardi, con quien ha tenido un hijo que podría llegar a convertirse en su heredero.

A trompicones

Si Rush o Le Mans '66 supieron trasladarnos como espectadores la emoción, el riesgo y la carga adrenalínica de las competiciones, conjugando de maravilla el plano emocional y el físico de lo que supone enfrentarse a un circuito, en Ferrari hay varios elementos discordantes que nos hacen tener serias dificultades para entrar en la historia.

El primero de ellos es el idioma: resulta algo ridículo escuchar al elenco hablando en inglés con acento italiano. Si se quiere dotar de verosimilitud a una película con ínfulas de credibilidad que incluso recrea al detalle muchos de los elementos de la puesta en escena, es esencial que los personajes hablen en su lengua.

Y no es algo tan difícil de conseguir. Series recientes como Cristóbal Balenciaga han trabajado en esa senda, con su protagonista expresándose en castellano, euskera o francés, según lo requería la ocasión. Aquí se convierte en un lastre porque no hay una apuesta decidida: o filmas en inglés o en italiano, pero es absurdo el inglés con acento italiano y alguna morcilla suelta que no viene a cuento.

 

El otro problema de Ferrari deriva del montaje, extremadamente torpe: es tosco, con la irrupción abrupta de la banda sonora en muchas ocasiones y con montajes paralelos en los que se va sincopando la carrera más importante de la película, lo que le resta fuerza por tanto.

De forma adicional hay varios anacronismos, como las (imposibles) retransmisiones televisivas de las carreras. Que, sinceramente, tampoco aportan tanto y se podrían haber elidido. No son un mal mayor, sino algo más bien anecdótico. Pero, al igual que sucede con otros elementos, sobran y solo entorpecen el ritmo de la narración.

No todo son peros: si las interpretaciones de Adam Driver y Shailene Woodley parecen poco inspiradas y resulta evidente la falta de química entre ambos, Penélope Cruz brilla con luz propia. Se hace dueña de cada secuencia en la que aparece dando vida a Laura Ferrari, la mujer con la que Enzo construyó su imperio de las ruinas. 

Todos y cada uno de los personajes que pueblan la cinta son puros estereotipos, bastante planos y de evolución casi nula a excepción del de ella que comienza siendo la clásica efervescente mujer italiana situada en el cabreo permanente y que, sin salir de esa amargura, tiene muchos matices: hay momentos que rozan lo cómico, lo tierno, lo trágico o lo salvaje. 

Ferrari

Diamond Films

Su trabajo le da temperatura a Ferrari, que a lo largo de sus 130 minutos de metraje llega a ser aburrida y solo se viene arriba gracias a su presencia. El otro punto fuerte de la película es el diseño de sonido, sobre todo en la secuencia climática de la película, que por otra parte se sumerge en un nivel de detalle innecesariamente excesivo que no casa con el tono general hasta el momento.

En suma, Ferrari se merece un aprobado sin más. Podría haber abordado temas mucho más interesantes de una forma profunda y honesta. Hay una falta de decisión incómoda porque se presentan los líos de alcoba de Enzo y los problemas financieros, pero ambos elementos se conjugan con gran torpeza.

Tampoco sales del cine pensando que conoces mejor al personaje: todo es demasiado frío, así que la jugada le ha salido a Mann solo regular.

VALORACIÓN:

Plana y hasta tediosa en algunos momentos, esta cinta biográfica no consigue trasladar las emociones intensas de sus personajes salvo cuando, honrosa excepción, se adueña de la pantalla Penélope Cruz. Mientras que el sonido juega a su favor, el montaje y el rodaje en inglés son sus grandes debilidades.

LO MEJOR:

Penélope Cruz se come la cámara en cada aparición y eleva a su personaje por encima del resto, eclipsando al protagonista. La escena del accidente.

LO PEOR:

No tiene ningún sentido que se haya rodado en inglés, te saca de la historia. Los montajes paralelos ralentizan demasiado las carreras.
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