Crítica de Godzilla: Minus One - El icono de la cultura japonesa ruge con fuerza en una película magnífica

Godzilla siembra el caos. Ha sido así siempre, desde que hiciera su primera aparición en los años 50, personificando el temor de Japón al bombardeo atómico de la Segunda Guerra Mundial por parte de los Estados Unidos primero, y siendo después la causa principal del cine de catástrofes de la isla.

Convertido en un icono nipón y como parte integral de la cultura popular japonesa, este titán es el rey de los monstruos con más de treinta películas de las que ha sido protagonista, además de ser la criatura que lidera el MonsterVerse estadounidense del cual está en emisión en este momento Monarch: el legado de los monstruos.

Larga vida a su reinado que, precisamente en este momento, en pleno 2023 no puede estar en un momento más interesante.

Godzilla: Minus One viene a constatar dos cosas bien interesantes: que no hay una única manera de aproximarse al mito y que se puede sorprender a la audiencia con una película fiel al concepto original en la que haya un buen balance de drama y destrucción.

Hablábamos de que Godzilla siembra el caos y así ha sido en la cartelera española donde el estreno ha sido un cacao en toda regla: tuvo que retrasarse tras ser anunciada y ha llegado muy tarde, cuando ya sabíamos que había sido el mayor estreno IMAX de Japón y todo un fenómeno en la taquilla mundial. Vamos, que nos estábamos relamiendo y frotando las manos...

¿De qué va la película?

Koichi Shikishima es un piloto kamikaze que tras el final de la Segunda Guerra Mundial regresa a su pueblo natal deshonrado por haber evitado su fatal destino. Mientras burlaba su deber desviándose a una de las islas destinadas a la reparación de avionetas, tuvo un encuentro con una bestia gigante, apodada por los lugareños como Godzilla.

Solo él y un mecánico resistieron a su ataque y el cargo de conciencia de su inacción le pesan sobre los hombros. 

El azar le lleva a conocer a Noriko Oishi, una joven que ha adoptado a una niña huérfana. Los tres forman una familia atípica, que se ve separada cuando Godzilla reaparece, aún más grande y fiero. Su pulso nuclear mantiene en alerta a la población, que decide articular un plan para acabar con en monstruo tratando de preservar vidas humanas.

Acción XXXL

Todo lo relativo a la acción de Godzilla: Minus One es, sencillamente, sobresaliente. La capacidad destructiva del titán se aprecia con movimientos de cámara osados, secuencias multitudinarias y una visión mastodóntica de su potencial demoledor.

Takashi Yamazaki, encargado del guión y la dirección de la película obra un verdadero milagro a la hora de componer secuencias muy complejas en las que Godzilla se ve como una amenaza de lo más real.

Consigue además manejar de maravilla el tempo interno de sus apariciones anticipándonos su llegada con la aparición de los peces del fondo marino, mostrando su cresta y finalmente mostrándolo de cuerpo entero con su descomunal tamaño, su pétrea piel y la progresión del movimiento y el color de sus placas dorsales antes de lanzar un pulso atómico.

Visual y sonoramente, nos remite a la versión más clásica de Godzilla, retomando su leit motiv musical y convirtiendo su abatimiento en la redención del protagonista, por una parte, y de la población civil al completo. Esto les lleva a una expiación grupal por la forma inhumana en la que se trataba a los soldados durante la contienda.

Es, de alguna manera, la causa común que une a la gente: el problema a solucionar, ahora de una manera más racional y respetuosa en contraste con cómo se hicieron las cosas durante la Gran Guerra en la que las vidas humanas no valían nada.

De fondo late, por supuesto, una historia más íntima de amor y sobre todo de honor y preservación de la memoria. Godzilla: Minus One toca muchos palos y es satisfactoria en muchos aspectos, aunque también resulte algo naif a veces. 

Lo que subyace al final es un espectáculo de primera fila que os recomendamos ver en un buen pantallón. Es una película muy disfrutable y diferente al enfoque estadounidense de los últimos proyectos que hemos visto. Cuando Godzilla ruge, las víctimas se cuentan por miles. Vais a ver cómo caen edificios enteros, barcos arrasados y destrucción a malsalva. Una verdadera pasada.