Crítica de Good Omens 2: Michael Sheen y David Tennant resucitan una historia menos inspirada

¿Sabéis esas populares aplicaciones que te dicen cuál sería el aspecto de tus hijos mediante fotos? Amazon metió en una de ellas a los Monty Python y a Tim Burton y, después de las chispas, salieron las caras de un Michael Sheen rubio platino y un David Tennant de cabellos teñidos por el fuego. Y qué bien que han repetido, porque ya tenemos disponible Good Omens 2.

La segunda temporada de Good Omens, basada en el universo de Neil Gaiman y Terry Pratchett —que no en su novela, porque ya cerraron su trama en la primera entrega— ya está disponible en Amazon Prime España.

No puedo ser el único que echaba de menos ver los hipnóticos golpes de cadera de Crowley (David Tennant) en su caminar. En Hobby Consolas ya analizamos la primera temporada de la serie; esta vez toca una nueva historia original en la que el propio Neil Gaiman ha vuelto a ser juez e instructor. Si no quieres spoilers, es tu momento para regresar a los infiernos.

Atrás queda el apocalipsis, el anticristo y toda la corte celestial. Esta vez la historia va a reducirse en el tiempo y el espacio: la calle de la tienda de libros de Azirafel (Michael Sheen). El arcángel Gabriel (Jon Hamm) aparece completamente desnudo paseándose por ella para terminar llamando a las puertas de la tienda. La cara de Azirafel os la podéis imaginar.

Dados los acontecimientos de la primera temporada, no ha sido plato de buen gusto, claro. Pero hay más: Gabriel ha perdido la memoria. Completamente amnésico, tendrá que ser protegido por nuestros protagonistas; el Infierno sabe que ya no está en los cielos y eso lo hace vulnerable.

Douglas Mackinnon (Sherlock) regresa a la dirección para ofrecernos una nueva temporada que se siente más pequeña, pero que circula por los mismos raíles: humor inglés, exageración plástica y dos protagonistas que vuelven a devorar con fiereza la pantalla.

La temporada 2 de Good Omens recae todavía más en el carisma de David Tennant y Michael Sheen, cuya química ha dado para llenar internet de comentarios desde 2019. Tendremos la oportunidad de conocer más sobre su relación y sus personajes a través de flashbacks en los que veremos sus surrealistas implicaciones en la historia de la humanidad.

Un poco cansino, todo sea dicho. El misterio por resolver es prácticamente un MacGuffin; el verdadero objetivo de la serie es explorar las relaciones sociales y amorosas de viejos y nuevos personajes.

Así tenemos a Nina Sosanya, que ahora trabaja en la cafetería Dame café o dame muerte y a una encantadora Maggie Service, que ahora es la dueña de una tienda de discos alquilada por el bueno de Azirafel, su vecino de calle.

Es una pseudopastelada aderezada con el humor negro de Crowley y unas cuantas bizarradas —en el significado anglosajón del término— divinas que podríamos disfrutar, salvando las distancias ante semejante refugio emocional, con la misma cara de cachorro inocente que sonríe viendo Todas las criaturas grandes y pequeñas.

Bienintencionada, con un diseño de producción absurdamente magnético y con un reparto ya exquisito al que se suman nuevas caras que siguen añadiendo cifras a la suma.

Hace unas semanas el propio Neil Gaiman aseguraba que tenía hablado con Terry Pratchett una continuación de Buenos Presagios, de no ser por causas que sólo el propio Cielo y el Infierno podrían resolver. La oportunidad ha llegado en forma de serie, pero, según sus palabras, era necesaria una segunda temporada como nexo para llegar a su propuesta.

Y esa es la mejor definición de lo que puede ofrecernos, para bien y para mal, la continuación de Good Omens: es un puente. Uno de estética armoniosa, recorrido por una suerte de Jack Skellington hecho carne acompañado de algo más que un amigo, pero un trámite al fin y al cabo.

Porque su concepción como una propuesta más pequeña salta del papel a la pantalla. Los efectos especiales, especialmente en los últimos episodios, os harán sentir que estáis revisionando un capítulo de Embrujadas.

El interés narrativo de la propia serie es infinitamente menos poderoso que en la primera temporada y toda su relevancia queda reducida a prácticamente un chiste de sí misma. Ese puede ser, de hecho, su objetivo, lanzándose al vacío de la exageración rememorando una vez más a los Monty Python.

Good Omens 2 será del agrado de todos aquellos que encontraron en la primera temporada un oasis entre la ingente oferta de contenido a la que nos enfrentamos. Las razones, que son dos, tienen cara y ojos: David Tennant y Michael Sheen, por enésima vez. Nunca será suficiente repetir su eléctrica función en pantalla para justificar la razón de ver la serie.

Si a la apuesta la sumamos la siempre imaginativa y fantástica mente de Neil Gaiman, el resultado no podía ser otro que el de una temporada que, aún con sus peros, vuelve a ser más que cumplidora y una apuesta que esperaremos volver a cruzarnos pronto.

Amazon Prime Video tiene prácticamente asegurada la tercera temporada; tendréis que esperar hasta el sexto episodio para entender mis palabras. Y os aseguro una cosa: su premisa es, sin ninguna duda, todavía más prometedora que la original.