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Crítica de El hombre invisible, la nueva película de terror de Blumhouse

El hombre invisible
Crítica de El hombre invisible (The Invisible Man), la nueva película de terror de Blumhouse escrita y dirigida por Leigh Whannell y protagonizada por Elisabeth Moss. En cines a partir del 28 de febrero de 2020.

Al margen del sello del Dark Universe, que comenzó a forjarse con La momia sin que llegara a cuajar, la comunión entre Universal Pictures y Blumhouse ha dado a luz una nueva versión del relato de HG Wells de 1897, completamente independiente de versiones anteriores como la de 1933 o revisitaciones posteriores entre las que destacan Memorias de un hombre invisible o El hombre sin sombra.

Parece increíble que de la misma productora hayan salido productos tan dispares como la fallida Fantasy Island y la altamente satisfactoria El hombre invisible que hoy nos ocupa. Aquí tenéis la videocrítica:

Las mejores ediciones del libro de "El hombre invisible" en el que se basa la película

Leigh Whannell, antes colaborador y colega de James Wan, con quien creó la saga Saw, escribe y dirige esta película de ajustado presupuesto en la cual hace gala de varias de sus mejores virtudes: su dominio del espacio y del sonido y sus indiscutibles dotes para la dirección de actores entre los que destaca (por ser la protagonista principal y por comerse la pantalla) la magnética Elisabeth Moss (El cuento de la criada). Y esto hay que subrayarlo especialmente: ella sostiene toda la película y es un fichaje óptimo para un papel que le va como anillo al dedo.

En la ficción da vida a Cecilia Kass, una mujer que vive aterrada con su subyugadora pareja. Él es un famoso y reputado óptico de fama mundial que la somete a un estrecho control: decide cómo se viste, qué come, con quién se relaciona y hasta qué debe pensar.

Una noche, con la ayuda de su hermana (Harriet Dyer), su amigo de la infancia (Aldis Hodge) y su hija adolescente (Storm Reid), Ce decide huir y dejar su pasado atrás para emprender una nueva vida.

Pronto una noticia sacude sus planes: Cecilia se entera de que su maltratador ex (Oliver Jackson-CohenLa maldición de Hill House) se ha suicidado y le ha dejado en herencia gran parte de su fortuna. De inmediato sabe que su muerte es solo una trampa. Comienza a padecer una serie de fenómenos inexplicables y de misteriosas coincidencias que amenazan su cordura a medida que trata desesperadamente de demostrar que hay alguien que le está dando caza.

¿Recordáis Durmiendo con su enemigo? En aquella cinta de 1991 dirigida por Joseph Ruben era Julia Roberts quien trazaba un plan perfecto para huir del aterrador personaje al que daba vida Patrick Bergin, un maltratador obsesivo compulsivo. Ella, que padecía una fuerte fobia al agua, entrenaba sin descanso a sus espaldas para aprender a nadar y fingir su muerte en un naufragio.

Pues bien, El hombre invisible arranca con la olas del mar rompiendo contra las rocas de un acantilado, sobre el cual se erige una casa de aspecto diáfano y grandes ventanales, dentro de la cual se esconde una realidad similar de abusos y sometimiento forzado. Es una forma elegante de dar mucha información con pocos elementos y de colocar al espectador en la narración sabiendo ya a qué se enfrentará.

Todo el guión se articula entre los contrastes de lo que se ve y lo que no se ve pero existe y, del mismo modo, entre la realidad y la apariencia dado que lo radicalmente importante en la historia es aquello que se trata de ocultar y lo que es necesario visibilizar (el acoso, el maltrato, el abuso, la desigualdad en el trato, llamadlo como mejor os convenga).

Whannell apuesta por llevar la historia al terreno de la intimidad, haciendo que el escaso presupuesto no sea un problema mayor para contar su historia y además no nos muestra la vida en pareja de Ce y Adrian sino que su naturaleza violenta o opresora queda expuesta por su forma de reaccionar a la huida de su pareja y el relato que ella hace de su vida, además del estado de permanente alerta en el que queda. Digamos que accedemos a las secuelas de lo que supone una intimidación de tal calibre durante un prolongado espacio de tiempo.

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Y, como ya avanzábamos al comienzo, una de las principales bazas que juega el director con maestría es la de de la definición de los espacios. De esa mansión impersonal y fría llena de cámaras y medidas de seguridad pasamos a un hogar propiamente dicho, cálido y funcional, en el que Ce se siente segura en compañía de James y su hija Sydney. Al menos, hasta que empieza a experimentar toda una serie de contratiempos que irán confirmando la peor de sus sospechas: está siendo acosada por un ser invisible, ¿ha regresado Adrian de alguna forma?

Vuelvo a Durmiendo con su enemigo, porque los paralelismos son notables: ¿recordáis la famosa escena de las toallas? Como buen villano con TOC, el marido de la protagonista estaba obsesionado con el orden y siempre colocaba cuidadosamente las toallas al lado del lavabo. Ella, por supuesto, al recuperar su libertad, lo evitaba a toda costa. El corazón le da un vuelco cuando vuelve a encontrarlas colocadas. Aquí nos encontramos situaciones paralelas que hacen que Ce se reafirme en sus sospechas.

The Invisible Man

La definición de los espacios de la casa es esencial para que el espectador perciba una amenaza invisible y la forma en la que se va convirtiendo en terreno minado lo que hasta entonces era un lugar seguro. Ayuda mucho también que la realización incida en los barridos por espacios vacíos simulando ser planos subjetivos en los que nos identificamos con el punto de vista de la protagonista. Sentimos el mismo estado cercano a la paranoia junto a ella y hacemos sus mismas deducciones respecto a dónde está en cada momento "el hombre invisible". También el sonido y la banda sonora ayudan a crear la atmósfera adecuada para mantener la tensión narrativa.

El hombre invisible es, en suma, una película barata pero que sabe exprimir el presupuesto porque cuenta con buenas ideas desde el guión: aunque le falta una vuelta de tuerca a algunos efectos visuales, hay secuencias memorables y aterradoras y cuenta con algunas decisiones en producción y casting muy acertadas.

Cierto es que hay giros argumentales predecibles, pero este es un mal menor a juzgar por el espectáculo que ofrece la cinta, en el que se esconde también una voluntad muy expresa de delatar prácticas abusivas. Al final, lo que te aterra no es lo sobrenatural, sino lo real: que haya personas tan manipuladoras y violentas que necesiten imponerse por la fuerza ya sea por medio de un maltrato físico o psicológico. Whannell los saca de las sombras pero sobre todo nos permite ver a sus víctimas, que son las que realmente necesitan salir de la oscuridad.

VALORACIÓN:

Leigh Whannell domina el espacio y los tiempos, mostrándose como un aplicado alumno del maestro del suspense Alfred Hitchcock pero sin renunciar a ciertos aspectos que nos remiten de lleno a películas como Durmiendo con su enemigo. Es una muy satisfactoria revisión del clásico fuera del paraguas del sello Dark Universe.

LO MEJOR:

El talentazo de Elisabeth Moss, que sostiene el 90% de la película y un guión que trata de visibilizar lo que el hombre invisible trata de ocultar.

LO PEOR:

Hay ciertas secuencias que se habrían podido resolver de forma más satisfactoria con mayorpresupuesto. Es fácil predecir el giro final.
Hobby

83

Muy bueno

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