Crítica de Ice Road, un thriller helado sobre ruedas con Liam Neeson con el piloto automático

A medio camino entre cinta de supervivencia extrema y lo que se podría esperar de un adrenalítico thriller sobre ruedas XXL, Ice Road es una película que, sin ser especialmente sesuda o compleja entretiene bastante mientras que trata de insertar de forma manifiesta un discurso social de defensa de los derechos de los trabajadores y contra los prejuicios étnicos.

El gran señuelo para no perdérsela es tener a Liam Neeson como protagonista, dado que el actor irlandés tiene un enorme tirón en taquilla, a pesar de estar pasando por horas más bien bajas en lo que se refiere a la calidad de los trabajos en los que se involucra.

Lo bueno es que, gracias a su accesibilidad y, a pesar de haber declarado en ciertas ocasiones que dejaría en cine de acción, podemos verlo en producciones modestas como la que nos ocupa: el tercer largometraje de Jonathan Hensleigh, quien tiene en su filmografía películas como The Punishery Matar al irlandés, además de una extensa carrera como guionista en la que encontramos títulos como Jumanji, Jungla de cristal: la venganza o la serie de Las aventuras del joven Indiana Jones además de haber escrito la historia y haber colaborado en la escritura del libreto de Armaggedon y El santo.

La historia de Ice Road nos desplaza a Canadá, a la región de Manitoba y más concretamente a una mina en la que una repentina explosión deja encerrados a un grupo de mineros con una burbuja de oxígeno muy precaria. La proximidad de acumulaciones de metano les impide a sus compañeros del exterior utilizar las cargas explosivas o maquinaria pesada para acceder hasta ellos. 

Parece ser que la única opción es utilizar una boca de pozo que pesa unas 25 toneladas y que, por tanto, no puede desplazarse por vía aérea. El único modo de llegar hasta allí es reabrir las carreteras heladas en pleno mes de abril, para que camiones especiales transporten la mercancía que es la única esperanza para que los mineros sobrevivan.

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Se trata una misión de lo más complicada, a contrarreloj, y llena de peligros que solo pueden afrontar quienes conocen las condiciones climatológicas a las que van a enfrentarse y las características de los vehículos que tienen que conducir hasta allí.

Jim Goldenrod (Laurence Fishbourne) recluta para ello a los hermanos Mike y Gurty McCann (Liam Neeson y Marcus Thomas) y a la joven Andoo (Amber Midthunder), que tiene un motivo personal para alcanzar la meta dado que su hermano es uno de los hombres atrapados. A ellos se une en el último instante el responsable del seguro.

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Como es evidente, en una película de estas características es esencial el manejo del tiempo. A fin de cuentas, los protagonistas le echan un pulso a la suerte para tratar de rescatar a los mineros, lo que puede retrotraernos a películas como Los 33 oKursk, si bien estamos ante una narración menos dramática que las anteriores. 

Ice Road, al no basarse en hechos reales ni plegarse del todo a las convenciones de un cine mucho más serio, se permite abundantes fantasmadas como hacernos creer que pueden levantarse del hielo quebradizo dos tráilers de 30 toneladas sin ayuda externa o sobrevivir a la hipotermia tras caer dentro de agua extremadamente fría (entre otras muchas).

Son concesiones constantes que el espectador tiene que hacerle a la película para que funcione y que se hacen sin demasiado enojo porque en términos generales es una historia predecible y poco exigente a la que no se le pide tanta verosimilitud sino más bien algo de espectáculo para mantener la chispa. En este sentido, la insistencia del principal villano, se pasa de frenada, cayendo casi en la comedia involuntaria.

Donde acierta de pleno es mostrando la temeridad de conducir sobre gélidas carreteras cuando las ondas de presión hacen que la superficie ondee como su fuera un colchón de agua antes de requebrajarse y sacándole partido a las espectaculares localizaciones de rodaje.

Los amantes del motor, de paso, podrán disfrutar de planos estéticamente muy hermosos de los camiones recortados sobre la aurora boreal y emocionarse viendo a esas majestuosas bestias sobre ruedas desafiando a la naturaleza. Quien se quede con hambre que acuda a Ice Road Truckers, que todo está inventado ya.

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