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Crítica de El lodo, un árido thriller de trasfondo ecologista

El lodo

Crítica del thriller El lodo, segundo largometraje de Iñaki Sánchez Arrieta protagonizado por Raúl Arévalo, Paz Vega, Joaquín Climent, Roberto Álamo y Susi Sánchez. Estreno en cines el 10 de diciembre

A día de hoy no hay que ser un genio para saber que el agua dulce es un recurso limitado y preciado por el que se desatarán verdaderas guerras en un futuro no muy lejano.

Algunos conflictos ya han ido aflorando en los últimos tiempos y no serán los únicos en nuestro territorio dada su ubicación y el avance de la desertificación. Ese es el germen de El lodo, el segundo largo de Iñaki Sánchez Arrieta.

Al frente del guión y de la dirección, el cineasta valenciano nos transporta a las amplias extensiones de arrozales de Levante para edificar un thriller rural en el que hay un cruce de intereses: por una parte, los lugareños, en una zona especialmente deprimida, necesitan explotar los humedales para salir adelante, pero por otra, si siguen haciéndolo terminarán con el recurso más preciado.

Es, a pequeña escala, el mismo problema al que nos enfrentamos a nivel global: esquilmar la tierra, sobreexplotarla y agotarla solo nos puede llevar a catastróficas consecuencias pero la voracidad del sistema y las corruptelas asociadas a ella, parecen certificar el desastre que terminará sobreviniendo en algún momento de forma indefectible.

En la ficción, con el ánimo de paliar esta situación, Ricardo, un prestigioso biólogo de fama internacional es enviado a su pueblo natal.

Su misión será aplicar las técnicas que ha venido probando en otros territorios con éxito para administrar el agua, proteger el paraje natural en el que se crió y de alguna manera, consolidar su futuro. De paso quiere atajar los problemas con su esposa, con la que tiene una niña a la que educar.

Sin embargo, su llegada es percibida desde el primer momento como una intrusión injustificada: tratado como un forastero entrometido, Ricardo verá cómo el pueblo cierra filas alrededor de la lugarteniente que posee las tierras y cómo su estabilidad familiar se va a pique junto a su ilusión por preservar el espacio en el que vivió tantos momentos felices como funestos.

El lodo funciona bien como llamada de atención en materia ecologista y sabe muy bien explotar los paisajes para crear una ambientación inquietante en la que el peligro acecha en cada recoveco, pero se desenvuelve bastante peor en su apuesta por el género del thriller debido a dos problemas de base: subtramas que despistan un poco e interpretaciones de personajes secundarios pasados de rosca.

Es una historia en la que todo se mueve en clave dialéctica: la ciudad versus el campo, el sistema de explotación tradicional contra la percepción a largo plazo de la problemática asociada a la conservación del medioambiente y, en suma, la continuidad que es "pan para hoy y hambre para mañana" o el cambio, que implica hacer grandes sacrificios en pro de garantizar un futuro.

La crisis medioambiental que azota la reserva natural de la Laguna Blanca es al final terreno para que se desarrollen otros conflictos menos interesantes como las rencillas familiares entre el guarda local y su hermano (Joaquín Climent y Roberto Álamo) o la erosión matrimonial de la pareja protagonista, formada por Raúl Arévalo y Paz Vega, que arrastra sus propios fantasmas del pasado.

Pero sobre todo es el clímax final de la película con su estallido de violencia, lo que menos alcanza el nivel deseado para cerrar con acierto la trama principal. A nivel técnico lo que peor funciona es el sonido, pero esto podría haberse enmascarado un poco con la fuerza del guión, algo que por desgracia no sucede.

En resumidas cuentas, El lodo queda muy lejos de otros thrillers mejor hilvanados con los que por desgracia está llamada a ser comparada por proximidad argumental como La isla mínima.

Pero tampoco debe por ello desdeñarse: Iñaki Sánchez Arrieta sabe de lo que habla, consigue generar gran tensión y escenas de alto voltaje y con El lodo deja claro también que es un talento al que hay que seguirle la pista.

VALORACIÓN:

Cruce de intereses en el corazón de El lodo: por una parte, las personas que viven de los humedales necesitan que se libere agua, por otra, desperdiciarla acabará consumiéndolos para siempre. La película pone el dedo en la llaga mostrando cómo el cortoplacismo puede acabar con recursos preciosos.

LO MEJOR:

Cómo la ambientación le saca partido a las localizaciones y el fuerte mensaje ecologista de preservación de los humendales.

LO PEOR:

La parte del thriller funciona a trompicones y hay secundarios sobreactuados que lastran la historia.
Hobby

68

Aceptable

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